Barcelona da un giro de timón con la Copa América para proyectarse de nuevo al mundo

La puesta en escena para anunciar oficialmente los detalles de la elección de Barcelona como sede la Copa América 2024 en el World Trade Center, con el puerto de fondo y un oportuno viento que parecía dar la razón a los organizadores del macroevento mundial de la navegación a vela, se ha convertido este martes en “un llamamiento a la autoestima colectiva”. Así lo ha expresado el propio ‘president’ Pere Aragonès, en clave de ciudad, pero también de país, ha subrayado. El giro de timón, que deja atrás años de fricciones entre algunas administraciones y sector privado, se ha constatado con una exhibición de unidad y el afán compartido de “proyectar Barcelona al mundo”, tras años de pérdida de protagonismo.

Todos a una, Aragonès, la alcaldesa Ada Colau; el presidente del Port de Barcelona, Damià Calvet, y la presidenta de Barcelona Global, Aurora Catà, han apreciado en la designación de Barcelona una plataforma de lanzamiento para recobrar la imagen internacional de la capital catalana y su papel como motor territorial. También el ‘conseller’ de Empresa i Treball, Roger Torrent, y el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, han arropado al CEO de Emirates Team New Zealand (ganador de la última edición y organizador), Grant Dalton, entre otros miembros del equipo, en la que es la tercera competición deportiva más importante del mundo tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol.

Audiencia de unos 940 millones de espectadores

Precisamente, Dalton ha aplaudido ese apoyo y calor institucional y empresarial percibido desde la apuesta de Barcelona, que se ha cocinado en apenas tres meses, liderada por Barcelona&Partners (agencia de inversiones de Barcelona Global) al impulsar y diseñar la candidatura. No habría sido posible sin el apoyo económico del Govern y del ayuntamiento, pero también de otras instituciones. Aragonès incluso ha destacado el “importante papel” que tendrá el Estado, así como el consorcio Turismo de Barcelona para promocionar la ciudad y el futuro montaje, al que se atribuyen un impacto económico de 1.000 millones de euros para la ciudad y una audiencia mediática de unos 940 millones de espectadores.

A cambio, la apuesta local es de 70 millones, que incluyen los 25 aportados por empresas asociadas a Barcelona Global como aval para garantizar que se cubra esa cifra, más los 10 que en dos años inyectará el ayuntamiento, posiblemente 5 el consorcio turístico y, por acabar de concretar, el resto entre Generalitat, Gobierno central y Diputació de Barcelona.

Calvet ha enfatizado, como Dalton, que contar con experiencia e infraestructuras portuarias ya construidas ha sido determinante en una elección “sostenible”, que no implique inversiones disparatadas. En Barcelona se aprovecharán las instalaciones portuarias y se acelerarán otras obras ya previstas, como las del Port Vell y Olímpic, que contaban ya con sus propios presupuestos. El gasto material se concretará en las bases para cada uno de los 13 equipos, integrados por unas 200 personas cada uno, en Marina Barcelona 92, Barcelona Centre Nàutic, la zona de operativa de Grimaldi, el edificio Imax (cuyo derribo se pospone, además de adecuar el edificio) y el de Cinesa.

Equipos instalados en la ciudad dos años

Pero una de las claves de esa participación es que su impacto no se limita a los más de tres meses de competición en 2024 y a su imán turístico, sino que en las próximas semanas ya comenzarán a llegar cientos de integrantes de los equipos, muchas veces para instalarse en familia durante estos dos años y desarrollar todos los preparativos y bases operativas. En muchos casos con alto poder adquisitivo, y que utilizarán hoteles y viviendas temporales en la ciudad, señalan fuentes de Barcelona Global. Aragonès ha destacado también el "retorno y el legado" que supondrá para la metrópolis, dada la innovación tecnológica que entrañará esta 37ª edición, con embarcaciones auxiliares con motores de hidrógeno y otros avances unidos a los nuevos mandamientos medioambientales.

A esa conexión con la economía azul que proclama desde hace un tiempo Barcelona se ha aferrado Colau para olvidar los años en los que ha combatido abiertamente la celebración de grandes eventos o inversiones en la ciudad. Si hace menos de un lustro se le achacó haber dejado perder la World Race, y no haber apostado por otros variados proyectos, ahora exhibe “felicidad” porque “Barcelona ha elegido la Copa América como uno de los acontecimientos que quiere hacer suyos en los próximos años” y que servirá “para promocionar la ciudad en el mundo tras la pandemia”. Ha recordado que no habrá que “inventar nada” porque ya hay infraestructuras, y “una larga tradición de organizar eventos internacionales deportivos”, empezando por los JJOO que todo el mundo recuerda y la marca de la ciudad, según ha ensalzado también Dalton.

El flanco privado --que el propio Collboni, a la cabeza de la negociación municipal, ha tildado de imprescindible para apuntalar con fortuna la candidatura-- se ha marcado un tanto después de navegar a contracorriente en los primeros años de los 'comuns' en la alcaldía. Aurora Catà, que ha exhibido sintonía con los organizadores, contempla el paso como “una demostración de un cambio de juego” y una “garantía de éxito” en los aspectos económico, social, organizativo y de público. Según ha sentenciado, “Barcelona gana cuando va junta, con consenso, cuando suma, con compromiso público y privado y con grandes retos”.

Unos y otros han prometido “la mejor” copa de la historia y el espíritu constructivo del 92. Para Aragonès, el mar Mediterráneo refuerza así su papel para Catalunya e invita a un futuro de “esperanza”. Más pragmáticamente, el presidente de Turisme de Barcelona, fuera del acto, aplaudió que la cita deportiva “significa volver a posicionar la ciudad como destino propulsor de grandes proyectos”. El consorcio se congratula de que tras años sin grandes acontecimientos internacionales, llegue esta alegría “en un momento de cierto sentimiento de depresión colectiva” y con afán –parece que compartido-- de volver a estar en la primera línea.