Inicio de LaLiga 23-24

Una Liga rodeada de amenazas busca conjugar sostenibilidad y competitividad

Una decidida apuesta que está lastrando su músculo en el mercado de fichajes y que provoca que la que empieza este viernes sea una competición sin muchas novedades de renombre

Koundé, Vinicius y Gündogan durante el Barça-Madrid jugado en EEUU esta pretemporada.

Koundé, Vinicius y Gündogan durante el Barça-Madrid jugado en EEUU esta pretemporada. / USA TODAY SPORTS

Sergio R.Viñas

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Hubo una vez una liga a la que se la conocía con el grandilocuente sobrenombre de "La Liga de las estrellas". Hubo una vez una liga que reunía en sus dos primeros escalones a los futbolistas más cotizados del mundo y que gozaba de una clase media-alta que competía de tú a tú en el mercado con todos los clubes del mundo, salvo quizá los diez más potentes. Ya no la hay.

Pero también es cierto que hubo una vez una liga en la que la inconsciencia económica era punto primero de cada orden del día, con espacios destacados en las listas de morosos de Hacienda y de la Seguridad Social. Hubo una vez una liga borracha de ambición a cualquier precio, en la que casi todo valía, en la que el volumen de gasto no lo fijaban los balances contables sino las ansias de gloria de los histriónicos presidentes de turno. Tampoco la hay ya.

Almería-Rayo para empezar

Y es en esa dialéctica en la que hoy se mueve LaLiga que preside Javier Tebas y que descorcha su edición 2023-24 este viernes, con un inaugural Almería-Rayo (19.30 horas). Dialogan la sostenibilidad y la competitividad de los clubes españoles en un entorno de crecientes amenazas externas. Al mayor músculo económico y menor preocupación contable de la Premier League se ha unido este verano la tormenta sin fin de petrodólares llegada desde Arabia Saudí.

Y, fuera del fútbol, incluso más allá del deporte, las alternativas de ocio audiovisual (películas y series a demanda a través de OTT, Twitch, Youtube, Tiktok...) y los nuevos hábitos de consumo digital de la sociedad plantean retos de envergadura para la competición española y para su economía. El contrato de televisión firmado para cinco temporadas, de las que todavía restan tres en vigor, le da al fútbol español el respiro que necesita en una época de incertidumbre, en el que los derechos de TV apuntan al estancamiento, si no al declive.

Defiende Tebas que la española, ahora conocida como LaLiga EA Sports, es, junto a la Bundesliga, la única gran liga del continente que es económicamente sostenible y lleva ya muchos meses denunciando el despilfarro de la Premier League, en la que muchos clubes trabajan a pérdidas millonarias asumidas por sus propietarios. "El índice de gastar que les gusta a muchos, no dice nada de la fortaleza de una competición", repetía el máximo mandatario de la competición hace unos días en un tuit.

Sexta liga en inversión

Diga mucho o poco, la realidad es que, a falta de tres semanas para el cierre del mercado (y a falta, sobre todo, de lo que pueda ocurrir con Mbappé), LaLiga es la sexta competición del mundo en inversión en fichajes este curso, por detrás de las otras cuatro grandes ligas de Europa y de la saudí. Los clubes han gastado alrededor de 300 millones de euros, de los que más de un tercio corresponden al fichaje de Jude Bellingham por el Real Madrid.

"La fortaleza de una competición se mide no por lo que gasta, (y en algunos casos derrocha), se mide por su sostenibilidad económica, competitividad y resultados deportivos a lo largo de temporadas", incidía Tebas en el tuit mencionado anteriormente, en el que también denunciaba el trato fiscal que tiene el fútbol español. Censura LaLiga, en una batalla que apunta a reabrirse en cuanto haya un nuevo Gobierno conformado, los altos niveles impositivos con los que se grava el salario de los futbolistas (y también ciertas transacciones) en comparación con el resto de países de su entorno.

Todo lleva a un mercado de perfil bastante bajo. Las incorporaciones de verdadero renombre se limitan, por ahora, a Jude Bellingham e Ilkay Gündogan. Se puede incluso considerar que Real Madrid y Barça (inmersos en faraónicas reformas de sus estadios que les obligan a contener la inversión) empatan con sus propios niveles de plantilla de la temporada pasada, pero hay otros clubes que sin duda han visto reducido su potencial.

Ahí está el Betis, que ha vendido a Rayados de Monterrey a Sergio Canales, quizá su jugador más determinante. Y sobre todo el Villarreal, que ha hecho caja con Jackson, Chukwueze y Pau Torres, en un planificado proceso de desinversión a dos años tras el esfuerzo realizado para competir en la Champions 20/21.

El Sevilla, animador habitual, apenas se ha movido por el momento y la Real Sociedad no ha dado ningún golpe sobre la mesa para encarar su participación en la próxima Champions. El Atlético, por su parte, se ha centrado en fortalecer su defensa con perfiles libres (Azpilicueta y Soyuncu) o de bajo coste (Galán), mientras aspira a una improbable venta multimillonaria de Joao Félix que le dé margen para lo que queda de mercado. Aspira a un centrocampista top y quizá a un delantero, pero en ningún caso a una estrella mundial.

Las bajas: Benzema, Dembélé, Busquets...

LaLiga ha perdido en este mercado, por ahora, a Benzema, Asensio, Busquets, Jordi Alba, Dembélé, Chukwueze, Jackson, Canales, Pau Torres, Kang-in Lee, El Bilal Touré, Musah... Mucho nombre propio de empaque, cada uno a su nivel.

Es cierto que los números generales del mercado están muy condicionados por las penurias económicas que arrastra el Barça desde la pandemia –también las sufren, en menor medida, clubes como Betis y Valencia– y por la determinación de Florentino Pérez de ahorrar y esperar lo que haga falta para vestir de blanco a Mbappé algún día. Pero eso no oculta la realidad de que el fútbol español no tiene la capacidad –o la voluntad– de aguantar el pulso de inversión que vive en su entorno, mientras trata de renovar y fortalecer sus estructuras con los fondos de CVC.

Y en ese contexto arranca este viernes LaLiga EA Sports (y LaLiga Hypermotion, el nuevo nombre de la Segunda), con futbolistas aún pendientes de cambiar equipo e incluso algunos a la espera de que su club tenga margen salarial para inscribirles. Porque la sostenibilidad de la competición es irrenunciable. Aun a costa de perder competitividad.