VELA

Unai Basurko intenta retornar a Bilbao después de romper el timón de estribor en el Atlántico Sur

Sus rivales aplauden la decisión al considerar que lo primero es salvarse

FRANCESC CUSÍ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estaba en medio de la nada, a casi 2.000 kilómetros del continente más cercano, a medio camino entre Brasil y Suráfrica. Tras 25 días de regata, llevaba tres luchando contra un viento duro casi del morro, con un frío cada vez más intenso, acercándose al reino de los albatros, al borde del océano Austral. Era de noche cuando oyó un fuerte ruido. El barco perdió el rumbo y él sospechó lo peor.

Pronto confirmó sus temores: el timón de estribor estaba prácticamente inservible. Su sueño de completar la Vendée Globe, la regata de la vuelta al mundo en solitario sin escalas, se hacía añicos. Con la timonería dañada, era imposible seguir adelante. Su moral se hundió en lo más hondo del océano.

Por su mente pasaron algunos de los muchos esfuerzos, suyos y de su equipo, realizados para llegar hasta allí. Recordó su anterior vuelta al mundo en solitario, aquella vez con escalas, que logró acabar tercero. De momento, no habría nueva vuelta al mundo, porque con un timón roto no era posible adentrarse en el océano Austral, el imperio de los temporales casi perpetuos. Con el pedazo de carbono roto en la popa se rompía un sueño de toda una vida.

"Necesitaba recuperarme"

La mayoría se hubiera dirigido al puerto más cercano, aunque distara más de 1.000 millas, y hubiera dejado el barco allí para que otros lo repararan. Pero Unai Basurko está hecho de otra pasta. Es un navegante de los de toda la vida, de los capitanes que son los últimos en abandonar la nave. Por esto decidió volver a casa solo, cuidando a su compañero del alma --aunque sea de carbono, elPakea Bizkaiatambién tiene alma-- y, juntos, prepararse para nuevas aventuras. Aunque Bilbao estuviera casi 10 veces más lejos que Ciudad del Cabo.

"Necesitaba recuperarme, porque lo de la avería ha sido un golpe muy duro, una paliza. Y lo mejor era recuperar sensaciones de navegar sin prisas, volver a sentir el placer del viento, y del barco. Y en ello estoy",declaró el pasado jueves a EL PERIÓDICO, cuando cumplía 32 días en la mar. Treinta y dos días de gestionar el cansancio y de adelantarse a los acontecimientos, a la evolución del viento y de la mar, que en esto se basa la navegación en solitario.

Basurko navega ahora por el Atlántico Sur y confía en llegar a Euskadi sin parar. Que lo consiga dependerá de cómo se mueva el anticiclón de las Azores y, sobre todo, de que no haya ningún temporal cuando se acerque a la península:"Intentaré llegar a casa si el viento me deja y no hay mucho jaleo por allí".

Hasta entonces, navegará recibiendo el viento por estribor y dirigiendo el barco con el timón de babor, el único que le funciona. Pero cuando tenga que recibir el viento por babor, deberá arreglárselas sin el timón de estribor, que es el que debería trabajar. ¿La cuadratura del círculo? No es algo imposible, siempre que el tiempo colabore.

Camino de casa, la frustración del primer momento ha dejado paso a la conciencia de la repercusión de su intento. Su retirada ha recibido el aplauso de patrocinadores y rivales, que han recordado que el primer deber de todo navegante es regresar sano y salvo a puerto. Hay que saber retirarse a tiempo, aunque deje en manos de su amigo, el desaparecido José Luis de Ugarte, el honor de seguir siendo el único español que ha dado dos veces la vuelta al mundo en solitario.