CUARTOS DE FINAL

Cavani y la infancia perdida

El delantero uruguayo, que lamenta la pérdida de libertad del futbolista profesional. se entrena con suavidad y abre las esperanzas de su país de que juegue ante Francia

Cavani, en el último entrenamiento antes de que Uruguay se enfrente a Francia.

Cavani, en el último entrenamiento antes de que Uruguay se enfrente a Francia. / REUTERS / CARLOS BARRIA

Abel Gilbert

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El portal del diario El País de Montevideo recibió la noticia como si fuera un regalo celestial: Edinson Cavani entrenó suavemente el jueves con la mira puesta en Francia y más allá. El tiempo parece jugar a favor después de la lesión ante Portugal, justo para el jugador al que el reloj le marca sus “horas especiales” de reconocimiento.

La prensa uruguaya lo definió como el “héroe” de la victoria ante el equipo de Cristiano Ronaldo. "No solo hace goles, los corre a todos los rivales. No conoce eso de guardarse algo ni de regular energías. Es un fenómeno", dijo El Observador.

Por eso la novedad de su posible recuperación volvió a ilusionar a ese país de tres millones de habitantes e hinchas irreductibles. “Matador, Matador”, repitieron. Cavani quisiera que esa felicidad suya y de Uruguay no se termine este viernes y que las sensaciones de dolor que lo sacaron de la cancha renqueando -con la ayuda de Cristiano- no dejen huella. ¿Pero jugará? El técnico Óscar Tabárez no ofrece una respuesta: "No voy a decir nada sobre Cavani. Pronto sabrán quién juega y quién se quda en el banquillo. Perdónenme".

Sueño conjunto

De chico le decían “Pelado”. El apodo le viene de Salto, la ciudad de unos 100.000 habitantes ubicada a unos 500 kilómetros de Montevideo. Ahí nació y jugó también Luis Suárez. Hay apenas 21 días de distancia entre ellos y mucho en común. Cuando eran chicos jugaba en equipos diferentes. Cavani era entonces centrocampista. La selección los unió y sostienen juntos un sueño que, dicen, no es imposible de lograr: el tercer Mundial de Uruguay.

Uno y otro suelen recordar el modo “salteño” de vivir el fútbol. “Algunos niños empiezan los partidos con calzado, pero después, en el medio tiempo, todos los botines están apilados en un costado y todos estarán corriendo descalzos”, confesó Cavani en una carta publicada por 'The Player's Tribune' que el atacante del PSG  se escribió a sí mismo, es decir, al Cavani “botija”, como llaman los uruguayos a los niños.

“Si cierro los ojos ahora mismo, todavía puedo sentir el barro en la planta de los pies”. Cavani no olvida esos días en los que el premio mayor al último gol del partido era un helado. La infancia es para el máximo artillero de la historia del club parisino un territorio que no deja de visitar con su memoria. Una manera de seguir conectándose con ese que alguna vez fue, un Cavani que no tenía PlayStation ni un televisor grande en su casa. “Ni siquiera tienes para darte una ducha caliente.  Tampoco hay calefacción”, le recuerda a ese niño de 9 años que era él mismo.

Aficionado a la lectura

A Cavani le gusta leer, y disfruta más cuando las historias son difíciles, sufridas, complicadas (del mismo modo que juega su seleccion). Tal vez porque es otro modo de volver a acercarse a los días en que le faltaba de todo menos la pasión. Para recuperar parte de esos días lejanos escribió su carta imaginaria  a aquel “pelado” que fue.

Un modo también de hablar de quién es él en este presente. "¿Tu sueño es tener mucha plata, manejar lindos autos y dormir en hoteles elegantes? Bueno, Pelado, tendrás todas esas cosas. Pero tengo que decirte algo. No necesariamente te harán feliz… No tienes una ducha caliente. No tienes un peso. Pero tienes algo más. Algo que no tiene precio. Tienes tu libertad”. 

Cavani asegura en ese sentido que no todo ha sido ganancia.  “El futbol te da mucho pero te quita muchas cosas”. A veces se siente “como preso”, del hotel a la casa, de la casa al entrenamiento, del ómnibus a un avión, y del aeropuerto a un hotel, para luego ir a un estadio, salir y subirse a un ómnibus, y otra vez al avión, y así una y otra vez.  “Todo tiempo adentro de algo, como prisionero de algo”. A los 31 años sabe que no se puede tener todo en la vida. Jugar contra Francia y ganar un Mundial quizá lo hará cambiar de opinión.