Supercopa de España
Imagen vergonzosa en la Supercopa: gradas vacías en la gesta del Levante ante el Atlético (1-3)
El conjunto granota se lleva la semifinal en el segundo tiempo de la prórroga con una diana de Gabi Nunes
El proyecto (fallido) del Real Madrid vuelve a reencontrarse con el Barça
Laia Bonals
Redactora de deportes
Laia Bonals es redactora de deporte de El Periódico desde abril de 2023. Antes, formó parte de la sección de deporte del ARA, donde empezó su especialización en deporte femenino la temporada en la que el Barça ganó su primera Champions en Goteborg. Desde entonces, ha sido la especialista en el creciente mundo del deporte femenino, siempre preocupada contar las historias de las atletas que están cambiando el mundo y rompiendo techos de cristal.
Colabora con las emisoras de radio Catalunya Ràdio y RAC1, además de las cadenas televisivas de Gol TV y Teledeporte.
Una lástima, la verdad. Lo que sucedió en la semifinal que selló el billete a la final de la Supercopa de España para el Levante, tras derrotar al Atlético de Madrid (1-3), vuelve a dejar en muy mal lugar a la Federación, encargada de organizar el torneo. Tras el caos organizativo —hasta pocas semanas antes de la cita no se sabía la sede del torneo y no se pusieron a la venta las entradas hasta prácticamente la semana previa— las gradas del Estadio Municipal de Butarque estaban vacías. Poco más de 1.000 aficionados presenciaron el partido que enfrentó al Atlético y Levante.
La imagen era dantesca y vergonzosa. Las gradas azules del estado madrileño relucían a la luz de los focos. Ni colas en las entradas, ni pasillos de gente en las puertas para acceder a la grada. No fue culpa del frío ni de la lluvia, que atizó Madrid la noche del martes. Fue la Federación quien, con su falta de planificación y organización para la competición femenina, volvieron a demostrar todo el camino que queda por hacer para que el deporte femenino sea respetado. La escasa (casi inexistente) promoción y los horarios a media tarde entre semana tampoco ayudaron y provocaron que un partido entre dos de los equipos más competitivos de la Liga F solo los presenciaran un millar de aficionados (en un estadio con capacidad para más de 12 mil).
Pese al pobre aspecto del escenario, Levante y Atlético de Madrid protagonizaron un partido a la altura de las circunstancias. El encuentro, antesala del clásico, prometía teniendo en cuenta los antecedentes entre ambos equipos y, el cuadro granota salió con una marcha más y puso contra las cuerdas al equipo colchonero. A los escasos minutos, la colegiada señaló la pena máxima a favor del Levante después que Andrea Medina derribara a Mayra Ramírez dentro del área. Ángela Sosa, en el día de su cumpleaños, cogió el balón como un resorte. Lo acomodó sobre el punto blanco que marcaba la distancia reglamentaria, levantó la cabeza y miró a Lola Gallardo. Las dos habían coincidido en las filas del Atlético de Madrid y ahora se veían las caras en esas circunstancias. La granota ajustó el balón al palo izquierdo y, pese a que la guardameta sevillana adivinó el disparo, no pudo hacer suficiente para rechazar el balón, que se relamió al chocar contra la red.
La explosión de alegría del conjunto levantino hizo reaccionar a las colchoneras, que tras el gol tiraron de carácter y, poco a poco, fueron amedrentando al equipo dirigido por Sánchez Vera. En el 20 ya tenían la sartén por el mango y Rasheedat Ajibade volvió a poner el empate en el marcador tras una jugada colectiva. De nuevo igualado el resultado, el Atlético de Madrid dominó el encuentro.
Decidido en la prórroga
Tras un segundo tiempo igualado, donde Levante intentó adueñarse del centro del campo, mientras que el Atlético tiró de piernas y determinación. Sin embargo, el marcador no se movió del 1-1 y, tras cumplirse los noventa minutos reglamentarios, la colegiada dio paso a la prórroga. En el tiempo extra, el guión siguió igual: ninguno de los dos equipos quiso arriesgar más de la cuenta, conscientes que tenían más que perder que no que ganar.
El Levante lo intentó sin parar. Lo luchó ante un gigante como el Atlético de Madrid. Se resistió a bajar los brazos y es que por algo vas segundas de la Liga siendo uno de los equipos más sólidos de la competición. Había perdido el protagonismo durante la segunda parte de la prórroga, estaba a punto de ceder ante la intensidad ofensiva del Atlético de Madrid, pero el Levante se encomendó Gabi Nunes.
La delantera echó a llorar cuando el balón superó la línea de gol. No se lo podía creer. Se tiró al suelo entre sollozos, donde fue abrazada por sus compañeras y celebró quitándose la camiseta. Las granotas no se lo podían creer. Estaban por delante en el marcador de nuevo y, una vez más, tiraron de pasión e ilusión. Nunes volvió a hacer de las suyas y, en el último instante de la prórroga, anotó el tercero que sellaba su billete para la final de la Supercopa, donde ya esperan al equipo vencedor del clásico.
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