Goleada sin esfuerzo

La victoria de los secundarios

Adriano marca dos goles por primera vez en su carrera y Keita y Maxwell sellan el pase a la final del domingo ante el Santos (11.30 h)

Adriano se avanza al portero en la acción del primer gol, ayer.

Adriano se avanza al portero en la acción del primer gol, ayer.

JOAN DOMÈNECH
YOKOHAMA Enviado especial

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U n brasileño certificó la final frente al Santos. En medio del silencio sepulcral que se vivió permanentemente en el frío pero lleno estado internacional de Yokohama solo se oyeron los gritos de los goles. Sobre todo los primeros, los de Adriano, en su actuación más productiva desde que llegó al Barça. Gracias a él, camino de ser la Bota de oro del torneo, se medirán Messi y Neymar en el esperado duelo del domingo.

La semifinal fue un mero entrenamiento para los azulgranas, que tomaron las medidas al estadio y soltaron algo de adrenalina tras el largo encierro que llevan desde el sábado, cuando subieron la avión tras ganar en el Bernabéu. Un día de turismo, y tres entrenamientos, sin poder salir apenas del hotel y con pocos alicientes de distracción hasta que llegue la gran final, resumen su estancia en la segunda ciudad más populosa de Japón. La práctica sirvió para ensayar jugadas y movimientos de ataque ante un rival ultradefensivo.

RECAMBIOS DE LUJO / Pero ese entrenamiento salió caro. Con dos lesionados. Dos delanteros: Villa y Alexis, que le había sustituido, tuvieron que abandonar el campo. Un problema que sería gravísimo para el domingo si no hubiera recambios de lujo como un Adriano dispuesto a perseguir cualquier balón perdido, un Iniesta profundo, un Keita perseverante o Xavi y Cesc, resguardados ayer del frío para el domingo, al igual que Alves, Piqué y Busquets. Un lujo que se pudo permitir Guardiola ante la endeblez del rival, indigno de una cita de esta altura.

La semifinal fue la jornada de lucimiento de los secundarios, tipos generalmente generosos y aplicados, incluso sumisos, que aceptan su rol de entrar y salir del equipo. Pero valiosos porque siempre están preparados, algo que Guardiola agradece profundamente. Se lució Adriano con el primer doblete de su carrera, Keita aupó a Messi después de que el argentino le dejar a punto para agujerear la defensa - «como cada año, que me da dos o tres goles», reconoció feliz el maliense- y hasta Maxwell se hizo ver ante sus compatriotas con una llegada propia de extremo izquierdo.

No tuvo mayor pretensión el Al Sadd que evitar el ridículo. Logró impedir que le cayera la del pulpo en el marcador a base de acumular hombres atrás, sin deseo ni ambición siquiera de traspasar la divisoria, ya no digamos buscar las cosquillas.

COMO UN BARÇA-GETAFE / Todos formaditos en dos líneas de cinco y cuatro hombres en la frontal del área y Niang abandonado a su suerte, como un cervatillo antes los leones Puyol y Mascherano. Así fueron los 90 minutos. Sus compañeros se sacaban el balón de encima en cuanto podían, sin buscarle, sin intentar alguna combinación para salir de atrás. No, eso no figuraba en el planteamiento. El balón, cuanto más lejos mejor, aunque fuera para entregarlo al Barça. Hasta un 79% de posesión registraron los azulgranas en el primer tiempo, cuando el partido andaba en una ficticia discusión.

«Parecía un Barça-Getafe y en el Camp Nou», fue la comparación que estableció Seydou Keita, no se sabe si por el silencio reinante en el estadio. «Comentamos en el descanso que era como un partido a puerta cerrada» explicó Puyol. El objetivo catarí era reducir la portería. Pero el guardián de los palos cometió un grave error y aceleró el desenlace del encuentro a los 25 minutos.

NI CON AYUDA CELESTIAL / En el descanso ya estaba todo liquidado. Visto el juego de sus hombres, Jorge Fossati, el entrenador del Al Sadd necesitaba bastante más que la ayuda de Dios para inquietar siquiera al Barça.

Ni una confluencia astral lo habría logrado, si el equipo no quería salir de su propio campo. Bastante hizo con evitar que le cayera una mano de goles. Fueron cuatro y ninguno de Messi. El mitómano público japonés se quedó con las ganas de celebrar las ganas. El domingo habrá otra oportunidad.