hábitos financieros

La crisis del covid-19 acelera la decadencia del pago con dinero efectivo

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Max Jiménez Botías

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CaixaBank es la entidad de depósito española con la red de cajeros más extensa y el mayor número de particulares entre sus clientes. Puede que su actividad no refleje la realidad del sector financiero español íntegramente, aunque sí es un buen ejemplo de la tendencia. Y ese espejo muestra que desde la declaración del estado de alarma, la retirada de efectivo en sus cajeros ha caído más de un 40%. Mucho más que el consumo general en el pago con tarjeta de crédito y débito que ha disminuido un 30%, considerando que bares, restaurantes, hoteles y grandes comercios han permanecido cerrados por esa misma situación excepcional impuesta por la crisis sanitaria 

Durante el mes de abril, algunos sectores han incrementado excepcionalmente los pagos con tarjeta con respecto a la misma época del año anterior. En supermercados y farmacias, la facturación con plásticos se ha incrementado un 65% respecto a la misma fecha del año pasado, reflejan las cifras de la entidad financiera que preside Jordi Gual. 

Hay que tener en cuenta que a finales de marzo todos los bancos acordaron elevar de 20 a 50 euros el importe máximo para pagar con tarjeta ‘contactless’ sin introducir el PIN, medida que ya está implementada en la mayoría de datáfonos de todos los bancos. 

Los datos son bastante homogéneos en el conjunto del sector. Bankia, cuya red de dispensadores de efectivos es igualmente amplia, reconoce una caída en abril del 40% en la retirada de efectivo, e incluso del 50% en algunas semanas de ese mes. El Sabadell registra que todos los pagos han caído tanto con tarjeta como con efectivo, pero mucho más los de efectivo. Durante el periodo de abril el plástico ha supuesto para esta entidad de depósito el 70% de los  pagos registrados. 

Sin colas en los cajeros

Menos unanimidad existe sobre si el coronavirus ha supuesto el principio del fin del uso de efectivo en los pagos habituales de consumo. Un informe reciente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) pone de relieve que pese a que una de las actividades permitidas durante el estado de alarma es ir al cajero para sacar dinero, se trata de un servicio en el que no han abundado las colas. “A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desmintió que el coronavirus se hubiera propagado por el uso de billetes y monedas y, de que el Banco Central Europeo  insista en que la probabilidad de contagio mediante el dinero físico es muy baja, el miedo a infectarse de covid-19 parece estar detrás de la caída del uso de efectivo, que prácticamente ha desaparecido durante el confinamiento. En algunos espacios, como los autobuses públicos de Valencia, Zaragoza, Málaga o Madrid, ni siquiera es posible pagar en metálico”, destaca el informe.  

En el sector financiero existen elevado consenso sobre que la tendencia a la desaparición es inevitable en la Unión Europea (UE), aunque no definitiva, "sobre todo mientras que en Alemania el uso de efectivo siga siendo relativamente elevado", comentan fuentes de un banco español.

“El efectivo tiene tendencia a transformar su uso en residual. Puede que no sea a corto plazo, pero sí a medio o largo plazo”, considera Juan Carlos Gázquez, profesor de la UOC. En su opinión hay suficientes elementos que señalan la caída gradual del uso de monedas y billetes, como el aumento en el uso de las nuevas tecnologías, con todas las posibilidades que dan los sistemas de pago electrónicos y por móvil, así como el incremento de las restricciones impuestas en su circulación para prevenir el blanqueo de capitales.

El efecto tecnológico

En el aspecto tecnológico, los más jóvenes van por delante. Y así se refleja en los datos acumulados en un informe del banco móvil N 26 –la media de edad de sus clientes es bastante más baja que la de la banca tradicional—que destacaban ya a finales de marzo que la retirada de efectivo de sus clientes en España había caído un 68%. Igualmente en los otros países donde tiene presencia (Alemania, Francia e Italia) el descenso se movía entre el 54% y el 56%. “Esperamos que esta tendencia continúe y potencialmente tenga un efecto duradero en el tiempo”,  ha comentado Francisco Sierra, director general de N 26 España, “En este sentido, veremos cómo un número cada vez mayor de consumidores de todos los grupos de edad se irá acostumbrando a lo fácil, conveniente y seguro que son los pagos ‘on line’ o móviles”, concluye el directivo. 

Pero no llueve al gusto de todos. El Observatorio Sectorial de la Seguridad Privada, compuesto por las organizaciones sindicales FeS-UGT, Comisiones Obreras de Construcción y Servicios y FTSP-USO, y la organización patronal Aproser, se ha pronunciado recientemente sobre este tema al observar recomendaciones por parte de organismos públicos que concluyen la convencía de evitar el uso de efectivo. El Observatorio sostiene que cualquier propuesta o medida que pueda conducir a la desaparición del efectivo entre los medios de pago al alcance de los ciudadanos, “tiene consecuencias desafortunadas”. Y entre ellas, señala que directamente a los más de nueve millones de pensionistas, de los que más de dos millones no viven acompañados, y que realizan sus pagos y operaciones comerciales de forma mayoritaria mediante dinero físico. Agregan, además, que afecta a una parte de la población más joven que  no tiene acceso a las tarjetas bancarias. 

Menos efectivo para evitar el blanqueo

La ley 7/2012 del 29 de octubre limitó a 2.500 euros (o su contravalor en moneda extranjera) el pago en efectivo en las operaciones en las que una de las partes actúe como empresario o profesional. La medida tenía un propósito de lucha contra el fraude fiscal y ahora el Gobierno de Pedro Sánchez plantea reducir este límite a 1.000 euros dentro del proyecto de ley de prevención contra la evasión de impuestos que el Ministerio de Hacienda pretende llevar al Consejo de Ministros. La restricción del pago en efectivo va tras los pasos de las medidas tomadas en países más avanzados en el uso casi único de la tarjeta de crédito, como Dinamarca, Suecia o Noruega, donde el pago con efectivo es prácticamente testimonial.