Muchos pisos, pocas ventas

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Silvia Berbís / Tortosa

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Los avatares del mercado inmobiliario tienen su propio tempo en el Ebro. Existe una especie de desfase temporal, que comporta efectos más perniciosos de lo que ha sido tónica general en los últimos años en otras zonas próximas. En las Terres de l’Ebre, el ritmo frenético de la construcción se aceleró más tarde, y estalló la burbuja justo cuando el sector exhibía músculo. En la última década, esta zona ha perdido población, y los salarios de los que han quedado se han desplomado con cierta alevosía extra. Aquí siguen miles de pisos en venta sin almas para llenarlos ni potencial económico para justificar el alocado desarrollo urbanístico del cambio de milenio. Precisamente cuando se había fraguado una oferta inaudita, cayó la demanda más que en otras zonas. Todos conocen el resultado de esa ecuación. “Hay un exceso de oferta y una demanda muy baja”, señala Manel García, responsable de la inmobiliaria Finques García, en Amposta.

Esta no es una ciudad menor. Es capital de comarca, la segunda en número de población tras Tortosa. Consultar algún portal web inmobiliario para conocer la oferta evidencia la situación. 581 viviendas, anuncia el Idealista, que ofrece también 634 en Tortosa o casi 900 en el área de Sant Carles de la Ràpita. Los más baratos precisan reforma, pero salen por 10.000 o 12.000 euros. “Un piso de obra nueva de 80 metros cuadrados en Amposta, y estamos hablando ya de una ciudad, con servicios que no tienen localidades menores, puede tener un precio inferior a 50.000 euros, es decir, incluso por debajo del precio de construcción”, apunta Garcia. “La recuperación está tardando mucho más de lo que esperábamos”, admite.

Larga lista

“En los años previos a la explosión de la burbuja se puso suelo, en zonas como Valletes y otras, a disposición del desarrollo urbanístico, y cuando explotó quedaron bloques enteros con centenares de pisos vacíos, que ni siquiera se pusieron a la venta, esperando una mejor evolución del mercado”, afirma el alcalde de Amposta, Adam Tomàs. El Ajuntamiento tiene una cifra de pisos vacíos, la misma que maneja el Departament de Governació, Administracions Públiques i Habitatge, inferior a la real. Son datos del Registro de pisos vacíos creado por decreto ley 1/2015. Este registro incluye los pisos de entidades financieras y filiales y grandes tenedores, procedentes de ejecuciones hipotecarias y que están vacíos durante más de dos años. Según este registro parcial, en el conjunto de las Terres de l’Ebre hay 2.836 pisos vacíos, de los cuales 420 en Tortosa, 447 en Amposta y 431 en Sant Carles de La Ràpita.

“Calculo que solo en Sant Carles de la Ràpita pueden haber 1.100 pisos en venta, y estamos hablando de una ciudad que no alcanza los 15.000 habitantes”, afirma Enrique Juan, responsable de Fincas Ebre Mont. “Hace 10 años que no se construye nada, pero se había construido muchísimo justo antes de la explosión de la burbuja”, sostiene. Es cierto que La Ràpita tiene sus propias condiciones. Las segundas residencias o los pisos de uso turístico son una fuente extra de demanda. “De obra nueva queda más bien poca y actualmente sale más piso del que entra, de manera  si se quiere invertir hay que hacerlo rápido porque subirán los precios, ya llevamos un año de retraso”, explica. 

“Las entidades bancarias cerraron los precios y los están abriendo, pero con los índices de paro que tenemos y los salarios precarios, a ver quién compra”, lamenta Amadeo Albiol, de La Plana Immobiliària. Abrió su negocio en Santa Bàrbara hace 15 años. “Si hace 12 nos hubieran dicho con qué precios nos estaríamos moviendo actualmente, no lo hubiera creído”, concluye. Tiene a la venta una vivienda de 200 metros por 20.000 euros.