Reacciones a la condena

Los rivales del Bada Bing respiran aliviados tras la sanción del equipo acusado de agresión

TENSIÓN. El árbitro amonesta al técnico del Albinense.

TENSIÓN. El árbitro amonesta al técnico del Albinense.

ROGER PASCUAL /JOSÉ M. EXPÓSITO
BARCELONA

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Vaya alivio no tener que ir a casa del Bada Bing", comentaban los jugadores del Athletic Club Port antes de medirse al Fortpienc en el campo de la Báscula. Sentimiento compartido por el resto de clubs del grupo 17 de Tercera Territorial, el del equipo apartado de la competición por agredir la semana pasada a sus rivales del Rosario Central de Catalunya. No era para menos. "Ya vendréis a nuestra casa, allí os vamos a matar", era solo una de las lindezas dedicadas en la primera vuelta por el cuadro en el que milita Valentín Moreno Gómez, de 25 años, que fue autor del crimen de la Vila Olímpica en el 2000.

El Athletic Club Port se plantó en el minuto 75 de su encuentro contra el Bada Bing al ver que el árbitro, amedrentado por los componentes del conjunto visitante, no frenaba las continuas agresiones y provocaciones. "Nada más empezar uno ya nos decía que nos arrancarían la nuez", comenta uno de los jugadores. "Si hasta se pegaron entre ellos. Están zumbados", terciaba otro. En la grada un boix noi lamentaba que se estigmatizara a la peña barcelonista. "Por culpa de 50 así, pagamos 800", señala. "Esos no son boixos ni nada; no les gusta el fútbol, solo van a liarla", destaca antes de recordar que "los del Rosario no son precisamente unas hermanitas de la caridad". Miembros del Càstic recalcan que el bloque formado por argentinos que este fin de semana no jugó al tener a siete futbolistas convalecientes de la paliza recibida había tenido problemas con otros equipos a lo largo de la temporada, y que en uno de los partidos dos de sus rivales acabaron con la nariz rota y un golpe en la mandíbula.

DUDAS SOBRE EL RACISMO

"Los del Bada Bing nos llegaron a decir que gente como nosotros era lo que comían en la cárcel", denuncia un miembro del Herradura de Colombia, formado por oriundo de aquel país. Pero los aficionados del Montsant de la Peira dudan que la xenofobia sea el motor de ese equipo. "Nuestro encuentro se suspendió porque nos querían matar, no por racismo. No son solo los jugadores o el banquillo, intimidan los 10 o 15 que les acompañan. Nosotros agachamos la cabeza y al final no pasó nada. Pero a un jugador, que es mosso, le decían que le habían calado, que iban a ir a por él".

Son muchos los que siguen sin entender cómo es posible que se permitiera seguir jugando a los futbolistas del Bada Bing pese a haber pertenecido a un equipo expulsado de esta liga por incidentes racistas. "La culpa es de la federación catalana, que sabía lo que ya hicieron como Lope de Vega y les dejaron inscribirse de nuevo", denuncia un directivo del Montsant, que teme que el año que viene vuelvan bajo otra denominación. "Es una vergüenza que no actuara hasta ahora con dureza contra estos folloneros", coincide un indignado seguidor del Fortpienc.

SENTIMIENTO DE DESPROTECCIÓN

La mayoría no se atreve a dar su nombre. Y es que las intimidaciones del Bada Bing no terminaban cuando se acababa el partido, como bien sabe este directivo del Albinense: "A nosotros nos dieron los tres puntos porque una de sus fichas era falsa. El árbitro fue quien, a iniciativa propia, lo señaló en el acta, pero luego vinieron cuatro cinco al bar donde el club tiene la sede a recriminarnos por haberles denunciado. Nos dijeron que iban a venir a buscarnos a los entrenamientos y que nos darían una paliza. Esto tenía que pasar, un día u otro. Y como la Tercera Regional está tan desprotegida, si hay trifulca al final es el que más pueda".

"Si queremos cambiar de una vez por todas el fútbol catalán, tenemos que erradicar de raíz la violencia de los campos", sentencia un habitual de las gradas de Tercera. Solo de esta manera los niños de dos años podrán seguir conduciendo tranquilamente su moto de juguete mientras él contempla un partido del equipo de su barrio en unas gradas de cemento tan repletas de cáscaras de pipa como vacías de espectadores.