'A dos metros bajo tierra', 20 años de la serie que tuteó a la muerte

Recordamos las claves de la agridulce creación de Alan Ball cuando se cumplen dos décadas de su estreno en HBO

¿Qué fue de los actores de la serie?

20 años de A dos metros bajo tierra

20 años de A dos metros bajo tierra / El Periódico

Juan Manuel Freire

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Poco después de ganar el Oscar por 'American Beauty', el guionista Alan Ball sorprendió con otra historia llena de humor, drama, sexo y muerte: ¿las esencias de la vida? Se llamaba 'A dos metros bajo tierra' y llegó a la cadena HBO casi tal día como hoy, el 3 de junio de 2001. Aquí no la pudimos ver hasta mayo de 2003, cuando llegó a La 2 en programa doble con 'Las chicas Gilmore'. 

"Sabía que iba a funcionar", dijo el actor Peter Krause en una historia oral de la serie publicada por Rolling Stone en 2015. "Pero no sabía que a la gente iba a gustarle de esa manera. A nivel de crítica, pensaba que iría bien, pero la gente realmente adoraba esa serie". 

Y eso que 'A dos metros bajo tierra' abordaba frontalmente un asunto, la muerte, del que huimos día a día, como tratando de evitar la realidad. En cierto modo, la serie era un drama laboral de toda la vida, solo que situada en el poco conocido negocio de las funerarias. Fue Carolyn Strauss, por entonces vicepresidenta senior de HBO, quien vio potencial en el entorno tras leer el ensayo (muy crítico con la industria) 'Muerte a la americana', de Jessica Mitford. Pero lo que más influyó finalmente a Ball fue la colección de ensayos 'Bodies in motion and at rest', de Thomas Lynch, antiguo director de una funeraria de Michigan. "Habla de forma poco sentimental sobre qué significa tener que lidiar con la muerte y ayudar a lidiar con ella en el día a día", dijo Ball en 'Los Angeles Magazine' (junio 2001). "Eso fue lo que hizo que empezara a interesarme".

Comedia negra y drama existencial

Strauss quería una comedia, pero Ball tenía mala experiencia en el género (con rodajes incómodos en 'Grace al rojo vivo' y 'Cybill'). Accedió a hacer una comedia, a ser posible negra y absurda, que fuera a la vez un drama existencial y espiritual. Mezclar tonos, jugar a los contrastes ya desde unos créditos iniciales oscuros pero luminosos. Otro elemento inesperado: la acción fúnebre de 'A dos metros bajo tierra' se desarrolla bajo las palmeras de Los Ángeles, "capital mundial de la negación de la muerte", en descripción de Ball en el audiocomentario de DVD del episodio piloto. 

Allí es donde vuelve Nate Fisher (el citado Peter Krause) por Navidad y porque su padre, Nathaniel (Richard Jenkins), ha muerto en un trágico accidente. El primero de muchos que veremos al principio de cada episodio. Los prólogos recogen las situaciones en que perecieron los hombres y mujeres después embalsamados y adecentados por los Fisher. Suelen ser muertes extrañas e inesperadas, como extraídas de la saga 'Destino final'. A una señora, por ejemplo, le cae un trozo de hielo del cielo. Pero hay situaciones de todo tipo: por unos minutos, durante al menos una escena, 'A dos metros bajo tierra' podía ser una serie de polis, de médicos, de abogados, o lo dicho, de terror.  

Disfuncionales como nosotros

La muerte del patriarca sacude a los Fisher, no necesariamente para mal. Los miembros de esta familia disfuncional tratan de acortar distancias unos con otros y entre su visión de ellos mismos y la realidad. Ruth (maravillosa Frances Conroy), la viuda de Nathaniel, empieza a disfrutar un poco de una verdadera independencia y redescubre la posibilidad de un deseo sin culpa. David (Michael C. Hall), el hijo de en medio, el más conservador, da pequeños pasos adelante en la aceptación de su homosexualidad. La dura pero vulnerable Claire (Lauren Ambrose) lucha valerosamente con los dramas del duelo y el 'angst' adolescente. "Solo quiero que algo importe", decía en una frase icónica del séptimo episodio. 

Cada episodio añade una capa extra de complejidad –de contradicción, de humanidad– a cada miembro de la familia Fisher 

Nate, el hijo mayor que salió huyendo y se ha visto obligado a asumir sus responsabilidades, parece el normal de los Fisher, cicerón del espectador en un ambiente familiar enrarecido. Pero poco a poco veremos que en realidad es tan raro y particular como todos ellos, como todo el mundo. Cada episodio añade una capa extra de complejidad –de contradicción, de humanidad– a cada miembro de la familia Fisher.

Secundarios emblemáticos

Esta riqueza dramática se extiende a los personajes secundarios: creaciones tanto o más emblemáticas como Brenda Chenowith (Rachel Griffiths), la neurótica y carismática masajista que acompaña a Nate en su regreso a casa; el puertorriqueño Rico (Freddy Rodríguez), antítesis de los Fisher por su permanente (o casi) buen humor, o Keith Charles (Mathew St. Patrick), novio secreto de David y todo un ejemplo de autoridad moral. 

Fugas a la fantasía 

 'A dos metros bajo tierra' recibió 44 nominaciones a los Emmy y obtuvo nueve de esos premios, incluyendo uno para Alan Ball como mejor director

A lo largo de su historia, 'A dos metros bajo tierra' recibió 44 nominaciones a los Emmy y obtuvo nueve de esos premios, incluyendo uno para Alan Ball como mejor director. Detrás de la cámara podían colocarse cineastas tan considerados como Lisa Cholodenko, Nicole Holofcener, Jim McBride (el emotivo 'Hermandad', el del soldado fallecido por el síndrome de la Guerra del Golfo), Mary Harron o Joshua Marston.

Adiós en un momento álgido

Podría haber llegado al medio centenar de nominaciones, eso como mínimo, de no haber preferido Ball cerrar el proyecto en un momento álgido. En 2004, cuando más de seis millones de personas veían la serie cada semana, HBO anunció que la quinta temporada sería la última. 

'A dos metros bajo tierra' se fue antes de llegar su decadencia. Y lo hizo, además, a lo grande, con un final difícil de olvidar, tan original como lógico, que no revelaremos por si alguien se decide a ver la serie tras leer estas líneas. Su mensaje era claro: la muerte da sentido a la vida.

Qué hicieron luego…

Peter Krause. Le vimos como el abogado de la familia corrupta de 'Sexy money', entre 2007 y 2009. O como el hijo mayor de los Braverman en 'Parenthood', adaptación libre (más dramática) de 'Dulce hogar… ¡a veces!'. Tras resbalar del brazo de Shonda Rhimes ('The catch'), desde 2018 protagoniza una de Ryan Murphy: '9-1-1'.

Michael C. Hall. Lejos de encasillarse, el antiguo chico bueno se convirtió en el asesino titular de 'Dexter', de la que ahora se prepara revival. Ahora mismo podemos verle en TV3 en 'Safe', basada en una idea de Harlan Coben. Ya en el cine, hemos disfrutado de Hall en 'Gamer', 'Frío en julio', 'Christine' o 'Noche de juegos'.

Frances Conroy. Esta actriz mayúscula fue a parar, a menudo, a películas que no la merecían, como el remake de 'The wicker man' con Nicolas Cage o 'Love happens'. Hace poco la vimos como madre del antihéroe titular de 'Joker'. En televisión pasó por 'Cómo conocí a vuestra madre', 'La niebla' o siete entregas de 'American horror story'.

Lauren Ambrose. Tras la serie, se concentró en el teatro, pero acabó pasando por películas como 'El amor y otras cosas imposibles' y 'Sácame del paraíso'. Hace poco regresó a las series con 'Servant', fabulosa producción de Shyamalan en la que abruma como la reportera televisiva Dorothy Turner, reina del autoengaño. 

Rachel Griffiths. La actriz australiana dio brillo al cine ('Step up') y la tele ('Cinco hermanos') de Estados Unidos antes de, en 2012, volver a su país para centrarse en su familia. Desde entonces, sus papeles más destacados han sido en 'Al encuentro de Mr. Banks', 'Hasta el último hombre' y series como 'When we rise' y 'The wilds'.

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