LAMINE YAMAL, PAU CUBARSÍ, ENDRICK....
Niños futbolistas y los peligros de la precocidad: "La sociedad no tiene paciencia"

De la Fuente abraza a Lamine Yamal a su llegada a Las Rozas
Todo va muy deprisa. No hay paciencia. Ni tampoco ganas de tenerla. Ansu Fati batía récords de precocidad en el Barça de Valverde y ahora, tal si fuera un juguete roto, está descubriendo el sur de Inglaterra, prestado al Brighton, un club que le ha dado cobijo. No ha podido ni despedirse de sus compañeros, mientras los focos iluminan la juvenil figura de Lamine Yamal. Menos aún de su gente. La precocidad no solo está en la llegada sino también en la marcha. Antes llegas, antes te despiden.
Gavi, con 19 años y 129, ya lleva 100 partidos con la camiseta del primer equipo azulgrana, un récord nunca visto antes. En 1998, Xavi, su entrenador, debutó con 18. En 2002, Iniesta se entrenó con 16 años con Serra Ferrer, pero necesitó dos más (tenía 18 cuando se estrenó con Van Gaal). En 1990, y cuando Guardiola estaba a punto de cumplir 20, Cruyff le abrió la puerta del Camp Nou.

Zaire Emery, Lamine Yamal,Pau Cubarsi y Endrick
"La sociedad no tiene paciencia, los padres, tampoco. Y los representantes favorecen esta celeridad presionando a los club para hallar respuestas a las expectativas e inmediatez de esta sociedad en la que vivimos", reflexiona Rubén Bonastre, quien trabajó durante 22 años en el Barça y 18 de ellos como coordinador pedagógico en La Masia. Ha visto desfilar talentos del máximo nivel, sometidos a presiones deportivas y mentales –no todos resisten- en esa salvaje selección natural que supone vivir y jugar en una de las mejores academias de futbolista.
Niños que irradian la excelencia sobre el césped, pero luego se enfrentan al salto a un mundo adulto donde no hay paciencia. Ni en lo bueno. Cada vez más jóvenes se asoman a la elite. Basta mirar al central Pau Cubarsí, con 16 años, ya entrenando con Xavi en el primer equipo del Barça o el talento francés, de 17, Zaïre-Emery, que deslumbra en el Paris SG de Luis Enrique.

O asistir a la locura por el joven brasileño que despunta y cuesta una fortuna, sin apenas jugar al máximo nivel. El Madrid ha pagado casi 70 millones de euros por Endrick. Tiene solo 16 años y debe estar dos temporadas más en su país antes de alcanzar la mayoría de edad, paso previo a su aterrizaje en Europa. Jude Bellingham, la nueva sensación madridista, debutó con 16 años en el Birmingham. Y con 19, Florentino Pérez ha desembolsado un talón de 110 millones de euros para arrancarlo del Dortmund.
"Se presiona mucho, mucho, mucho..."
Los procesos naturales de formación se acortan porque las expectativas aumentan y el viaje no tiene siempre un final feliz. Ansu, por ejemplo, ni pisó el filial del Barça. De pronto, y con la marcha de Messi al PSG, se vio sepultado por toneladas de presión al heredar ese mágico ‘10’.
Al club le iba de maravilla que lo cogiera él. No fue decisión suya. Pedri debutó con Las Palmas con 16 años. Y con 18 era la bandera del Barça de Koeman y la España de Luis Enrique. Más prisa, más riesgos, más incertidumbre.
"Si los clubs cuando ven que se apaga un poco la luz no le dan la continuidad que necesitas, pues… "
Excoordinador pedagógico de La Masia
"Se presiona mucho, mucho, mucho…", dice con inevitable aire de preocupación Bonastre, acostumbrado a gestionar el material más sensible y, al mismo tiempo, más complejo. Las emociones, la mente, la fortaleza que va más allá del talento futbolístico.
"Si un chico de 16 o 17 años juega bien, ¿qué quiere decir cuidarlo bien? Que juegue más, darle minutos… El tema es tener la paciencia suficiente de entender que llegar es muy difícil, pero mucho más aún es mantenerse", apunta con la experiencia y el conocimiento que le da haber visto desfilar ante sus ojos a niños que eran promesas, estrellas y, en la mayoría de las ocasiones, acaban no alcanzando lo que se espera de ellos.

"Si los clubs cuando ven que se apaga un poco la luz no le dan la continuidad que necesitas, pues… Recuerdo", sostiene Rubén Bonastre, "que Bojan el día en que anunciaba su retirada dijo algo muy importante: ‘¿Cuál ha sido el entrenador más importante que has tenido? Y él dijo: ‘Para mí ha sido Frank Rijkaard, no solo porque me dio la oportunidad de debutar sino porque me dio la continuidad. Esa es la frase. Esa es la clave”, argumenta el excoordinador pedagógico de La Masia.
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