BENEFACTORAS VALENCIANAS

Del súper al museo: las nuevas damas del mecenazgo

Susana Lloret y Hortensia Herrero, con origen 'común' en Mercadona, son el motor de potentes iniciativas de arte contemporáneo

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Nacho Herrero

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Hace ahora 30 años, antes de la apertura del Macba en Barcelona y del Guggenheim en Bilbao, cuando el Reina Sofía madrileño dominaba sin rival el panorama de los museos de arte contemporáneo en España, València sacudió el tablero con su rompedor IVAM. Ahora, tres décadas después, dos fundaciones, la Hortensia Herrero y Per Amor a l’Art, vuelven a poner el foco la capital valenciana.

Ambas irrumpen con fuerza en un ecosistema dominado hasta ahora por proyectos financiados íntegra o parcialmente con fondos públicos y que tenía a la Fundación Banco Santander y su Centro Botín como una de sus escasas excepciones de alto nivel, aunque de propiedad colectiva.

Todo parte del súper. Hortensia Herrero (València, 1950) impulsa la fundación que lleva su nombre y es vicepresidenta y una de las grandes accionistas de Mercadona, la cadena de distribución que dirige su marido, Juan Roig, la cual domina con superioridad el sector en España.

Una de las claves de su ascenso han sido las marcas blancas y detrás de dos de las más conocidas (Bosque Verde y Deliplus) está el grupo Ubesol, cuyo presidente y copropietario es José Luis Soler, presidente a su vez de la Fundació Per Amor a l’Art. Su mujer, Susana Lloret (Alicante, 1966), es la vicepresidenta, pero también la directora general y principal ejecutiva.

Amistad y negocios

Más allá de los negocios, ambas familias comparten amistad. Hace apenas un mes, cuando el Valencia Basket, el club del que son máximos accionistas Roig y Herrero, se proclamó campeón de la Eurocup, sus primeras palabras fueron para Soler, a quien le dedicaron el título. "Es un gran amigo nuestro que se está recuperando de una enfermedad", apuntó Roig.

Ambas familias comparten amistad y la idea de «devolver a la sociedad» parte de lo que han recibido

La acción social de ambas familias tiene otros dos nexos. Por una parte, la idea de "compartir con la sociedad parte de lo que ella nos ha dado", como explica Lloret en la presentación de su fundación y repite habitualmente Roig. Por otra, València como escenario. "Es una manera de contribuir a la sociedad y poner la cultura de València en el mundo", dijo Herrero de su actividad al recibir la Alta Distinción de la Generalitat en 2017.

En ambos casos, los museos parten de importantes colecciones propias. La de Per Amor a l’Art consta de 1.800 obras de 1.400 autores y, fundamentalmente, está integrada por fotografía y pintura de tendencia abstracta. Desde sus inicios, ha estado asesorada por Vicente Todolí, exdirector del IVAM y de la Tate Modern de Londres y ahora patrono y director del área de arte de la fundación. Todolí destaca la profundidad de la colección y su ambición por "reunir toda una serie, por ejemplo, de un fotógrafo, y no dos o tres piezas, como es habitual".

En Bombas Gens, tanto las exposiciones permanentes como las temporales, salen de esos fondos, aunque en el caso de estas últimas se amplían con obras en préstamo del mismo artista. En apenas dos años ya les ha dado tiempo de brillar con 'La mirada de las cosas'. Fotografía japonesa en torno a Provoke, actualmente en marcha; con Anna-Eva Bergman. 'De Norte a Sur, Ritmos', la primera gran muestra de la artista noruega en solitario, o con las caminatas más mediterráneas de Hamish Fulton.

También Javier Molins, director artístico del Hortensia Herrero, pasó por el IVAM, aunque, en su caso, por el departamento de comunicación. Periodista, doctor en Bellas Artes y comisario, deslizó recientemente que en la colección hay nombres como el escultor británico Tony Cragg, el pintor alemán Georg Baselitz y el argentino Tomás Saraceno. Pintura y escultura dominarán un centro con vocación contemporánea e internacional.

Ruina y esplendor

Ambas fundaciones han apostado por rehabilitar edificios en ruinas para instalar en ellos sus proyectos más emblemáticos. Eso sí; esta vez, las diferencias entre el origen de uno y otro son notables.

En el humilde y obrero barrio de Marxalenes, la antigua fábrica de bombas hidráulicas Gens se caía a pedazos desde que se cerró en 1991. El imponente edificio de 1930, obra del afamado arquitecto Cayetano Borso Di Carminati, sufrió incluso un incendio en el 2014 pocos meses antes de que Soler y Lloret lo adquirieran.

La impresionante rehabilitación descubrió y recuperó una bodega medieval (con tinaja original incluida) y un antiguo refugio antiaéreo de la guerra civil, construido en 1938 para proteger a los obreros de la fábrica, que durante esa época se dedicaba a otro tipo de bombas. Después de dos años de trabajos, se abrió al público en julio del 2017, convertida en el centro de operaciones de Per Amor a l’Art, pero también en la sede del restaurante de Ricard Camarena, que posee dos estrellas Michelin.

En ese proceso de reconstrucción está ahora la Fundación Hortensia Herrero con el Palau Valeriola, un edificio noble de estilo neoclásico, acabado en el siglo XVII en el centro de la ciudad. El proceso ya ha deparado la primera sorpresa, pues se han encontrado restos del antiguo circo romano, que se exhibirán, como también los vestigios de la judería.

El Palau es historia viva de la ciudad, incluso albergó la redacción e imprenta del periódico 'Las Provincias' entre 1893 y 1931. También tiene sus páginas negras. Como el asesinato en 1606 de su propietario, Jerónimo de Valeriola, un crimen por el que se ajustició a su hijo y cuya autoría acabó confesando años después un cortesano al que habría enviado un enemigo del asesinado.

Comprado a la viuda de Armada

Igualmente habrían muerto allí uno o varios de los leones que paseaban por su foso cuando era uno de los pubs más afamados del momento en los años 80 y principios de los 90. Luego, parecía que su destino pasaba por ser un hotel, pero la crisis lo impidió y hace tres años Herrero lo adquirió a la viuda del golpista general Armada.

Bombas Gens no es solo un museo y Per Amor a l’Art no solo expone una colección de arte. En la Nave 0 (de las cinco que hay) se llevan a cabo proyectos y talleres, muchos de ellos con colegios de la zona. Además, aprovechando la rehabilitación, se construyó un edificio que alberga el Centre Jove, en el que hasta 36 menores del barrio de entre 12 y 16 años y en riesgo de exclusión tienen comedor, apoyo extraescolar o talleres.

El Centro es también la sede del Área de Investigación de la fundación que ha impulsado el Equipo Wilson, un grupo de expertos que trabaja en la investigación y difusión de la enfermedad de Wilson (que afectó a un miembro de la familia Soler-Llobet) y de otras enfermedades raras.

Para Hortensia Herrero, el Centro de Arte será también un paso más. Su fundación se estrenó en los grandes proyectos con la rehabilitación de los frescos de la Iglesia de San Nicolás, bautizada tras esta intervención como 'La Capilla Sixtina valenciana'. Después llegaron otros grandes retos, como la restauración del Colegio de Arte Mayor de la Seda y ahora afronta la de la emblemática Iglesia de los Santos Juanes.

Herrero también ha impulsado ya tres grandes exposiciones de escultura en València. Primero fue Manolo Valdés, después Cragg y este verano le llegará el turno al catalán Jaume Plensa. Al acabarlas, además, regalará una de las figuras a una ciudad que en el 2014 ya la hizo hija predilecta.