Opinión | Barraca y tangana

Enrique Ballester

Si quieres, puedes por Enrique Ballester

Empiezo a sospechar que al VAR, cuando pase un tiempo, le puede pasar lo del porno, la política o las series malas: cada vez tendrá que ir un poco más allá para mantener la atención de la audiencia

Ovación, manteo y colleja

Contagio de vestuario

Barraca y Tangana

Barraca y Tangana

Cada semana pitan algún penalti propio de los nuevos tiempos y los futbolistas se excusan a pie de campo. Los futbolistas se encogen de hombros, se inclinan sobre el micrófono y dicen «es que no me puedo cortar la mano» y yo, desde mi sofá, no lo tengo tan claro. Porque a ver, técnicamente, la práctica quirúrgica ha avanzado lo suficiente para que te puedas cortar la mano con una precisión y una seguridad médica e higiénica impecable, si quieres. Otro tema es el grado de compromiso que tengas con el equipo, el lugar que ocupe en tus prioridades vitales ganar ese partido y la importancia real que le des a ese penalti y a lo de tener dos manos, pero poder, puedes. Asúmelo, que te estás autoengañando. Si quieres, puedes. Lo remarco.

En todo caso, aparcando el asunto específico de cortarse o no la mano, estas fantásticas intervenciones del VAR están generando un ejército de afectados: personas adictas al videoarbitraje. Más pronto que tarde, con esta pobre gente habrá que hacer algo. Conozco ya algún grupo clandestino de WhatsApp con VAR Alert. Existen tipos oscuros que aún ven los partidos de fútbol completos y se encargan de avisar al resto de las liadas del VAR. Las comunican a los demás, que no ven los partidos pero se conectan de inmediato al recibir el aviso para disfrutar del realismo mágico arbitral. Falta poco para que en los institutos envíen una circular a los padres advirtiendo de los riesgos, y para que haya clínicas de desintoxicación específicas para esto. De hecho, como ocurre con cualquier desgracia, asoman al hilo algunas ideas de negocio. Dinero sucio: una aplicación que te avise de estos momentos, sin demora, por ejemplo. O una suscripción televisiva solo para los espectáculos arbitrales. Podríamos elegir entre Movistar VAR, Movistar Liga y Movistar Liga de Campeones.

También empiezo a sospechar que al VAR, cuando pase un tiempo, le puede pasar lo del porno, la política o las series malas: cada vez tendrá que ir un poco más allá para mantener la atención de la audiencia. Un día pitarán un penalti porque la pelota roza las uñas de un defensa y no nos causará ningún impacto verlo. Nos parecerá normal porque lo habremos asimilado en nuestro cerebro. Será entonces el momento de introducir un nuevo giro o nuevo género. Quizá el futuro pase por la adopción de los penaltis psicológicos, que ya los deben estar probando en alguna liga minoritaria, una de esas sin seguridad social ni contratos, donde no es tan raro lo de cortarse la mano.

Porque si quieres, puedes. No descarto que alguien se haya propuesto destruir el deporte más popular del planeta a base de implantar ideas de deportes menos exitosos. Si es así, está bordando la tarea.

Por terminar, y en realidad, hay un montón de cosas que pensamos que nos habría gustado conseguir, pero tampoco nos esforzamos tanto. Con el condicional nos conformamos, nosotros los privilegiados. Lo de hacerse premio Nobel, futbolista o millonario es un poco como lo de cortarse la mano. De manera consciente o inconsciente consideramos que no compensaba asumir el esfuerzo necesario. Si había que dejar de comer torreznos, de jugar a la consola o de salir de jueves a sábado, pasando. Honestamente, ahora nos podemos quejar o lamentar, pero intuyo que entonces no nos importaría tanto.