ANÁLISIS
Unas medidas adecuadas para transmitir confianza
La crisis irlandesa ha vuelto a desatar las dudas sobre la economía española al igual que sucedió con la tragedia griega. Nuestra economía ha acumulado un déficit exterior desde 1996 y es dependiente del ahorro externo, lo que la hace muy vulnerable a efectos de contagio. La deuda es principalmente privada, de empresas y familias, pero la metástasis ha llegado a la deuda pública, principal bastión de nuestro sistema financiero, por lo que había que reaccionar urgentemente.
La crisis es sistémica y europea, y por ello requiere que nuestros líderes demuestren que somos una Unión y que simplemente se trata de interpretar todos la misma melodía y de manera armónica. Alemania debe asumir que es el violinista principal, pero no el director de la orquesta. Además, el Banco Central Europeo debe cumplir su compromiso de «comprar todos los bonos que sean necesarios para estabilizar los mercados» en la reunión de su consejo, hoy en Fráncfort.
No obstante, cuando llega la niebla los inversores se asustan y buscan la luz y miran al Gobierno del país en cuestión en espera de señales. En el caso español, la búsqueda está siendo fructífera. Desde que comenzó la tensión, el Gobierno ha presentado sus datos de déficit público, que se ha reducido a la mitad entre enero y octubre en comparación con el 2009. Ha anunciado que las comunidades autónomas también cumplirán el objetivo de déficit del 2010. Ocho comunidades han presentado déficits excesivos para el 2011 y el Gobierno no ha aceptado sus cuentas, por lo que deberán presentar nuevas medidas para cumplir sus compromisos. Ha anunciado que a partir del 2011 se harán públicas trimestralmente las cifras del déficit de las comunidades. Ha solicitado un informe al Pacto de Toledo para agilizar la reforma de las pensiones. Ha exigido a las cajas que apelaron a las ayudas públicas que finalicen sus procesos de fusión antes del día de Nochebuena. El Banco de España va a exigir a nuestras entidades financieras más transparencia en sus carteras inmobiliarias para despejar dudas sobre su solvencia, como quedó de manifiesto en nuestros tests de estrés de julio. Y ayer anunció una batería de medidas que avanzan en la liberalización de nuestra economía, en privatizaciones y en la disminución del peso de la intervención del Estado en la economía, tanto en aeropuertos como en la recolocación de desempleados.
Se rebaja el impuesto de sociedades prorrogando el crédito fiscal para las inversiones hasta el 2015 y disminuyendo el tipo impositivo para las pymes, lo que se dirige a la creación de nuevos negocios y la generación de empleo, principal problema de nuestra economía. Y se eliminan prebendas decimonónicas como la obligación de nuestras empresas de pertenecer a las cámaras de comercio y el régimen de clases pasivas para los nuevos funcionarios, que disfrutaban de sanidad privada y ahora pasarán a la sanidad pública como el resto de los mortales.
Todas las medidas son adecuadas y llegan en el momento oportuno para apagar el incendio. Ánimo, podemos.
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