Caixa Laietana forzó la venta de preferentes de parientes de su cúpula

La Fiscalía confirma trato de favor a la familia del director Pere Antoni de Dòria

J. ROVIRA /J. SALICRÚ/ A. VÁZQUEZ / BARCELONA

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La familia del director general de Caixa Laietana entre 1976 y 2008, Pere Antoni de Dòria, consiguió vender durante los meses previos al cierre del mercado secundario, acaecido el 1 de noviembre de 2011, las participaciones preferentes obligaciones subordinadas que tenía suscritas en la entidad. Y lo hizo ejerciendo presiones a los máximos responsables de la entidad de ahorros de Mataró y a los trabajadores de la misma.

Así lo confirma la Fiscalía de Barcelona en una respuesta remitida a ICV-EUiA que sacó a la luz este domingo el reportaje Desmuntant Laietana, emitido en el espacio 30 Minuts 30 Minutsde TV-3 y producido por Clack. «Existen claros indicios objetivos de que se dieron instrucciones para priorizar la venta de las participaciones preferentes obligaciones subordinadas de la familia De Dòria-Cabot», se afirma en el texto, según el cual se benefició a los parientes del exdirector general «injustificadamente a costa de los que se quedaron relegados en la cola queriendo vender».

COMPARECENCIA EN EL PARLAMENT

El fiscal responde a una denuncia presentada en noviembre del 2013 por estas formaciones políticas, que al término de la comparecencia de Dòria en la comisión de las cajas del cajas Parlament anunciaron que pondrían a disposición de las instancias judiciales los indicios de los que disponían entonces en relación al posible uso de información privilegiada por parte de la familia Dòria.

En el mismo documento, se confirma la venta de 877.000 euros en preferentes, el trato de favor a la familia del exdirector general y las presiones ejercidas a los trabajadores para que colocaran los títulos en un mercado que estaba ya por aquel entonces saturado y bloqueado. De hecho, a finales del 2010, el propio Departamento de Oficinas de la entidad había emitido una orden interna para que no se comprara ninguna más hasta colocar las existentes.

De todos modos, la Fiscalía decide archivar el caso al no poder demostrar que los Dòria disponían de información privilegiada en el momento de efectuar la venta.

Así las cosas, mientras el resto de los clientes no podían venderlas, la familia Dòria sí logró deshacerse de este producto de riesgo. Cuando la Comisión Nacional del Mercado de Valores ordenó el cierre de este mercado secundario, 15.000 mataroneses no pudieron recuperar su dinero depositado pero la familia Doria sí.

Aunque en la comisión del Parlament, a preguntas del diputado de ICV-EUiA Josep Vendrell, Dòria negó que su familia se hubiera desprovisto de un millón de euros en preferentes y subordinadas -solo reconoció la venta de algunos títulos de su mujer y aseguró que se hizo con total normalidad-, en el 30 Minuts admite que otros miembros de su familia vendieron. «En aquel momento no lo sabía. Por eso dije que no era cierto. Es que la verdad es relativa, depende de lo que sabes en cada momento», afirma en Desmuntant Laietana. Además dice en el reportaje que las conclusiones le traen «sin cuidado».

Dòria no lo tuvo fácil para recolocar las preferentes de su familia. La primera persona de cierta responsabilidad a quien fue a pedírselo a finales del 2010 -que prefiere guardar el anonimato- le respondió que la dirección había prohibido dar órdenes de venta en el mercado interno de casación y que, por lo tanto, no podía hacerlo. «¿Y qué tengo que hacer, entonces?», le preguntó Dòria, que se dirigió al departamento de oficinas, encabezado por Josep Ibern, su sucesor en Laietana.

Inmediatamente, desde este ámbito se cursó un mensaje interno dirigido a toda la red en Mataró pidiendo que se procediera a la venta inmediata de 360.000 euros, propiedad de la mujer de Dòria, aunque este detalle no se hacía constar. «Un día, sin avisar, vimos en las pantallas de nuestra oficina que había una cantidad muy grande de preferentes para vender», rememora Amèlia Vives, una de las protagonistas de Desmuntant Laietana. «Al cabo de tres o cuatro días, como nadie las vendía, me llaman y me dicen: 'Amelia, es que esto hay que venderlo sí o sí'. Dije: '¿Perdona?'. 'Sí, porque esto es una partida del gran jefe. El 'gran jefe' [Dòria] en aquel momento ya no era el director general pero nosotros seguíamos llamándolo así».

Vives, además, explica que a las oficinas que decidieron no ayudar en la venta de estas preferentes se les impedía hacer otras operaciones. Gracias a las presiones ejercidas en las oficinas donde la dirección tenía más influencia, Dòria logró su meta y llegó al 1 de noviembre del 2011 con casi todas las preferentes de su familia colocadas a otros clientes.