DOCUMENTAL EN FILMIN

Cuando Truman Capote firmó su suicidio (social y literario)

El escritor confiaba en que ‘Plegarias atendidas’, una novela sobre la alta sociedad neoyorquina, iba a ser su obra maestra

La publicación en ‘Esquire’ de algunos capítulos, en los que aireaba cotilleos y mezquindades, lo convirtió en un paria y lo abocó a una espiral autodestructiva

Aún se desconoce el destino del manuscrito sobre el que ahora vuelve el documental ‘The Capote Tapes' (Filmin)

truman capote

truman capote / periodico

Nando Salvà

Nando Salvà

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"Se llama 'Plegarias atendidas', y creo que atenderá las mías", reveló Truman Capote a sus editores en 1958 –antes de consagrarse con 'A sangre fría' e incluso antes de 'Desayuno en 'Tiffany's'– acerca de la novela en la que estaba empezando a trabajar. "Mi obra maestra", escribió también acerca de ella. Justo antes de morir 26 años después, abandonado y vencido, murmuró: "Plegarias atendidas"; y así selló la leyenda de un manuscrito que nunca llegaría a ver la luz íntegramente, y la de un escritor que fue condenado al ostracismo a causa de él. Ambas son revisadas en el documental 'The Capote Tapes', que estos días llega a Filmin.

Como recuerda la película, la publicación de 'A sangre fría' en 1965 hizo al autor millonario y lo elevó a la categoría de superestrella. De repente, asimismo, se vio convertido en confidente y mascota de un círculo íntimo de esposas de magnates y aristócratas a las que él llamaba "cisnes": Slim Keith, Lee Radziwill, C.Z. Guest, Gloria Guinness, Marella Agnelli y Babe Paley. Almorzaba con ellas dos veces por semana, les contaba anécdotas sobre sus encuentros con celebridades, propagaba cotilleos maliciosos y memorizaba los que ellas le revelaban.

Amenazas a conocidos

Un año después, Capote firmó un suculento contrato por 'Plegarias atendidas', que lo comprometía a entregar el manuscrito el 1 de enero de 1968. Meses después de la fecha señalada seguía sin haber rastro del texto pese a que el escritor insistía en usar sus apariciones televisivas para promocionarlo. La editorial optó por renegociar las condiciones del acuerdo, ignorando que en años posteriores se vería obligada a seguir renegociando, y ofreciendo más dinero en vano.

Capote, con Kate Harrington y Gloria Swanson, una noche cualquiera en Studio 54.

Capote, con Kate Harrington y Gloria Swanson, una noche cualquiera en Studio 54. / ARCHIVO

Capote, entretanto, declaraba que el libro –historia de un escritor arribista que se abre camino a través de la alta sociedad neoyorquina– sería la alternativa estadounidense a 'En busca del tiempo perdido' de Marcel Proust, y amenazaba a sus conocidos con mencionarlos en él si no se portaban bien. Llegó a comparar sus páginas con una pistola. "Cuando la bala sea disparada, saldrá con una velocidad y un poder nunca vistos... ¡wham!", declaró. 

Un rastro de migas

En junio de 1975, la revista 'Esquire' inició la publicación sucesiva de cuatro capítulos de 'Plegarias atendidas'. Y el primero, un relato de sexo, violencia y traición llamado 'Mojave' –posteriormente Capote decidió que no tenía cabida en el libro–, obtuvo numerosas críticas positivas; nadie imaginó entonces el revuelo que se generaría, en noviembre, al ver la luz el segundo extracto, titulado 'La Cote Basque' en referencia a un restaurante de Manhattan frecuentado por los ricos.

En 'Le Cote Basque', revelaba todos los chismes que sus amigas ricas le habían confiado y aireaba los trapos sucios de un buen número de celebridades

En él, el escritor revelaba todos los chismes que sus cisnes le habían confiado y aireaba los trapos sucios de un buen número de celebridades, en algunos casos sin molestarse en usar nombres falsos. Contar algunas de esas historias, las que eran ciertas, lo convertía en un canalla; contar las otras, las que no lo eran, lo convertía en algo peor. Inmediatamente, todos sus conocidos le dieron la espalda, y lo señalaron como un paria. No había mordido la mano que le daba de comer; la había arrancado de cuajo. 

Capote, en el mítico baile de disfraces que organizó en el Plaza de Nueva York en 1966.

Capote, en el mítico baile de disfraces que organizó en el Plaza de Nueva York en 1966. / ARCHIVO

Solo e incapaz de escribir

A lo largo de los años, se han ido acumulando teorías que tratan de explicar qué llevó a Capote a escribir aquellas páginas suicidas. Hay quien piensa que quiso vengarse de la alta sociedad, a la que culpaba de tratarlo como un juguete y hasta de haber causado el suicidio de su madre, y también se sugiere que lo hizo para poner a prueba el afecto de sus amigas. Incluso es posible, asimismo, que el escritor no creyera estar haciendo nada malo.

Tras el escándalo, se encerró en su ático y corrió las cortinas para llorar en privado; solo salía de él para abandonarse a la cocaína y el alcohol durante sus visitas nocturnas a Studio 54

En cualquier caso, aquel escándalo lo hundió. Mientras se desvelaban otros dos capítulos del futuro libro, 'Monstruos perfectos' y 'Kate McCloud', él se encerró en su ático y corrió las cortinas para llorar en privado; solo salía de él para abandonarse a la cocaína, las pastillas y el alcohol durante sus visitas nocturnas a Studio 54, o para presentarse borracho en algún 'talk show'. Y así vivió, solo y prácticamente incapaz de escribir, hasta que que dejó de hacerlo con 59 años.

Capote, en 1980, en una entrevista televisiva.

Capote, en 1980, en una entrevista televisiva. / ARCHIVO

El rumor eterno

Y entonces empezó la búsqueda del libro perdido. En 1986 salió a la venta una compilación de los tres capítulos previamente publicados, pero todo apuntaba a que existía –o había existido– más material. Joanne Carson aseguró que, pocas horas antes de morir, Capote le había dado una llave que supuestamente abría una caja de seguridad en la que quizá se encontraba el resto del manuscrito, y muchos recordaron cómo el escritor solía llevarlo consigo a las fiestas para leer fragmentos inéditos en público.

En 2012 'Vanity Fair' publicó un cuarto capítulo, 'Yates y Cosas', descubierto por accidente en la Biblioteca Pública de Nueva York; y se asume que lo más probable es que Capote destruyera el resto, porque consideraba que no era suficientemente bueno o por el sufrimiento que le había causado. Todo apunta a que 'Plegarias atendidas' seguirá existiendo para siempre entre rumores, y quizá ese sea el destino idóneo para una novela que nació de las habladurías, y que fue destruida por ellas.

¿QUIÉN ES QUIÉN EN 'PLEGARIAS ATENDIDAS'?

"Son demasiado tontos, no sabrán quiénes son", le dijo Truman Capote a su amigo y biógrafo Gerald Clarke cuando este, tras leer 'La Côte Basque', ya se hizo una clara idea de la tormenta y castigos que el capítulo iba a desencadenar. "¿Qué esperaban? Soy escritor y lo uso todo. ¿Todas esas personas pensaron que estaba allí solo para entretenerlos?" A continuación, una guía del quién es quién en esta novela inacabada, de chismes y mezquindades 'grand class'.

Mona von Bismarck. Aparece con el nombre de Kate McCloud y da título al segundo de los capítulos publicados. Amiga suya de la alta sociedad , explica con detalle el ascenso social de este fascinante "cisne" que tuvo cinco maridos. Uno, James Irving Bush, fue descrito como "el hombre más guapo de Estados Unidos". Y otro, Harrison Williams, como "el más rico". Además, como la Holly Golightly de 'Desayuno en Tiffany's', esta belleza pelirroja y de ojos verdes había empezado su aventura social como hija de un mozo de una finca de Kentucky propiedad de Henry J. Schlesinger, quien se convirtió en su primer marido. “Dios mío, si a Kate le salieran tantas pollas como le han metido, parecería un puerco espín”, escribió Capote.

Mona von Bismarck.

Mona von Bismarck. / ARCHIVO

Tennessee Williams: en el libro aparece el personaje de Mr. Wallace, uno de los clientes sexuales del protagonista, P. B. Jones, que está basado en el dramaturgo. En la novela es retratado como un tipo amargado, hipocondriaco y alcohólico que se encuentra solo porque solo piensa en sí mismo y sus personajes.

Jacqueline Kennedy y Lee Radziwill. Describe a las hermanas Bouvier como “un par de geishas de Occidente”.

Jackie y Lee Radziwill.

Jackie y Lee Radziwill. / ARCHIVO

Slim Keith: en la novela aparece con el seudónimo de Lady Coolbirth y, según Capote, Joe Kennedy, padre de JFK, la violó cuando era adolescente.

Ann Woodward. Bajo el seudónimo de Ann Hopkins, explica el escritor que disparó a su marido cuando este salía de la ducha y que después hizo creer que lo había confundido con un intruso, aunque en los círculos de Nueva York se decía que lo había matado por la herencia. Tres días después de la publicación en 'Esquire' de ‘La Côte Basque’, la mujer se suicidó.

Princesa Margarita de Inglaterra. Lady Coolbirth (Slim Keith) explica que la princesa es tan aburrida que una noche se sentó a su lado en una cena y, de puro sopor, casi pierde el conocimiento.

Gloria Vanderbilt: Capote la describe como una mujer tan presumida como simple. En un momento del libro, la dama es incapaz de reconocer a su propio marido.

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Gloria Vanderbilt. / ARCHIVO

Babe y Bill Paley. Ella era una de las amigas y confidentes más cercanas de Capote y, aun así, incluyó una sórdida historia que ella misma le había contado, años atrás. Sidney Dillon (alias de Bill Paley) se acostó en su propio apartamento con la mujer del gobernador. Tras el encuentro, Dillon descubrió que las sábanas presentaban manchas del "tamaño de Brasil" debido a que la amante tenía la regla.

Denham Fouts. Nacido en Florida en 1914, su fascinante físico y su buena educación le sirvieron para ganarse la confianza y la cartera de los hombres más influyentes. "Cuando llegó a Nueva York se dio cuenta de que poseía poderes extraordinarios: caminaba por la calle y la gente lo miraba y lo admiraba. Lo invitaban a bares, fiestas y espectáculos de Broadway, y hasta le propusieron viajes a Europa. Sin venir a cuento se convirtió en el centro de todas las miradas", dice Vanderbilt del mítico gigoló en la novela. El escritor Glenway Wescott fue su primer amor y con él conoció Europa de fiesta en fiesta. En Londres, le presentaron al príncipe Pablo de Grecia, quien lo invitó a un crucero por el Mediterráneo. Adicto al opio y al desenfreno, acabó muriendo a los 34 años. "Si se hubiera acostado con Hitler, habría salvado al mundo de la Segunda Guerra Mundial", dijo de él Capote.

Denham Fouts, conocido como el gigoló más caro del mundo.

Denham Fouts, conocido como el gigoló más caro del mundo. / ARCHIVO

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