Análisis

'Guardiola for ever'

ERNEST BENACH

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La Medalla de Honor del Parlament no es una distinción más del universo de premios honoríficos que se dan en todas partes. Nace en el año 2000 a iniciativa del entonces presidente Rigol y pretende distinguir a personas comprometidas con la sociedad, con el país, personas con valores y que son ejemplo para la sociedad. Hasta aquí podría ser como cualquier otra distinción. La novedad en este caso es que la distinción requiere la unanimidad del Parlament para ser concedida, lo que les puedo asegurar que a menudo se convierte en una misión prácticamente imposible, ya que requiere un esfuerzo de consenso muy grande, nada habitual en las dinámicas políticas de nuestro país.

Ayer se entregó la medalla a Pep Guardiola, entrenador del Barça más triomfant de la historia, aunque estoy absolutamente convencido de que no se premia a Guardiola en este caso por trofeos conseguidos en estos tres años. La medalla a Guardiola va mucho más allá de los títulos y los éxitos deportivos. En el fondo, es una medalla al intento de ser y de hacer algo muy difícil en este país: aspirar a ser normales y ejercerlo. Me explicaré con algún ejemplo.

Guardiola ha hecho siempre las ruedas de prensa en catalán..., y en castellano, italiano o inglés. O sea, uso normal, y normalizado, de la lengua propia del país, y ningún problema en hablar en la lengua que sea necesario. Si Guardiola fuera italiano, alemán o inglés, haría exactamente lo mismo, cambiando el catalán por el italiano, el alemán o el inglés. Y eso lo hace en todas partes, en Barcelona, donde es fácil porque lo hace en casa; en Europa, donde ya hay que empezar a dar más explicaciones, y en España, donde a veces una medida tan simple de normalidad no acaba de ser entendida.

Guardiola cree en el trabajo en equipo. Todo el mundo tiene un papel y saber hacer causa común es sinónimo de éxito. Al fin y al cabo, los catalanes valoramos muy especialmente el saber fer pinya. Hay grandes estrellas en el Barça, nombres consagrados, jóvenes promesas, especialistas en formación física, en táctica, en psicología... La gracia es saberlo combinar todo y darle el máximo rendimiento. Y en eso Guardiola vuelve a ser un referente.

Fidelidad al país

Finalmente, la actitud ante la vida lo es todo. Ya puedes ser una persona de éxito o un triunfador nato, que si no tienes un punto de humildad, si no sabes estar en los sitios, si no eres educado y respetuoso, al final la gente no te valorará como es debido. Y en la sociedad que hemos construido, excesivamente competitiva e individualista, necesitamos personas que ganen y que sepan perder, que demuestren ambición, pero también sentimientos, que ejerzan liderazgo y también humildad. Y aquí es donde Guardiola ha reunido los méritos más grandes para ser reconocido.

Por todo ello, por la fidelidad que ha demostrado al país, por haber puesto los valores colectivos por encima de los individuales y, esencialmente, por ser una buena persona es por lo que digo con toda la convicción: Guardiola for ever!, incluso aunque no sea entrenador del Barça. Y si no me creen, basta que lean su discurso de ayer. Sencillamente, cien por cien Guardiola.