Manchester City-Atlético: De Bruyne pincha el autobús de Simeone

Sostiene Karpov que no se puede luchar por la victoria si en el fondo del corazón lo que se busca son las tablas. No hay mejor explicación para resumir la derrota del Atlético en Manchester en la partida de ajedrez que jugaron Simeone y Guardiola. La eliminatoria llega abierta al Metropolitano donde Simeone debe proponer un partido muy diferente si quiere meterse en semifinales. 

Los duelos entre Guardiola y Simeone trascienden al césped. Son choques entre dos escuelas, dos filosofías vitales. Tienen más de filosófico que de balompédico. Su antagonismo va camino de emparejarles a rivalidades históricas como la de Kasparov y Karpov, o la de Federer y Nadal. Algo que dispara la importancia de cada detalle, cada decisión. De salida Cholo insistió en la línea de cinco, pero empujó a Marcos Llorente al trivote blindando el carril con Vrsaljko. El técnico atlético adivinaba juego interior, por lo que generó tráfico en los pasillos para atascar las llegadas de un City que jugaba sin delanteros de área. 

El autobús de Simeone

Los primeros minutos confirmaron la partida de ajedrez. Simeone concedía las bandas, y con ello los centros laterales, consciente de que el rival no tenía 9. El argentino elegía cómo ser asediado. Por eso el Atlético, de inicio, se desentendió en ataque y plantó un autobús ante su área sin sonrojarse. Los rojiblancos metían cloroformo al partido y hasta el minuto 20 no pisaron área rival. A la media hora el encuentro no registraba un solo lanzamiento a puerta. Los locales no podían. Los visitantes ni se lo planteaban.

Extrañaba la placidez por la parsimonia de un City que jugaba al trote. Daba la sensación de que a Guardiola le inquietaban más las contras colchoneras que la efectividad de los suyos. Parecía que los dos firmaban las tablas, como si fueran conscientes de que jugaban un partido a 180 minutos. No había rastro de la exuberancia anunciada del City, del tsunami celeste que pronosticaban las casas de apuestas. Dos disparos lejanos de Stones a la grada fueron lo más reseñable en una primera parte plácidamente soporífera para los intereses colchoneros. Al descanso los de Pep acumulaban un 72% de posesión sin un disparo entre los tres palos.  

Gol de De Bruyne

Mantuvieron las piezas los entrenadores tras el descanso, pero el partido amaneció con un par de escaramuzas que llevarse a la boca. Subían las pulsaciones y a Simeone se le torcía el gesto. A los 55 minutos De Bruyne hizo trabajar a Oblak con una falta al borde del área que el esloveno se sacó de encima. El Cholo afilaba a la hora el equipo con un triple cambio: De Paul, Cunha y Correa por Koke, Griezmann y Llorente. En el City, Pep mantenía un estoicismo ajedrecístico porque no quería mover ficha antes que Simeone. Aún se acordaba de cómo cayó en la trampa del Cholo en aquel Bayern-Atlético.

Una vez movió ficha el argentino, Guardiola respondió introduciendo a Grealish, Gabriel Jesús y Foden para trabajar los espacios a la espalda de De Paul y Correa. Y acertó, porque el City encontró con un gol de De Bruyne en la primera intervención de Foden, que se giró entre líneas y habilitó a su compañero. Cambiaba la decoración notablemente. El dilema era si conformarse con una derrota mínima o lanzarse a por el empate y destaparse atrás. Y el Cholo prefirió pensar en el partido del miércoles en Madrid. A los dos les valía el resultado porque ya no se jugó mucho más. La eliminatoria se decidirá en el Metropolitano, pero Simeone jugará con blancas.