El final de la ronda catalana
Pogacar gana la Volta como un huracán humano
El ciclista esloveno se impone también en la última etapa después de exhibirse desde el primer día y sube a lo más alto del podio catalán junto a Mikel Landa, segundo, y Egan Bernal, tercero, en una carrera que presentó a Pradell en la sociedad ciclista.
Multimedia / Pradell, el coloso de la Volta.
La carta del restaurante ciclista.
Sergi López-Egea
Sergi López-EgeaPeriodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. He seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Una Barcelona gris con la amenaza de una lluvia, que desgraciadamente siempre acaba en agua de borrajas, recibió a un ciclista irrepetible y único en su especie, llamado Tadej Pogacar y que no sólo ganó la Volta sino la última etapa de la carrera. Y al esprint. ‘Pogi’ pasó por Catalunya arrasando como un huracán con un pedaleo tan fino como potente e incapaz de obtener la respuesta de ninguno de sus contrincantes. De este modo ganó la prueba con la mayor diferencia entre el primero y el segundo desde 1983 cuando Pepe Recio le sacó 4.26 minutos a Faustino Rupérez, dos de los ases del ciclismo español en la década de los 80.
Pogacar, sobre todo, ganó la Volta de la etapa de Pradell, un monte que debe quedarse como templo del ciclismo catalán, una cumbre que ha tardado demasiado tiempo en recibir el bautismo del deporte profesional, pero que ha llegado para convertirse a partir de ahora en el símbolo de la carrera y de una comarca llamada Berguedà que quiere ser el reclamo cicloturismo internacional.
El fenómeno esloveno ganó cuatro de las siete etapas y hasta se le escapó la victoria del primer día de competición en Sant Feliu de Guíxols por apenas un suspiro. Arrasó en Catalunya, camino del Giro que ganará si no le surge un contratiempo, y decidido, ya en julio, a conseguir el reto más difícil si cabe, una tercera victoria en el Tour. Y allí, en Francia, en la más grande carrera ciclista, es donde la aparece la piedra en su particular zapato, donde surge su mayor opositor y el único que puede hacerle perder las elecciones francesas. Jonas Vingegaard -quién sabe si será el próximo visitante de lujo en la Volta- es tan y tan bueno que hasta resulta fácil lanzarlo a la escena del Tour como principal favorito, por encima, si cabe, de Pogacar, que asume el riesgo de llegar a la Grande Boucle con el cansancio del Giro y sabiendo que debe romper el maleficio que indica que desde 1998, en un año marcado por el dopaje, nadie ha podido emular a Marco Pantani, el último que logró el doblete en rosa y amarillo.
Entre Pogacar y Vingegaard
Sin embargo, Pogacar evidenció en la Volta el mismo carácter que exhibió Vingegaard en Galicia (O Gran Camiño) y en la Tirreno-Adriático y que no ha sido otra cosa que salir a devastar cada vez que el recorrido se lo permitía. Entre ambos han ganado tres rondas por etapas y un total de nueve etapas; se lo han comido todo; a los rivales, con patatas fritas. Sólo se encontrarán en el Tour, “en la gran batalla”, tal como denominó Vingegaard en febrero la pelea por la ronda francesa donde también quieren entrar Remco Evenepoel y Primoz Roglic. El belga ya evidenció en la París-Niza un carácter tan aguerrido como la pareja danesa y eslovena, pero Roglic sembró muchas dudas en un estreno flojo, irregular y desconocido hasta ahora tras cambiar el Jumbo por el Bora.
Precisamente, Evenepoel, a partir de la Itzulia (del 1 al 6 de abril), donde coincidirá en tierras vascas con Vingegaard y Roglic, contará con el auxilio de un corredor, Mikel Landa, que con la segunda plaza en la Volta ha brillado también con luz propia por las carreteras catalanas. Landa, 34 años, se ha rejuvenecido en Catalunya, el único que ha tratado de atacar a Pogacar y el que con la experiencia en piernas y cabeza constató que era una locura que sólo llevaba al fondo del pozo tratar de seguir al fenómeno esloveno. Landa, a partir de ahora, deberá colocarse el mono de trabajo para convertirse en el guía espiritual de Evenepoel. Por eso, lo fichó el Soudal, para serenar a Remco en los momentos claves, para apaciguarlo en el Tour y para tratar de dejarlo fresco cerca de las cumbres a fin de que pueda responder a las ofensivas de Vingegaard y Pogacar en los Alpes y en los Pirineos. Luego, ya en la Vuelta, Landa volverá a ejercer de jefe como ha hecho en la Volta, algo que, por otro lado, le entusiasma y por lo que está tan feliz esta temporada.
La Volta ha servido también para constatar la recuperación de Egan Bernal, vencedor del Tour de 2019 y del Giro de 2021 y que casi pierde la vida en Colombia, su país, en enero de 2022 cuando impactó de forma violenta contra un autobús mientras entrenaba con sus compañeros del Ineos. Primero los médicos lucharon por salvarlo y después para que pudiera recuperarse lo mejor posible para la vida corriente. Nunca plantearon el retorno de Bernal al deporte profesional y jamás que dos años más tarde terminase una carrera como la Volta en la tercera plaza de la general. Todavía no es el Bernal que, sin duda, habría respondido a Pogacar, pero ya ve la salida del túnel. Se acabó la Volta, la mejor en años. La Volta de Pradell y de la esperanza ciclista en Catalunya.
Las clasificaciones finales de la Volta