Análisis

¿Otra moneda, el eurillo?

¿Varias Europas? La posibilidad de que el proceso de unión en Europa no se haga a una sola velocidad -aunque sea en un tren de dos vagones, como ahora-, sino a dos ritmos distintos, ha levantado una gran polémica. Berlín y París han desmentido que estén impulsando esa división, pero las diferencias entre los socios del euro, en lugar de reducirse, aumentan, lo que alimenta todos los temores.

Angela Merkely Nicolas Sarkozy,el día 2 en Cannes.

Angela Merkely Nicolas Sarkozy,el día 2 en Cannes.

GONZALO BERNARDOS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un concepto del pasado vuelve a ponerse de actualidad: una Europa a dos velocidades. En la década de los 90, implicaba dividir la Unión Europea (UE) en dos partes: los países que cumplían los criterios de convergencia y los que no. Los primeros, si querían, formarían parte de la Unión Económica y Monetaria (UEM) y adoptarían el euro como moneda común; los segundos se quedarían en la sala de espera y continuarían con su divisa histórica. En 1999, excepto Grecia, todas las naciones que lo desearon entraron en el selecto club.

Ahora, según un globo sonda convertido ayer en noticia, Alemania y Francia quieren dividir la UEM en dos secciones. La exquisita estaría formada por los países austeros; la vulgar, por los malgastadores. Aunque nadie lo ha dicho, supongo que la primera tendría como moneda al euro; en cambio, la segunda debería acuñar una nueva. Como tendría un prestigio inferior y sería un sucedáneo de la anterior, sugiero que se le denomine eurillo. La podríamos considerar como la peseta del siglo XXI.

Sinceramente, no creo que nadie con sentido común plantee seriamente una UEM a dos velocidades, ya que no es lo mismo impedir la entrada en la zona euro a un país que expulsar de ella a prácticamente la mitad de sus miembros actuales. Si así sucediera, ya fuera por impago o por pérdida de valor en el mercado de la deuda de los países expulsados, los bancos franceses y alemanes quebrarían. Su rescate tendría un elevadísimo coste, la desconfianza de las familias y empresas llegaría a niveles desconocidos, el crédito prácticamente desaparecería y la recesión en ambos países sería impresionante. No sería un despropósito más, sino el último deMerkelySarkozy.

En la actualidad, el debate sobre el futuro de la zona euro es otro. El dilema está en decidir si la actual UEM (con la excepción de Grecia y posiblemente también de Portugal) se convierte en el embrión de los Estados Unidos de Europa o si la moneda única desaparece. Es decir, más unión o total desunión. Les guste o no a los alemanes y franceses, sin Italia y España, la UEM no tiene ningún futuro.