Opinión | GOLPE FRANCO

Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

Aquel lenguaje del fútbol

Alexia Putellas e Irene Paredes en el Mundial

Alexia Putellas e Irene Paredes en el Mundial / EFE

Esta semana hemos escuchado un lenguaje insólito entre quienes practican el fútbol profesional en España. Hasta ahora representantes de los que juegan, o han jugado, en los estadios de cualquiera de las divisiones, se han despreocupado de cultivar lo que dicen. Les ha parecido suficiente con exclamar cualquier monosílabo sobre los árbitros o sobre los resultados, como si el fútbol no diera para más, al menos para muchos de los que lo cultivan en los propios campos.

Hay excepciones, en el presente y en el pasado, y de ellas es importante citar a jugadores como Jorge Valdano (un escritor, por otra parte), Emilio Butragueño o don Luis Suárez, por poner sólo algunos nombres muy conocidos que están acompañados en su manera respetuosa de referirse por lo que hacen o han hecho. Ellos, y otros muchos, se han preocupado por la calidad de las palabras que utilizan para referirse a los contrarios y, también, a los distintos estamentos ocupados por protagonistas de este deporte. 

En el ámbito del fútbol bien hablado, o escrito, hay excepciones abundantes. En mi propia memoria están figuras inolvidables de periodistas o escritores como Gilera o Antonio Valencia y, por supuesto, Antonio Franco o Manuel Vázquez Montalbán, que en épocas distintas de la historia española del fútbol dejaron metáforas de una escritura que ha servido de ejemplo para quienes tenemos al fútbol como una de nuestras fuentes de inspiración literaria o simplemente sintáctica. En épocas más contemporáneas, a las que pertenecen naturalmente Franco y Vázquez Montalbán, patrones de nuestro oficio, en ese y en otros campos, la abundancia de nombres propios llenaría un libro enorme.

La nueva sintaxis de las mujeres

Como es imposible convertir esa lista en unos párrafos de periódico siento que debo poner, como primer patrón de los ejemplos, a Gonzalo Suárez, cuyas crónicas o entrevistas en Dicen o Lean, inolvidables piezas de museo del fútbol escrito, son parte de la leyenda viva de este escritor sobresaliente. En ese ámbito de los que escriben, no sólo para que se entienda ese deporte sino para que su escritura sea parte de las buenas letras españolas, figuran en lugares de honor (entre los que no practicaron el fútbol) Alfredo Relaño, Emilio Pérez de Rozas, Ramón Besa, Manuel Jabois, Luis Nieto, Santiago Segurola… 

Con ellos sigo estando informado o instruido, y con ellos siento que se dignifica, por la vía de la palabra, un deporte que hace años empezó a decirse como si fuera tan solo posible referirse a él con invectivas, insultos o medias palabras, o con epítetos despectivos para los protagonistas del campo o de los palcos. Esa época, que hemos vivido muchos, se ha visto glorificada en función del carácter supuestamente aguerridos de algunos de los protagonistas de aquellas fanfarrias, pero las cosas van cambiando.

Y ahora ese cambio asombra, y no tendría por qué, gracias a la irrupción de una nueva sintaxis que protagonizan en ese momento las mujeres, y en concreto las campeonas del mundo. En medio del enorme barullo que dejó atrás la estúpida apropiación de un éxito que hizo el ex presidente de la Federación Española de Fútbol, pasaron desapercibidas algunas señales de esta importante novedad, el lenguaje del fútbol dicho por las mujeres, con Alexia Putellas al frente. 

Lenguaje lavado

La época del exabrupto, del lugar común, o del adjetivo insuficiente para referirse a la crónica del desarrollo del juego, que da para tanta metáfora, desdeñado generalmente por los futbolistas monosilábicos, ha sido sustituido, con la imperiosa entrada de las mujeres en el fútbol nacional e internacional, por un lenguaje como recién lavado.

Las épocas suelen inaugurarse con lenguajes revolucionarios o tranquilos que sustituyen otros más retrasados o mostrencos. En este momento los banquillos del fútbol masculino, incluido el de algunas personalidades de este deporte que juegan sobre el césped, incluyen personas cuyo lenguaje dista de ser el que yo mismo escuchaba en los campos del pasado. Y aunque falte mucho para que el fútbol se diga, y no sólo en esos ámbitos, con la pulcritud y el arrojo sintáctico que dominan las mujeres, estamos en el campo de que el fútbol se explique como nos enseñaron, por ejemplo, Antonio Valencia, Gonzalo Suárez o Antonio Franco, además de todos los que he tenido el honor de ir citando en este artículo que me gustaría terminar con un nombre propio que ahora honra el modo de decir de este deporte: Alexia Putellas.   

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