SEMIFINAL COPERA
Mucho orgullo y poca magia
El Espanyol se olvida de competir en el partido más importante de la historia del Power8
JUAN TERRATS / CORNELLÀ DE LLOBREGAT
Hubo movilización general entre los seguidores del Espanyol. Se había preparado todo para que el equipo de Sergio González estuviera arropado desde dos horas antes de comenzar el choque. 300 moteros acompañaron al vehículo del equipo hasta el estadio, donde les aguardaba unos 2.000 aficionados que no dejaron de animar a sus jugadores entre bengalas y muchos furgones policiales. El Espanyol iba a jugar el partido más importante de los últimos ocho años. La ilusión y la euforia se habían instalado en Cornellà ante la posibilidad de llegar a su tercera final copera en 16 años. "El corazón me dice que será una noche muy bonita", dijo Joan Collet, el presidente perico, a su llegada al estadio, al que acudieron 34.831 espectadores.
A los jugadores de Sergio se les puso la piel de gallina en el calentamiento. Gritos, aplausos, fotos, tifos en los graderíos, un mosaico, y la melodía de 'Mi gran noche', de Raphael, que adoptó este año la Curva. "Fue casual. Nos hizo gracia y la empezamos a cantar", recuerda Ferran. Unas ilusionadas y repletas gradas entonaron la melodía de Raphael con unas enormes ganas de vivir otra noche mágica. El Espanyol estaba a 90 minutos de otra gran cita en otro año de transición.
Había magia en las gradas y mucha ilusión del principiante sobre el césped. Desde el 11 de febrero, tras el empate perico en San Mamés, los jugadores de Sergio solo pensaban en llegar a la final. Todos reconocían que habían vivido muchas veces el partido de vuelta en Cornellà. "La pasión hay que dejarla correr, que fluya, que los jugadores la administrarán", había dicho Sergio.
Ovación final
El fiasco apareció sobre el césped cuando sus futbolistas no aguantaron la presión, ni la ansiedad. Un equipo sin experiencia en estas citas se hundió ante un Athletic más bregado en duelos de tanta tensión (0-2). Al equipo no le salió nada. "Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche", recitó Lucas Vázquez el estribillo de la melodía de Raphael en el vídeo promocional. Lucas no brilló en Cornellà. Como el equipo. Que no supo competir. Los seguidores que aguantaron hasta el final ovacionaron a los dos equipos. Los jugadores dieron una vuelta de honor y regalaron sus camisetas a los seguidores de la Curva mientras un destrozado Sergio miraba la respuesta de su gente desde el túnel de los vestuarios.
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