NUEVOS NEGOCIOS EN LA ERA COVID-19

Mascarillas, la apuesta segura

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CARME ESCALES

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De la necesidad, virtud. El anuncio del uso obligatorio de mascarillas en espacios cerrados ha vuelto a poner en marcha en Catalunya muchas máquinas de coser que el confinamiento por la crisis sanitaria había ido parando. Así ha sido en el taller de camisería de la firma sabadellense Hugo Dax. Los encargos empezaron a cesar en cuanto se declaró el estado de alarma, y a la vista de las dificultades para hacerse con la protección de boca y nariz que se vivió al principio, Georgina Ferrer, al frente de la empresa, decidió confeccionarse una mascarilla para ella. Tejido ya tenía, retales de tela para camisa. Y máquina de coser, también. Una vez acabada, le hizo una foto y la colgó en las redes sociales. Familiares y amigos le pedían para ellos. "Fue un boom muy heavy", dice.

Sobre todo, porque también la contactó un distribuidor de material textil sanitario con el que acordó empezar a fabricar tanto mascarillas como sábanas. "Al principio nos lo tomamos como algo solidario. El distribuidor nos facilitaba el material y a un precio simbólico fabricamos un millar o más de mascarillas, y así pudimos contribuir con la causa. Las hicimos para el Consorci Sanitari de l’Anoia y enviamos sábanas a centros de Menorca", explica Ferrer.

Línea creativa propia

Después de la primera serie con motivación más filantrópica, la empresa ha abierto una línea propia de negocio con su producción de mascarillas. Tienen dos modelos diferentes, que incorporan guata de algodón que refuerza el filtro. Las fabrican para empresas, que pueden recibirlas personalizadas con su logo bordado y colores corporativos, y para particulares con diferentes estampados, incorporan una. “Creíamos que era algo temporal, pero la demanda va en aumento, y ahora prácticamente es el 100% de nuestra facturación”. Las venden a través de su web y en algunos comercios, físicos, como la tienda BdeBarcelona, o bien online, como www.totprinting.com. Tras esta última plataforma hay otra historia de reconversión 100% Covid-19.

Dedicada al diseño gráfico y la organización de actos para ayuntamientos, los tres miembros de Tot Printing, ante el descenso de trabajo, se pusieron a pensar en qué artículos necesitaba la gente en tiempo de pandemia y contactaron con productores locales de mascarillas y productos de higiene y desinfección. De este modo su labor ha mutado a tienda online de mascarillas y otros útiles para protegerse del virus. También diseñan mascarillas de neopreno. “Así hemos evitado nuestro ERTE, hemos sobrevivido teletrabajando y, de paso, hemos podido ayudar a fabricantes de proximidad”, explica la diseñadora gráfica Natàlia Sebastian.

Barbara Glaenzel y Beti Alemany, creadoras en el 2014 de las mochilas antirrobo Urbanauta, fabricadas en talleres catalanes, ya tenían en mente hace tiempo poner mascarillas en el mercado, a juego con sus mochilas. “Por la polución, es algo muy urbanita”, dicen. El Covid-19 las ha puesto a fabricarlas, unas 1000 por semana y están a punto de sacar a su costurero del ERTE para producir más. “Ahora la mascarilla es prácticamente el 90% de nuestro trabajo”, afirman.

En Back to Eco, dedicada al diseño y producción de ropa y complementos a partir de tejano reciclado, con el tejido que crearon a partir de materiales reutilizados y fibras ecológicas, Infinit Denim, hacen ahora mascarillas con una capa de tejido rutex (100% algodón hidrófugo) bajo su tejido propio. El 80% de sus ventas son mascarillas a día de hoy. “Aguantan 30 lavados, unos dos meses de duración”, explica la Montse Bayén, cofundadora de Back to Eco.

La mascarilla también da a conocer ahora los diseños de Heidi Soto o Agustina Studio y tantos otros talleres de pequeños artesanos diseñadores que han visto disminuida su tarea en otro tipo de pedidos.

Otros han visto en ella el filón de un nuevo negocio, como la iniciativa catalana K de Mascarilla que han montado 4 amigos de dos empresas del mundo de la comunicación y la consultoría inmobiliaria. Confinados en casa, cuando todo el mundo empezó a hablar de mascarillas, se propusieron fabricarlas. En apenas un mes en el mercado, han superado los 30.000 euros de facturación y ya son 8 personas. “Las confeccionan en talleres de pymes y autónomos, con filtro importado de Italia y tejido estatal”, explica Josep Martí, uno de los impulsores de K de Maskarilla. Las venden con 7 filtros de uso diario y, junto a los recambios, ofrecen también espráis higienizantes para alargar su durabilidad y líquido antivaho para no entelar las gafas. Auguran un largo recorrido a la mascarilla, que suma y sigue.