EL TOQUE INGLÉS

¿Les apetece un whisky esta semana?

Los lazos de familia son eternos también en el futbol. El Saint Mirren, equipo de la Primera División escocesa, acude al auxilio de su hermano catalán, el Borgonyà

Los jugadores del Saint Mirren celebran un gol.

Los jugadores del Saint Mirren celebran un gol. / periodico

Josep Martí Blanch

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Escribir de futbol escocés es como hacerlo de cocina inglesa. El vacío. La nada. En el mítico estadio Ribes Altes de l’Ametlla de Mar vi de niño partidos de Segunda Regional entre La Cala y El Perelló mejores que los que ofrece hoy la Primera División escocesa. No se puede tener todo. Con el viento gélido del este, el poeta Robert Burns, el whisky (los japoneses lo hacen mejor, dicen los entendidos) y ese pudding de carne llamado “haggis” andan ya sobrados.

¿Y por qué gastar estas líneas hablando de aquello que no vale la pena? Buena pregunta. La respuesta creo que también lo es: las casualidades no existen. Todo tiene una intención. Y ahora sé porqué se cruzó en mi camino un señor llamado Jack Paterson en el congreso del Scottish National Party (SNP) celebrado en Glasgow la semana pasada. El señor Paterson es el editor del 'Independence Magazine', una publicación oficial de los independentistas escoceses. Pero además hablar de política también lo hace de futbol y explicó algo que hasta ese día yo desconocía absolutamente.

En Paisley, cerca de Glasgow, juega el Saint Mirren, equipo recién ascendido a la Primera escocesa. Visten camiseta con franjas negras y blancas y su temporada actual está siendo un desastre mayúsculo. Hasta aquí un equipo más en medio de ninguna parte. Lo que tiene miga es que desde esta ciudad partieron 200 escoceses a finales del siglo XIX en dirección a Borgonyà (Osona) para poner su experiencia al servicio de una fábrica del textil que los escoceses Coats habían decidido instalar al ladito del río Ter. Como ven, ni la globalización empezó ayer ni todas las fábricas del sector textil han estado siempre en China. Nada más llegar, hicieron dos cosas, copiar sus casas (pueden ir a verlas y sabrán como son las “terraced house” sin salir de Catalunya) y fundar el C.D. Borgonyà que viste hoy como lo hacía el año de su fundación (1885) y como también lo hecho siempre su hermano mayor escocés, el Saint Mirren.

La sangre obliga

Usted no estaría leyendo esta historia si unos días después del congreso del SNP el temporal y la consiguiente crecida del Ter no se hubieran llevado por delante las instalaciones donde juega el Borgonyà e inmediatamente, desde Escocia, no se hubiera activado una campaña de solidaridad para recaudar fondos y ayudarlos en las tareas de rehabilitación del maltrecho campo. Llevan recaudados unos 1.500 euros. Poca cosa, puede que piensen. Quizás no es mucho, efectivamente. Pero el gesto merece la atención porque convierte en verdad que el tiempo pasa pero los lazos, si son sólidos, permanecen. Ciento treinta años no son nada si uno piensa que los la sangre obliga. Así lo han entendido los escoceses y a mí, que tengo fama de chulo, pero soy más tierno que Winnie The Pooh, estas cosas me enternecen.

¿Saben cuál es el apodo del Saint Mirren y de sus seguidores? Tienen dos. The Saints (los santos) y The Buddies (los amigos). ¿Ven como no existen las causalidades? Todo pasa por un motivo. También el nombre que a uno lo acompaña. Y ahora, para coronar como se debe una historia escocesa voy a llenar un vasito de Glen Garioc (¡Nada de whiskys japoneses, habrase visto!). A su salud y por la pronta recuperación de las instalaciones del Borgonyà.

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