En Directo

FC Barcelona - Real Madrid (3-0)

El sueño de verano de Fermín López en la goleada del Barcelona frente al Real Madrid

Fermín revienta un clásico de Champions: las claves del Barça-Madrid

El Kylian Mbappé del Barça se llama Fermín López, el 'Messi de El Campillo'

Fermín López marca ante el Real Madrid en Dallas.

Fermín López marca ante el Real Madrid en Dallas. / Afp

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Barcelona encontró lógica en su futbolista más ilógico. Sí, Dembélé. Bendijo sus palos con agua bendita (hasta cinco veces murieron las esperanzas blancas en la madera). Y entendió que un jovencito de Huelva de 20 años que soñaba en grande en el Linares, Fermín López, es tan bueno como valiente. Llegó a los 13 años a La Masia, y en Dallas marcó y asistió en un clásico que quedará incrustado por siempre en su memoria.

No convendría equivocarse. Los futbolistas no están locos. Pero el verano asfixia y oprime, y cualquier excusa sirve para justificar que todos pierdan la cordura. El negocio, la presión mediática, la crispación de las redes sociales y el propio ego de los protagonistas llevan a que un clásico de pretemporada en un lugar como Dallas se dispute con ímpetu y rabia.

Se sucedieron las broncas, los que cayeron por molestias (Christensen y Gündogan por el Barça; Mendy por el Madrid) y las amonestaciones mientras los jugadores se dejaban la vida por ganar los duelos y poner su bandera en cualquier rincón del campo.

Tanto Xavi Hernández como Carlo Ancelotti ya dejaron intuir de qué iría el asunto con alineaciones cargadas de titulares. El técnico del Barcelona, tras el 4-3-3 dispuesto en la derrota frente al Arsenal (5-3), ya dibujó sobre el campo esa formación de cuatro centrocampistas con la que debería iniciar la temporada oficiales, incluidos Oriol Romeu e Ilkay Gündogan (Gavi aún pena en la enfermería sus molestias en la espalda). Incluso Ronald Araujo se colocó en el lateral derecho tal y como ocurre siempre que se enfrenta al Real Madrid. Mientras que los blancos, más allá de las ausencias en el once de Kroos y Modric, reforzó el músculo y esa idea que piensa estabilizar este curso, con Bellingham ocupando el vértice superior del rombo en un 4-4-2 donde Vinicius y Rodrygo, alejados de las orillas, tratan de compensar la huida a Arabia de Karim Benzema.

Primer gran partido de Oriol Romeu

El Barcelona tomó rápido el pulso al partido. Oriol Romeu, en su primer gran partido como azulgrana en un curso en el que se le exigirá ser tan fiable como Busquets, casi parte en dos el travesaño con una de aquellas voleas violentas que sólo salen bien en el patio del colegio. Aunque el Barça encontró una pizca de cordura en Dembélé. Fue él quien coronó una acción de pizarra en la que contribuyeron Gündogan, en el saque de una falta lateral, y Pedri, que descuartizó la defensa blanca desde la frontal. Mientras los futbolistas de Ancelotti miraban hacia el frente y corrían en busca del canario, éste hizo de trilero con las fichas blancas ante la satisfacción de Dembélé, solo en el mismo flanco donde había nacido la jugada, y que se mostró extrañamente preciso en su remate cruzado a gol.

El gol azulgrana animó al Real Madrid, que se hizo con el balón gracias a su presión alta y que no tardó en cargar el juego sobre Rodrygo y Vinicius. Su primera opción para empatar, sin embargo, la desaprovecharon los blancos después de que Araujo sacara la mano a pasear en el área. Vinicius se responsabilizó del penalti, pero no encontró mejor destino que el larguero.

Y cuando la madera dejó de ser frontera -Vinicius hizo golpear otra vez la pelota contra el larguero-, fue el cuerpo de Ter Stegen quien se interpuso. El meta alemán, ascendido ya a segundo capitán, arrebató otros dos goles a la dupla atacante blanca.

Los banquillos comenzaban a inquietarse ante la dinámica que había adquirido el partido. Porque Camavinga fue en busca del tobillo de Araujo, que a duras penas logró sobreponerse. O porque De Jong incluso tuvo agallas para revolcarse en el barro atizando a Mendy, quizá frustrado porque Dembélé, tras un robo de Lewandowski, no pudo superar a Courtois en un duelo al sol en el que el meta estuvo más despierto.

Penalizó el Barcelona que Gündogan, muy vivo en el primer acto, ya no pudiera jugar tras el descanso ante el aviso que le dieron sus músculos. Sergi Roberto, claro, no es lo mismo. Los azulgrana fueron retrociendo, aunque el Madrid veía morir otra vez toda esperanza en el larguero. Tchouaméni tampoco supo cómo burlar el palo, aliado de un Ter Stegen que vio cómo la pelota rebotaba en su espalda antes de alejarse de la línea de gol.

Ancelotti buscó la coherencia en Kroos y Modric, y también remate en Joselu, el único delantero centro puro de la plantilla. Aunque, mientras Xavi se decidía a resistir cambiando a más de medio equipo, Vinicius desquiciaba al desorientado Dest, pero sin ser capaz de enfocar la portería. Otra vez el botín tuerto, otra vez el palo, como si aquello fuera Berna y no Dallas.

Y en esas asomó Fermín López, un diablo entre líneas que se sacó un martillazo desde la frontal en el 2-0 y que supo picarla como si acariciera un lienzo con el pincel para que Ferran Torres pusiera la rúbrica.

Fue éste un clásico en el que el Barcelona supo sobrevivir, pero también vivir. Y reparó en que, más allá de los reyes mediáticos de los camerinos, hay futbolistas como Fermín López, con más clase y ganas que purpurina.