JESÚS RUBIO. TRABAJADOR DE LA CONSTRUCCIÓN
"Una familia no vive con 400 euros"
Jesús Rubio, de 50 años, vivió la mejor época de la construcción, cuando a cada paso había edificios en obras y no faltaba el trabajo. Ahora está viendo la peor cara de aquella fiebre inmobiliaria. Perdió el empleo hace casi dos años, dentro de dos meses agotará la prestación del paro y tendrá que recurrir a la ayuda de 400 euros. Pero eso no le alivia demasiado.«¿Qué voy a hacer con 400 euros? Una familia no vive con 400 euros al mes, hay que pagar la luz, la hipoteca...», dice con preocupación. Una ayuda de esas características sirve para que salga adelante una persona, no una familia de tres miembros como la suya, opina.
Su mujer no tiene trabajo y su hija, que ha estudiado Imagen y Sonido, tampoco encuentra empleo. Él está cansado de enviar currículos y de escuchar siempre las mismas frases:«No hay nada, ya te avisaremos». También ha hecho mil cursos de formación, pero no le ve demasiada utilidad. No es que crea que la formación no sea buena en sí, sino que los problemas del mercado laboral son otros.«Para qué tanto cursillo, si no hay faena...». Irónico, dice que España, el país con la tasa de paro más alta de la eurozona, es también el que tiene más diplomados.
Con una experiencia de más de 15 años en el sector de la construcción, ha buscado empleo en otros sectores, a ver si tenía más suerte. Lo intentó en empresas químicas en las que trabajó antes, pero nada. También envió una solicitud de empleo al Ayuntamiento de Terrassa, donde vive, y tampoco.«Cada vez que me entero de algo, allá voy. Pero con 50 años, lo tengo difícil», lamenta.
Rubio es crítico tanto con el actual Gobierno de Mariano Rajoy como con el anterior de José Luis Rodríguez Zapatero. Las medidas que se están aprobando no le parecen el camino adecuado para sacar el país de la crisis y volver a la senda del crecimiento.
Como solución, no descarta la posibilidad de trabajar en el exterior. Un compañero suyo, que como él se quedó en el paro, ha conseguido un trabajo de tres meses en Francia. No es gran cosa, pero es suficiente para ir tirando. Él se plantea la posibilidad de hacer la maleta y marchar hacia los países árabes, donde el sector de la construcción está en un momento de auge. Quizá en el extranjero se le abran puertas que aquí encuentra cerradas.
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