Barraca y tangana

Fan, pero no mucho

 El pragmatismo suele vencer a la coherencia. La coherencia incluye cadenas. Las cadenas no son buenas.

Barraca y Tangana

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Enrique Ballester

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El pasado sábado tuve la suerte de volver a jugar con La Cervantina, la selección de fútbol de escritores, con la excusa de la Feria del Libro de Madrid y contra nuestros colegas del combinado alemán. Antes del partido, mi amigo Javier Machicado me dijo que vendría a verme, pero luego no apareció por el campo de La Chopera. Al terminar nuestro victorioso partido, me senté en el vestuario y leí sus mensajes: Machicado no había venido porque las previsiones decían que podía llover. Es decir, quería venir, pero no tanto como para asumir el riesgo de mojarse o para llevar un paraguas toda la tarde, y he de admitir que estoy bastante a favor de lo que hizo. Es ‘fan, pero no mucho’: me parece un concepto sanísimo.

Como si lo hubiera guionizado yo, la semana deportiva empezó con otro ejemplo parecido. Un aficionado del Real Madrid preparó una pancarta para despedir a Karim Benzema. Seguro que las intenciones de este hombre eran buenísimas, pero lo viral se centró en un pequeño error. Resulta que en lugar de «Gracias, Karim» escribió «Gracias, Carim», y nos hizo gracia porque somos así. Vale que Benzema ha estado 14 temporadas en el Madrid, tiempo suficiente para aprender a escribir su nombre, pero no es menos cierto que este aficionado escribió 11 letras bien y solo 1 mal, y justo nos fijamos en esa, qué casualidad.

No era justo, pero fue así y la pancarta fallida salió hasta en la tele nacional. Yo estoy de parte de este hombre y le ofrezco mi hombro para llorar: lo suficientemente fan de Benzema para preparar una pancarta cuando se va, pero no tanto como para preocuparse si se escribe con ‘c’ o con ‘k’.

‘Fan, pero no mucho’, insisto. La actitud ideal, aunque solo sea por salud mental.

Sé que a menudo no es fácil y he tardado décadas en darme cuenta, pero recomiendo e intento actuar así siempre que se pueda. En el trabajo: ‘fan, pero no mucho’, que de algo hay que comer pero la empresa no la vamos a heredar, que yo sepa. Y con tu equipo: ‘fan, pero no mucho’, que preferimos ganar, por supuesto, pero al final todos vienen y van y termina una temporada y el mundo nunca se acaba, aunque lo parezca. Pase lo que pase, termina una temporada y la siguiente enseguida empieza.

Con los estilos de juego en el fútbol, este lema del ‘fan, pero no mucho’ funciona con una precisión similar. Durante el descanso del partido de La Cervantina, al que llegamos perdiendo por la mínima, hablamos de salir en la segunda parte jugando a nuestra manera: enlazando controles y pases con calma, esmero y paciencia. Empezamos así, supermodélicos, ordenados y abrazados al manual, pero luego remontamos a base de colgar a la olla cualquier falta en campo contrario y enviar balones largos al bueno, y que el bueno corriera.

A todos nos pareció estupendo, faltaría más, a mí el primero. Yo estaba jugando y pensé ‘esto me suena’. Y aunque me faltaba el oxígeno, lo pude comentar con algún compañero. Pensé: «Esto es eso de leer un partido en la previa, ver uno distinto en el campo y escuchar otro en la rueda de prensa». La famosa realidad paralela de las ruedas de prensa. Ese invento.

El pragmatismo suele vencer a la coherencia. La coherencia incluye cadenas. Las cadenas no son buenas.