MÚSCULOS SANOS

Culturismo del bueno

Los catalanes Danny Hill y Sílvia Mestre, campeones del mundo, reivindican la modalidad más natural del fisicoculturismo

Danny Hill sostiene a Sílvia Mestre tras ganar ambos el oro en los Mundiales de Madrid.

Danny Hill sostiene a Sílvia Mestre tras ganar ambos el oro en los Mundiales de Madrid. / periodico

Joan Carles Armengol

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En realidad, a ellos no les gusta hablar de culturismo natural, porque para ellos el que practican es el único posible, el que se desarrolla y prepara sin la ayuda de sustancias prohibidas de ningún tipo. Para ellos, los anabolizantes o las hormonas del crecimiento son unos productos que solo han leído en los periódicos. Pasan controles antidopaje, como todos los deportes regulados oficialmente, y presumen de unos cuerpos  modelados a la perfección a base de trabajo, sacrificio y una dieta estricta que solo se saltan muy esporádicamente y con el permiso de su entrenador.

Josep Agustí Camats, que regenta el Club Físic-Culturisme Igualada, es el técnico encargado de dar los permisos para esas 'comidas trampa' que permiten al deportista desconectar, comer fuera de casa y darse algún capricho que luego tendrán que sudar en el gimnasio. "De culturismo solo hay uno", insiste Camats, que a sus 50 años, y con un físico excelente, se permite no afinar el cuerpo para la competición porque ahora se dedica a preparar a otros campeones. "Hay muchas asociaciones y muchas entidades privadas que se dedican al espectáculo sin ningún tipo de control, pero nosotros somos los únicos que seguimos toda la reglamentación de los Gobiernos, el CSD y el COI. En el último campeonato del mundo, hace dos semanas en Madrid, controlaron al 10% de los competidores, como se hace en el fútbol y en otros deportes", explica el técnico igualadino, que había sido también atleta, halterófilo y actualmente es juez de fisicoculturismo.

Una forma de expresión

Dos de los pupilos de Camats destacaron especialmente en la selección catalana, que acabó el Mundial con 14 medallas (4 de oro, 5 de plata y 5 de bronce), solo por detrás de la española, que por cierto interrumpió la entrega de trofeos, en el turno catalán, con gritos de "yo soy español, español, español". "Fue muy ridículo, no dejaban ni que nos hicieran una fotografía", explica Sílvia Mestre, una hiperactiva tortosina de 34 años que hace solo dos temporadas que se dedica a la competición. "Gané el Europeo en el 2017, ahora el Mundial y en el 2019 quiero ganar los dos títulos", dice entre sonrisas esta mujer que entrena en dos clubs de fitness, uno en Sant Carles de la Ràpita y otro en Lleida, imparte danza y expresión corporal en Amposta y entrena a un grupo de chicas de gimnasia estética que participa este fin de semana en el campeonato de España en Bilbao.

"Tengo una buena genética para muscular y soy muy flexible, parece que esta modalidad está hecha para mí", asegura Mestre, flamante campeona del mundo de Fitness Body Move, que explica la pasión que la mueve. "Se trata de culto al cuerpo, sí, pero en esta modalidad el 75% de la puntuación se otorga a la coreografía, unos ejercicios gimnásticos que diseño yo misma y que requieren fuerza, saltos, flexibilidad, fluidez, ritmo, coordinación, además de la música, el peinado, el maquillaje... Bailar de esta manera, con una  coreografía que es puro arte, es la manera de expresarme a mí misma más bonita que he encontrado".

De hidratos y bollería

Parecida pasión alimenta a Daniel Peralta Ill, Danny Hill en su nombre artístico, que a los 16 años ya fue campeón de Europa y ahora, a los 18, es doble campeón mundial en más de 75 kilos. Mide 1,84 y su peso varía de los 103 kilos, en fase de crecimiento muscular, a los 89 en competición, cuando tras dos meses de cortar la ingesta de hidratos de carbono y eliminar toda la grasa y el líquido subcutáneo, es capaz de lucir un cuerpo tan definido y marcado como el que ilustra este reportaje.

"Yo no cambiaría este culturismo natural por ningún otro. Es obvio que no se puede llegar a ciertos niveles, pero la diferencia se minimiza dependiendo de la genética y del trabajo previo. Yo me considero ya un profesional, a pesar de que aún no tengo ni beca, porque me entreno seis días a las semana y llevo una dieta muy estricta todo el año. Solo en estas dos semanas posteriores a la competición me permito comer cualquier cosa, sobre todo dulces (donuts, chocolate, bollería...), que serán intocables ya a partir de la semana que viene". Es el peaje más duro que hay que pagar para lucir un cuerpo de escultura griega.