Eliminación en Champions

El Atlético se autoflagela

La decepcionante derrota en Turín remueve los cimientos que había construido el club en la etapa Simeone

20190312-636880290063490659

20190312-636880290063490659 / periodico

Alejandro García

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se terminó de forma abrupta, casi inesperada, el gran sueño del Atlético. Después del verano más ambicioso que se recuerda, en medio de la mejor etapa de su historia y camino a una final en su casa, el extraordinario batacazo en Turín ha dejado decepcionada y abatida a una masa rojiblanca que se debate entre los caminos a seguir.

Como un clérigo de la Edad Media que azota su cuerpo perturbado por las doctrinas más salvajes del cristianismo, el Atlético se cuestiona a sí mismo todos sus principios en un castigo autoimpuesto tras la desalentadora derrota ante la Juventus en la vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones.

Derrota táctica de Simeone

Simeone no consiguió sobreponerse a la disposición táctica de la Juventus, ni con la presión que ha demostrado que puede hacer, ni con carreras vertiginosas a la espalda de una defensa lenta, ni con las posesiones y el juego de desborde que planteó y con el que naufragó.

El Atlético fue incapaz de dominar el partido desde la posesión, aunque fuera inocua, siempre con las líneas muy atrás, con nombres en la alineación más ofensivos que lo que luego fue la idea que plasmaron sobre el césped, sin el convencimiento en el plan fundamental para su ejecución.

La decepción con los jugadores

Los grandes señalados entre los jugadores son, por este orden: Griezmann, Lemar y Juanfran. El francés culminó su primera temporada europea entre los mejor pagados del mundo sin un disparo a puerta, sin el peso en el partido como para dictar el tempo del juego, sin presencia y sin desborde. Sin muchas excusas a la vista, acompañado del trabajo de un delantero pese a la baja de Costa y flanqueado por su compañero de selección Lemar, el rendimiento de Griezmann ha sido decepcionante.

Lemar fue el abanderado de la gran inversión, con todos los ojos puestos en la final de Champions que va a acoger, pero el desengaño con su rendimiento es equiparable a los 70 millones de euros que el Atlético pagó por él. Al contrario que con otros, Simeone le ha dado todas las titularidades posibles, una confianza que no se ha traducido en una adaptación al sistema para mejorarlo, para aportar ese punto de desborde y producción en ataque estático que el Atlético ha buscado con tantos fichajes en los últimos años que han terminado frustrados. Ya quedan casi en el olvido los deslucidos Gaitán, Carrasco, Cerci o el último, Gelson Martins; pero el vivo ejemplo del caso son Lemar y un Vitolo sin la confianza que le convirtió en internacional.

El camino a seguir

El Atlético se desangra a sí mismo en busca de un cambio, cuando lo que tiene que decidir es el camino que quiere tomar, a dónde quiere ir. Si en los momento clave, el equipo se va a entregar con fe al juego de contención, con su disposición predilecta con cuatro centrocampistas puros, debería dirigir la inversión hacia ese tipo de jugador, más que hacia un perfil como Lemar. Sin bajas, Simeone hubiera repetido la medular de la ida, con Saúl y Koke secundados por Thomas y Rodrigo, los cuatro centrocampistas puros de la plantilla.

Con este sistema el Atlético ha ganado todo, pero el club tiene la obligación de decidir si quiere entregarse definitivamente, sin miramientos ni rubor, al que es su estilo, con el que ha ganado. O si quiere seguir experimentando en busca de ese “algo más” indefinido que se le exige desde los sectores críticos, un compendio de peticiones entre más juego ofensivo y un nuevo trato con el balón en el que Simeone no cree.

Juanfran es la punta del iceberg del problema del club con una serie de nombres que empiezan a dar síntomas claros de agotamiento, sobre todo en defensa. El Atlético tiene que renovar una línea de la que también pueden salir Godín, Filipe Luis o Savic, además de la posibilidad de que Lucas Hernández pague su cláusula de rescisión; una renovación que, como demostró con su reciente renovación hasta 2022, Simeone está dispuesto a asumir.