HISTORIAS DE FÚTBOL RUSO (1)
Siberia y la 'Premier League' rusa
El equipo FC Yenisey Krasnoyarsk, que acaba de ascender a primera, juega sus partidos invernales en una suerte de nave industrial con gradas
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
Muy pocos lectores podrán situar a Krasnoyarsk en el mapa, pero lo cierto es que se trata de una de las ciudades más importantes de Rusia, con más de un millón de habitantes y origen de parte importante del aluminio que se produce en el país. En pleno corazón de la taiga siberiana, su entorno natural cautiva al más pintado, siendo atravesada, además, por un caudaloso río, el Yeniséi, que desemboca en el océano Ártico y a cuyo lado cualquier corriente fluvial ibérica lividece y se transforma en vil acequia. Es también la sede del FC Yeniséi Krasnoyarsk, equipo que acaba de ascencer a la 'Premier League' rusa por primera vez en su historia.
Para los krasnoyarkeños y las krasnoyarkeñas, contar con un equipo capaz de competir en la más elevada división del deporte rey no es solo motivo de honra. Tiene algo de heroicidad, de superación, de lucha contra los elementos.
Y es que cuando arranque la temporada 2018-2019, sus jugadores se verán obligados a recorrer distancias de más de 3.000 kilómetros, lo que equivale a unas cinco horas de avión y con desfases de cuatro husos horarios, para jugar cada dos semanas los partidos fuera de casa.
Receso invernal
La climatología es otra de las adversidades a franquear. Pese a que el fútbol ruso contempla un receso entre mediados de diciembre y principios de marzo, en el centro de Siberia el invierno llega mucho antes del duodécimo mes del año, mientras que la primavera puede tardar aún varias semanas en hacerse sentir una vez reanudado el campeonato. Y con temperaturas que llegan a oscilar entre los 20 grados y los 30 grados bajo cero, ni lugareños ni deportistas están como para exponer cuerpo a la intemperie durante los 90 minutos que dura un partido de fútbol, por muy aclimatado que uno esté y muchos fríos haya acumulado durante su existencia.
El plan B para semejantes situaciones se llama 'Football Yenisei Arena' (FYA). Oficialmente es un estadio indoor, aunque su aspecto interior más bien se asemeja a una gigantesca nave industrial cuyo interior ha sido vaciado y a la que se han incorporado, en una de las bandas laterales, unas pequeñas gradas con capacidad para 3.000 espectadores. En FYA, el césped es sintético, la luz natural entra a regañadientes por unos ventanales superiores, y las celebraciones de los goles locales, en lugar de elevarse al cielo como Dios manda, retumban en las paredes y regresan a tierra en forma de eco. Son, a fin de cuentas, peajes que hay que liquidar cuando se quiere estar entre los grandes y la geografía ha decidido jugar a la contra.
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