BIBLIOGRAFÍA AZULGRANA

Historia de los clásicos: "Las hostilidades entre Barça y Madrid comienzan de verdad con Di Stéfano"

'El Clásico: historias y anécdotas de una rivalidad eterna', escrito por Frederic Porta y Manuel Tomás, repasa la infinidad de episodios sorprendentes que han marcado los duelos entre los dos grandes del fútbol español

Johan Cruyff

Johan Cruyff / FCB

Albert Guasch

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El Barça-Madrid, o Madrid-Barça, es un partido estridente desde hace casi 125 años, desde la fundación de ambos clubs prácticamente. Es una rivalidad deportiva que no se entiende sin la rivalidad política. Durante todos estos años ha producido una infinidad de episodios que esperan a que una Netflix o una HBO le clave su claqueta. 'El Clásico: historias y anécdotas de una rivalidad eterna' (Barça Books), libro recién salido del horno de Frederic Porta y Manuel Tomás, sería un aconsejable punto de partida para encontrar la inspiración audiovisual. A las puertas de una nueva confrontación -este domingo será el capítulo 257-, los dos autores repasan y analizan la naturaleza de lo que el fútbol moderno denomina como el clásico.

¿Por qué se le llama el clásico? Es un término relativamente nuevo.

FREDERIC PORTA: A mí todavía me da rabia lo de clásico, porque le veo claramente un término de márketing. Nace en torno al comienzo de milenio y se lo está arrogando alguna gente. Como explicamos al principio del libro, al final es una joint venture de los dos clubs, que han ido a registrar la denominación para que nadie se la arrebate y que, por interés, conviene a ambos.

MANUEL TOMÁS: Yo incluso añadiría que esa connotación de márketing que tiene queda muy claro cuando se traslada al fútbol femenino, porque se ha llegado al punto de llamar clásico al Barça-Madrid del femenino cuando llevan solo cuatro años enfrentándose.

¿A partir de qué momento los Barça-Madrid se disputan a cara de perro?

M. T.A lo largo de la historia encontramos polémicas y controversias puntuales. En 1916, en una eliminatoria del Campeonato de España, el Barça se retira del campo del Madrid por la manifiesta parcialidad arbitral. Luego tenemos el caso flagrante del 11-1 de Chamartín del año 43, que fue una encerrona brutal, y tanto el público como los estamentos arbitrales y policiales se comportaron de forma salvaje. Pero si vamos al grano de la pregunta, cuando empiezan las hostilidades manifiestas y ya se configura la rivalidad Barça-Madrid bajo un prisma moderno es con el estallido del caso Di Stéfano, en 1953. Un caso súper conocido por todos que, resumido, el Barça tenía fichado a esta estrella argentina porque había llegado a un acuerdo con el club que poseía sus derechos legales, el River Plate. En cambio, el Madrid llegó a un acuerdo con el club con el que estaba jugando de forma ilegal, que era el Millonarios de Bogotá. La ley, en un principio, asistía al Barça, pero la dictadura franquista, con muchas malas artes, hizo que de forma fraudulenta Di Stéfano llegara al Madrid y se inició la primera época gloriosa del equipo blanco con las primeras Copas de Europa consecutivas y es cuando en la mentalidad del aficionado azulgrana se plantó esta idea tan fastidiosa que a partir de entonces el Barça tenía que luchar siempre contra algo más que un rival deportivo, que había algo más que iba contra el Barça. Y se empezó a formar, a partir de ese 1953, la idea de que el Madrid contaba con el favoritismo arbitral, federativo, estatal e institucional. Y es cuando se conforma la rivalidad que hasta la fecha ha perdurado y perdurará para siempre.

Roni

Roni / JORDI COTRINA

F. P. El Madrid es el primer club estado de la historia, sin duda. El rival del Barça hasta entonces era el Espanyol, pero entonces el socio barcelonista se da cuenta que el rival con poder federativo, arbitral e institucional será el Real Madrid.

M. T. Debemos considerar también la época que estaban y de dónde venían. Estamos hablando de 1953, cuando el Barça de Kubala había logrado dos dobletes consecutivos, la Liga y Copa del Generalísimo. Había ganado la Copa Latina de los 52, que era la proto Copa de Europa de entonces. Y la dictadura franquista tenía clavada en el recuerdo el recibimiento que tuvo el Barça por esa Copa Latina. Un millón de barceloneses recibieron al Barça en las calles. Una manifestación no política, pero que se produjo en una época en que no había derecho de reunión ni de manifestación. No degeneró en ninguna reivindicación política, fue una manifestación de alegría pura y dura, deportiva, pero la dictadura se asustó. El régimen necesitaba un embajador deportivo que abriese la dictadura al mundo. De ninguna manera podía ser el Barça, un club con un pasado republicano, democrático, liberal y catalanista. Si el Barça hubiera juntado a Kubala y Di Stéfano hubiera sido un tándem equiparable, que sé yo, a Pelé y Cruyff en su momento, ¿no? Esto no se podía aceptar de ninguna manera y por eso ocurrió lo que ocurrió con Di Stéfano.

O sea, hasta Di Stefano, era una rivalidad blanda.

F. P. No existe una rivalidad definida, porque incluso el 11-1 famoso del 43 es un recordatorio por parte del régimen de quién ha ganado la guerra. Es a partir del 53 cuando estallan las hostilidades abiertamente.

M. T. Rivalidad deportiva directa no había. Sí había una rivalidad extradeportiva. Trascendía lo deportivo para ir a lo sociopolítico. Si el Barça era recibido mal en Chamartín no era por ser el Barça, sino por ser un equipo catalán. Ocurrió en la época de la Restauración, en la dictadura de Primo de Rivera, en la República y en la dictadura franquista.

¿Cuáles han sido los recibimientos más hostiles en Madrid o Barcelona?

F. P.: El 11-1 en el campo del Madrid, sin duda, del 43. Y el recibimiento a Figo es insuperable.

Vayamos al grano. Robos arbitrales. ¿Por qué el penalti de Guruceta se hizo tan escandaloso y simbólico?

F. P. Es emblemático porque significa la gota que derrama el vaso. Llega un tipo y señala un penalti, que está claramente fuera del área, cuando estás a punto de remontar contra el Madrid en casa.

M. T. Provocó un problema de alteración de orden público. La gente invadió el campo, la policía llevó a cabo cargas policiales, que se reprodujeron en las afueras del estadio, se quemó una unidad de móvil de TVE... Toda esta furia desatada tenía un origen. Era muchos y muchos años de agravios y de injusticias. Existía un caldo de cultivo brutal.

F. P. Es que los Barça-Madrid tienen la virtud de llevar la rivalidad hasta el paroxismo. La fuerza simbólica que tiene el 0-5 del 74 es que para algunos es el primer aviso de que la democracia está llegando. Fue un orgasmo colectivo en plena dictadura, un 0-5 apoyado por los demócratas de toda España. Vimos el paroxismo también en los cuatro clásicos entre Guardiola y Mourinho. El ambiente era tóxico y socialmente irrespirable. El país se partió otra vez en dos entre culés y merengues.

Indican que en los últimos años se ha producido una laminación identitaria del Barça. ¿Cómo afecta a la intensidad de los Barça-Madrid?

M. T. Es inevitable que se produzca esa laminación identitaria en un club como el Barça. Hoy en día, lo del 'Més que un club' se ha diversificado y significa muchas cosas, y es una expresión que se aplica para cualquier connotación extradeportiva del Barça. Las reivindicaciones políticas ya no son tan importantes. Y el Barça es ahora un club cosmopolita, tiene muchas sensibilidades dentro de su seno, a diferencia de hace unos años o hace muchos años que era más monolítico. La concepción centralista versus concepción catalanista sigue existiendo, pero convive con expresiones de animadversión meramente deportiva.

F. P. Lo de 'Més que un club' tenía un sentido catalanista, pero ha quedado diluido y se ha convertido en un lema de márketing. Si los culés, que en general desconocen su historia, supieran lo bestias y decididamente catalanistas y separatistas que eran los socios de los años 20, se tirarían de los pelos. Éste era un club que proclamaba tres días de luto oficial por la muerte por huelga de hambre de un alcalde de Cork, Terry MacSwiney, del IRA. Imagínate esto en 2024, cuando la identidad catalana se está diluyendo e incluso el propio presidente ya no es tan beligerante en un sentido independentista, ni tan desacomplejado, comparado con 2003.

Piqué, en el 5-0 del 2010.

Piqué, en el 5-0 del 2010. / Jordi Cotrina

Si pudieran revisar un Barça-Madrid de la historia, uno solo, ¿cuál elegirían?

F. P. El último 5-0, el del 2010, con ese festival de rondos enormes en el medio del campo. Todos los culés teníamos la sensación histórica de que era el día que podíamos meterles 10. Fue extraordinario. Y una jugada, para ver hasta la extenuación, es la cola de vaca de Romário a Alkorta.

M. T. Iba a decir el mismo, me lo has quitado de la boca. Ese día parecía que el Barça jugaba contra un equipo de Segunda División. Fue un baño total. Nunca se vio nada igual. Mi partido alternativo, y es por un recuerdo personal de cuando era pequeño, sería el del 28 de diciembre de 1975. El Barça ganó por 2-1 gracias a un gol en el último minuto de Rexach con un disparo de fuera del área. Charly jugó un partido horrible y prácticamente la primera que tocó bien fue gol. Fue famoso por ser el primer clásico después de la muerte de Franco y en el campo se vieron senyeras en las gradas, que estaban prohibidas, gracias a la iniciativa de Jacint Borràs, que gestionó que se compraran telas amarillas y rojas y que cosieran y se llevaran al Camp Nou. Yo estaba delante de la tele con mi padre y cuando marcó el grito que pegué fue inenarrable.