Aventuras y desventuras de dos cocineros y una tortilla

El televisivo David de Jorge explica cómo ha cocinado el cómic que el dibujante Javirroyo ha creado con sus recetas y las de Martín Berasategui

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DAVID DE JORGE

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‘Martín Berasategui y David de Jorge. Aventuras, desventuras y recetas de un 7 estrellas Michelin y del cocinero que pilota ese programa de TV que se llama ‘Robin Food’ es el nuevo trabajo que ahora presentamos. Un cómic que constituye uno de los proyectos más entrañables que hemos acometido Martín y yo. Entrañable, sobre todo, por las grandes dosis de intimidad que hemos volcado en él. 

Una idea que pusimos en marcha con mucho entusiasmo desde el principio y que ha pilotado con enorme éxito el dibujante Javirroyo. Precisamente, la ventaja de trabajar con Javirroyo para este proyecto, además de por su sobrado y reconocido talento, es que yo lo conocía desde hace tiempo. Es una persona a la que, como a nosotros, le encanta comer. Disfruta enormemente de la gastronomía y precisamente por eso cuenta con una sensibilidad especial a la hora de plasmar el arte de cocinar en sus dibujos, que hacen de este libro algo muy especial. ¡Le gusta tanto la cocina que incluso diría que parece más vasco que zaragozano! Es, además, muy currante y está cortado por el mismo patrón que Martín y yo. Es divertido y riguroso a la vez, y eso es raro de encontrar. 

Esta complicidad forjada a lo largo de los años y el hecho de compartir la misma pasión por la comida nos permitió dejarle entrar con mucha naturalidad en nuestro día a día y hacerle partícipe de lo que hacemos. Ese fue el primer paso del proceso creativo. Después, entre Martín y yo, establecimos los 15 o 20 momentos más importantes de nuestras vidas y nuestras carreras. Posteriormente organizamos la primera sesión de trabajo y entre los tres buscamos recetas que pudiesen relacionarse con esos momentos. Todo un trabajo que surgió, cómo no, alrededor de la mesa. 

RECUERDOS DE INFANCIA

RECUERDOS DE INFANCIAPara hacerlo tiramos de archivo, de memoria. Esos primeros sabores, olores, recuerdos de la infancia. Conectamos esos momentos tan importantes con platos y recetas. Le hablábamos de los lugares, las fachadas de los edificios, le poníamos en un contexto visual para que él pudiera reflejarlo todo en sus ilustraciones. Es difícil resumirlo, explicarlo. En definitiva, nos gusta comer y tenemos una idea común de lo que es comer, de la buena mesa y la buena comida. Hay una vocación detrás. Martín y yo tenemos carreras muy distintas, pero los dos somos cocineros. Pertenecemos a un mismo lugar geográfico y, aunque nos llevamos diez años, nuestra cultura es muy parecida. Dos infancias distintas, pero a la vez con mucho en común, con la suerte de haber tenido las familias que hemos tenido y de haber crecido donde lo hemos hecho, en un lugar privilegiado. 

En lo tocante a mi parte creativa, pensé que lo mejor era facilitar a Javi una serie de textos para ayudarle con su trabajo. Así, definí capítulos y le pasé como 30 o 40 folios con mis experiencias profesionales y personales.

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En el caso de Martín, al no disponer de tiempo para sentarse a escribir, se le grabó directamente en su entorno más cercano –su restaurante– y de allí sacó Javi todas las impresiones. Javirroyo se adentró en su hábitat. Y le sacó información. Y una vez que todo el trabajo de campo quedó resuelto, lo que hicimos fue definir las recetas entre los tres, y buscar los enlaces entre Martín y yo. Javi se dedicó entonces a jugar con los tiempos y los escenarios, a pasar de las aventuras de uno a las del otro, hasta que llegó un momento en el que nuestros caminos se cruzaron. Es como el Cicerón de nuestra historia.

El resultado es un cómic en el que me he desnudado completamente, ¡y aun así se nos han quedado un montón de cosas en el tintero! Hubo un momento en el que más que un cómic parecía el Antiguo Testamento, así que sacamos la tijera e hicimos una importante labor de síntesis y de balance. Pensé en qué es lo que yo quería contar y en qué le podría interesar a la gente y luego intenté definir esos momentos importantes y ordenarlos de forma cronológica: criarme en un hogar feliz, disfrutar de la adolescencia y ser un poco cabrón, y luego esa búsqueda de mi sueño, de convertirme en cocinero, de encontrar una vocación. Todo esto se ve perfectamente en este proyecto. En todo momento, lo personal y lo profesional van de la mano y son casi indivisibles. 

UN LIBRO MUY ÍNTIMO

UN LIBRO MUY ÍNTIMOLa verdad es que es el libro más emocionante que he hecho nunca. El dibujo es supersugerente y ver los escenarios reales de cosas que te han pasado impresiona muchísimo. Es muy conmovedor. Es casi como parir a un hijo. ¡Todavía sigo alucinando! A Martín nunca le he visto sacar una lágrima con ninguno de nuestros libros (y mira que tenemos unos cuantos) y con este, sí. Es un recorrido vital. Es verse de críos, recordar cuando se muere mi padre, cuando me caso, cuando nos quitamos de encima a unos socios pésimos...

Es, además, un libro muy completo, redondo, porque aparte de todo el tema personal, El lector encontrará un buen puñado de recetas tradicionales y muy atractivas. 

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Y todo ello sin perder de vista a todos los profesionales que admiramos y que en todo este tiempo nos han ayudado e inspirado de alguna manera. Así, esta obra se convierte también en un sentido tributo a aquellos que nos han permitido hacer lo que más nos gusta, a la gente que nos ha enseñado el oficio. Desde el principio, ese fue otro de los objetivos con los que nació el libro: agradecer toda esa ayuda y esfuerzo de colegas y familiares. Además, aparecen nuestros amigos, nuestros restaurantes preferidos, las ciudades que hemos visitado. ¡Es un cómic muy completo!. Porque si hay algo que nos obsesiona es que las recetas le salgan al lector, y para que eso sea así las escribimos con la mayor precisión posible. En mi caso, intento que sean muy sencillas y fáciles de ejecutar. Y en el caso de Martín intentamos que sus recetas, aunque sean un poco más complicadas, resulten accesibles a todo el mundo. Son recetas de casa, de siempre. Me gusta que la gente conozca el origen de las recetas, y eso se cuenta en el libro. Yo personalmente me quedo con la tortilla de patata, pero, claro, hay muchas más y todas están plasmadas en unas ilustraciones muy explicativas, que beben directamente de los guiones que elaboramos Martín y yo para los programas de televisión y que nunca habían salido a la luz hasta ahora. 

Finalmente, creo que el título merece mención especial. El cómic no tiene título, pero sí un largo subtítulo. Al final, nos ha salido una suerte de homenaje a libros de Pío Baroja, de esos de caballería. No nos planteamos en ningún momento qué título debería llevar el cómic, y al final decidimos no ponérselo. No pensamos que fuese algo importante para la obra.