ENTREVISTA A ÒSCAR BROC, PERIODISTA CULTURAL

"Somos unos cerdos"

"Cuando el lavabo no es nuestro somos capaces de mearnos fuera e irnos tan tranquilos"

Òscar Broc bromea con un váter que 'huele' a rosas

Òscar Broc bromea con un váter que 'huele' a rosas / MARTA JORDI

ALBERTO LARRIBA / BARCELONA

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Pocos periodistas aceptarían el reto de escribir sobre algo tan poco glamuroso como el váter. Pero Òscar Broc (Barcelona, 1975) sí se atrevió. Hombre de culo inquieto, ha sentado sus posaderas en muchos retretes de nuestra ciudad. La escatológica experiencia le sirvió para escribir una sección de culto en la revista de ocio 'Time Out', donde colabora, y el libro 'Barcelona és una merda'. El polifacético personaje escribe también para On Barcelona (EL PERIÓDICO) y 'El Comidista' ('El País'), es crítico de televisión en el programa ‘Arucitys’ (8TV) y está al frente del programa musical 'Beats per minut' (iCat) dedicado a la música electrónica.             

El 14 de marzo del 2012 se publicó la primera edición de 'Barcelona és una merda', una ruta por los váteres más extraños, cómodos, pijos y sucios de la ciudad. ¿Cómo surgió la idea de escribir un libro sobre retretes? La revista 'Time Out' me encargó una sección para que escribiera sobre lavabos. Lo que empezó siendo un ejercicio psicodélico y delirante derivó en pequeñas crónicas literarias inspiradas en estos espacios. Entonces me llamaron de la editorial Contra y me propusieron escribir un libro de los baños más frikis y extraños de Barcelona con buenas fotografías y textos nuevos y ampliados.

¿Con qué ánimo afrontó el proyecto? ¿Sacó su instinto provocador? Hacer algo serio no tenía mucho sentido. La intención era provocar, sacar punta a algo tan absurdo como es entrar en un lavabo [de incógnito], hacer una foto y escribir una crítica.

¿Extrajo alguna conclusión? He podido comprobar que los lavabos muestran el lado oscuro de la personalidad del dueño del local. Son una extensión clarísima del propietario, incluso más que el propio bar.

"Que haya personas que tengan que hacer sus necesidades al aire libre es un síntoma de subdesarrollo"

Òscar Broc

— Periodista cultural

¿Hubo reacciones adversas? Ni la editorial ni yo pensamos que tendríamos una respuesta negativa por parte de nadie. El tono desquiciado de los textos no alentaba la queja. Fue un acto compulsivo, aunque no sé como después de escribir el libro no me encarcelaron [risas].

¿Dónde encontró la inspiración para crear sus disparatadas historias? La idea era utilizar algún elemento extraño del lavabo para crear una historia delirante. Por ejemplo, a partir de un dibujo en la pared podía acabar escribiendo del tamaño del pene de Luke Skywalker o de Jordi Pujol y su familia de indígenas. También recuerdo el baño del bar Piratas –no sé si aún existe– donde los camareros iban vestidos de Jack Sparrow y la cadena del váter era una soga. Eso me dio pie a fabular con que aquella cuerda servía para suicidarse y defecar a la vez.

¿Se atrevería a hacer un retrato robot de los retretes de Barcelona? Más que un retrato robot yo creo que se pueden distinguir dos grandes bloques: uno, los aseos apocalípticos, prehistóricos, decadentes, que siempre huelen a orín concentrado y mantienen un color amarillo permanente aunque se desinfecten, y otro, los servicios de locales de moda, temáticos, innovadores y creativos, como el del bar Cañete, que tiene el dibujo de una señora mayor pintado junto al aseo. Ese retrato inspiró el personaje de Teresa Pixum.  

¿Mantiene una relación 'especial' con los váteres? Me gustan los lavabos por su capacidad de aislamiento. Es la habitación más aislada que existe, un espacio ideal para pensar, leer o pasar el rato. No concibo cagar sin nada en las manos, ya sea un libro, un cómic, el móvil...

¿Ha vivido alguna experiencia alucinante dentro de un lavabo? Que se pueda explicar, no. Yo creo que la historia auténtica que transcurre en un lavabo es aquella que no recordamos. Sin embargo, hay servicios proclives a que pasen cosas. Uno de ellos es el bar Sub Rosa del barrio Gòtic. Se trata de un cubículo terrorífico, con una luz tenue al estilo de una sala de interrogatorios cutre. Todas las paredes están recubiertas de fotografías sadomasoquistas que crean un ambiente intimidatorio y asfixiante.   

"He comprobado que los aseos muestran el lado oscuro de la personalidad del dueño del local"

Òscar Broc

— Periodista cultural

¿Qué le parece que se celebre el Día Mundial del Retrete? Ya que celebramos muchas cosas absurdas, dedicar un día al váter, un lugar donde pasamos muchas horas, me parece una buena idea.

¿Qué opinión le merece que 2.400 millones de personas no tengan acceso a un retrete? Intuyo que la falta de higiene y saneamiento es un peligro para la salud pública y revela un déficit de infraestructuras alarmante e inaceptable.

Según la OMS y Unicef, una de cada diez personas defecan al aire libre. ¿Le sorprende este dato? Que haya personas que tengan que hacer sus necesidades al aire libre es un síntoma de subdesarrollo y denota la dejadez de los gobernantes por esta cuestión. Es indignante y humillante.

¿Se le ocurre alguna solución? No domino el tema, pero deduzco que una solución podría ser habilitar servicios públicos para cubrir estas necesidades y educar a la gente para que sepa utilizar bien estos espacios.

En sociedades desarrolladas como la nuestra, ¿cree que la opinión pública contempla este problema como algo surrealista? Supongo que aquí tenemos muy interiorizado que estas cosas no pasan. Tendemos a relativizarlo todo. Cuando explico que he escrito un libro sobre retretes, la gente se descojona, y lo entiendo. Y si le dices a alguien que en la India tienen problemas porque hay personas que cagan en la calle, puede ser que piensen que morir de hambre es más importante. Tendríamos que ser más conscientes de lo que supone que una gran parte de la población mundial no disponga de infraestructuras para canalizar los excrementos y los orines.

Tras su inmersión en el mundo del retrete, ¿diría que Barcelona aprueba en esta materia o necesita mejorar? Yo no creo que en Barcelona los lavabos sean un problema. No son lugares insalubres y asquerosos, pero sí es cierto que no estamos a la altura de países desarrollados como Japón en los que la pulcritud y la limpieza es fundamental. Recuerdo que cuando era pequeño había aseos públicos en la ciudad y ahora prácticamente no quedan. La cultura del lavabo público se ha perdido quizás por el comportamiento incívico de muchas personas. La culpa no es tanto de los lavabos ni de los propietarios sino de la gente que los utiliza. Somos unos auténticos cerdos. Cuando el lavabo no es nuestro somos capaces de mearnos fuera e irnos tan tranquilos.