EL RIVAL AZULGRANA EN CUARTOS

Así juega el PSG de Luis Enrique: Mbappé (y Dembélé), contra el Barça

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Mbappé celebra el 0-1.

Mbappé celebra el 0-1. / UEFA

Marcos López

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De nuevo, el Paris SG. Un viejo conocido se cruza en el camino del Barça. Será en los cuartos de final de la Champions. Un equipo que evoca noches memorables en el Camp Nou (aquel 6-1, precisamente, con Luis Enrique en el banquillo azulgrana en 2017, preludio de la marcha de Neymar) y noches tristes como cuando Mbappé se escapó de un impotente Piqué reflejando el declive del Barça con aquella terrible caída (2021). Y retorna Luis Enrique, el último técnico que guió a los azulgranas a la conquista de la Copa de Europa (2015).

No solo volverá ‘Lucho’ sino que también regresará Dembélé, a quien Xavi quiso hacer el mejor jugador del mundo en su posición, pero este prefirió marcharse a París dejando una casa vacía que ha llenado con luz y magia Lamine Yamal. Tras gastarse 380 millones en fichajes entre el verano pasado y este invierno, el PSG cree que ha llegado su momento, si no lo impiden, claro, los azulgranas.

Último precedente con el Barça: los octavos de final 20-21. El PSG se paseó en el Camp Nou (1-4), con un triplete de Mbappé y aguantó el empate en el París (1-1) en el primer viaje de Joan Laporta, recién investido presidente otra vez.

Mbappé, en el banquillo, y Luis Enrique, en un partido del PSG en el Parque de los Príncipes.

Mbappé, en el banquillo, y Luis Enrique, en un partido del PSG en el Parque de los Príncipes. / Afp

Luis Enrique, un técnico intervencionista

Estuvo tres años en el Camp Nou conquistando el triplete. Fue la última época de gloria del Barça. Desde entonces, el caos. Supo Luis Enrique dotar de una identidad propia y distinta, apoyado en la descomunal fuerza que proyectaba el tridente Messi-Neymar-Suárez. Se fue por voluntad propia dejando la Champions de Berlín, la última que ha logrado el Barça. Ahora, tras su paso por la selección española, está construyendo un nuevo Paris SG, intervencionista como es desde el banquillo. Es el líder del equipo, por mucho que esté Mbappé en el césped. Técnico moderno y flexible capaz, por ejemplo, de inventarse un nuevo rol para Dembélé, a quien situó en la vuelta contra la Real Sociedad de segundo punta, interior o ‘falso nueve’, pero lejos de la banda para abrir rutas nuevas para Mbappé. Es su primer año en Francia, lidera la Liga francesa, con 56 puntos, 10 de ventaja sobre el Brest (46).

Mbappé marca uno de sus dos goles a la Real Sociedad en San Sebastián para meter al PSG en cuartos.

Mbappé marca uno de sus dos goles a la Real Sociedad en San Sebastián para meter al PSG en cuartos. / Afp

Kylyan, una máquina de hacer goles

En su última temporada en París, el delantero se quiere ir por la puerta grande. Es su momento. Tras comprobar que su cohabitación con Neymar y Messi no le llevó a la cima europea, Mbappé ha encontrado, al fin, su ecosistema, más allá de las discusiones contractuales y de los problemas con Luis Enrique. Está en racha. Vuela el delantero en el campo. Suma 35 goles en los 36 partidos que ha disputado con el PSG y siente, además, que puede terminar sus siete años en el Parque de los Príncipes de la mejor manera posible. Ha jugado de ‘nueve’, donde se siente más incómodo, pero no deja de marcar goles, y recostado en la banda izquierda, donde le anotó dos golazos en San Sebastián para eliminar a la Real Sociedad. En plenitud física, y justo ahora cuando está a punto de anunciar su futuro, Mbappé es la verdadera amenaza para el Barça. Sin él, todo sería distinto. Con él, y solo falta ver lo que hizo la última vez que pisó el Camp Nou (febrero 2021) cuando consiguió tres tantos (1-4).

Dembélé cabecea un balón ante Gordon durante el Newcastle-PSG de la Champions.

Dembélé cabecea un balón ante Gordon durante el Newcastle-PSG de la Champions. / Afp

Dembélé brilla y no se lesiona

Juega mucho. Y no se lesiona nunca. Además, está brillando el exdelantero azulgrana en un papel que apenas se le había visto en sus seis años en el Camp Nou. Dembélé juega de extremo puro, tal y como lo solía usar Xavi, pero también está siendo determinante en otras funciones, tal y como lo está utilizando Luis Enrique. Coincide el técnico del Paris SG con el del Barça. "Es el mejor del mundo en su posición", cuenta el asturiano, que está disfrutando, además, de la mejor versión de Ousmane. La mejor y, sobre todo, la más regular. Ha jugado 32 partidos en esta temporada y no se ha perdido ni uno solo por lesión. Algo que resulta increíble si se compara con su pasado lleno de problemas físicos en el Camp Nou. Apenas marca (solo lleva un gol en sus 2.104 minutos de competición y fue en noviembre en la goleada, por 5-2, al Mónaco), pero ha elevado el tono de su generosidad porque ha repartido hasta 12 asistencias. Es, sin duda, un nuevo Ousmane. Más poliédrico.

Los jugadores del PSG festejan en San Sebastián su pase a cuartos tras eliminar a la Real Sociedad.

Los jugadores del PSG festejan en San Sebastián su pase a cuartos tras eliminar a la Real Sociedad. / Juan Herrero / Efe

Un equipo que cambia de piel

El trabajo es complejo. Hay dinero, siempre lo ha tenido el PSG desde que entró Catar a convertirse en su dueño, pero nunca ha tenido un equipo coherente, equilibrado y fiable. Ni siquiera con Messi, Neymar y Mbappé. Quizá entonces fue su peor momento. Mucha expectativa, poco premio. En Francia, sí; en Europa, nunca. Ahora, Luis Enrique está cambiando la filosofía de ese club intentando dotarle de un aire colectivo y solidario recurriendo al 4-3-3, abriendo la puerta a jóvenes prometedores como Zaïre-Emery, una de las sensaciones del Parque de los Príncipes y encontrando puntos de encuentro en el ataque entre Barcola, Dembélé y Mbappé. Todo dirigido en el centro del campo por Vitinha, quien, poco a poco, está encontrando su lugar, mientras la defensa que protege a Donnarumma es rocosa y fuerte, aunque esté en construcción. Hakimi (se perderá la ida por sanción), Lucas Hernández y Nuno Mendes acaban de conocer a Beraldo, un joven central brasileño que llegó en enero del Sao Paulo. Costó 20 millones de euros y en San Sebastián enseñó lo que es. Y lo que puede llegar a ser. “El equipo ha demostrado que puede batir a todo el mundo, no tenemos miedo”, contó entonces Luis Enrique, tras eliminar a la Real. Es un equipo que lleva su sello: intenso, rápido, vertical, agresivo y, sobre todo, indesmayable. Juega a toda velocidad, sin pausa alguna.