PERFIL
Hope Hicks: la mujer que entiende a Trump
Iba para modelo, atleta o actriz, pero ha acabado convirtiéndose en la jefa de comunicación del presidente, la más joven (28 años) que ha tenido nunca la Casa Blanca
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA
Si el trabajo de un director de comunicación consiste en dar coherencia al mensaje que sale de una institución, evitando que sea una cacofonía de voces discordantes, se podría decir que Hope Hicks tiene el trabajo más difícil del mundo. Con solo 28 años, Hicks es desde el pasado martes la directora de comunicación de la Casa Blanca, un puesto que había ocupado de forma interina desde que el matón de Anthony Scaramucci fuera cesado solo 10 días después de asumir el cargo. Exmodelo y vinculada a la familia Trump desde hace años, su estilo es diametralmente opuesto al de su predecesor. Complaciente y suave en las formas, prefiere cultivar un perfil bajo, aunque pertenece a esa escuela de pensamiento partidaria de dejar que Trump sea Trump.
En los pasillos del poder, Hicks es una advenediza. Hasta que se unió a la campaña presidencial del neoyorkino en el 2015, nunca había trabajado en política. No hizo prácticas en el Congreso, el rito iniciático por el que pasan la mayoría de asesores afincados en Washington, ni tampoco trabajó para campaña alguna. Su aterrizaje en el mundo marmóreo de los Trump se produjo en el 2012, dos años después de licenciarse en Lengua Inglesa por la Universidad Metodista. Hicks trabajaba para una compañía de relaciones públicas de Manhattan, con clientes como Justin Bieber o Alec Baldwin, cuando le encargaron el portafolio de Ivanka Trump, que por entonces trataba de promocionar su línea de ropa. No tardaron en conectar. Las dos eran jóvenes y guapas, resueltas y ambiciosas en un mundo de exaltada testosterona.
Amiga de Ivanka
Hicks no solo ayudó a Ivanka a vender su marca, sino que llegó a posar como modelo para su ropa. «Es una amiga brillante, amable y terriblemente divertida», diría después la hija del presidente. A golpe de lealtad y eficiencia, Hicks se hizo un hueco en la Trump Organization y, cuando el empresario decidió dar el salto a la política, fue una de las primeras personas a las que llamó para ofrecerle el puesto de jefa de prensa de su campaña. Inicialmente, la veinteañera dudó. De hecho, cuando Corey Lewandowsky, el primer jefe de campaña de Trump, le dio a elegir entre subirse al barco o seguir en la empresa del clan, eligió la segunda opción. «Has cometido un gigantesco error, estás jodidamente muerta para mí», le respondió Lewandowsky, según la revista 'GQ'. Hicks no tardó en rectificar.
Vinculada a la familia del magnate desde hace años, su estilo es diametralmente opuesto al del matón Scaramucci
En casa había aprendido a nadar contra corriente. Nacida en Greenwich (Connecticut), en una familia con dinero y cercana al establishment político, sus padres se conocieron trabajando de asistentes en el Congreso y más tarde abrieron una compañía de relaciones públicas que representó, entre otros clientes, a una compañía tabacalera y a la NFL en el escándalo que generaron las graves lesiones cerebrales de sus jugadores. En el instituto, Hicks sobresalió como deportista. Fue la capitana del equipo de lacrosse e hizo varios trabajos como modelo para Ralph Lauren y Ford. Quería ser actriz, según le dijo en su día a una revista local, pero, en lugar de eso, acabó siendo una de las confidentes más cercanas al futuro presidente de EE UU.
«Su principal activo es la estrecha relación que tiene con el candidato», le dijo Paul Manafort, el segundo jefe de campaña de Trump, a 'The New York Times'. «Ella le entiende perfectamente». Durante la campaña tuvo que encargarse de una misión imposible: dosificar y transcribir al dictado los tuits de su jefe. Y aunque a veces se esforzó por matizar sus palabras, también se le atribuye la polémica respuesta de Trump al Papa Francisco, quien dijo que su plan para construir un muro en la frontera de México no era demasiado cristiano, o el contrataque lanzado contra la periodista que acusó a Lewandowsky de agredirla.
Superviviente
Como jefa de prensa del republicano, se ganó una reputación de Dr. Jekill y Mr. Hyde, capaz en un mismo 'mail' de reprender a un periodista por «deshonesto» y de despedirse de él muy educadamente, con un poquito de vaselina: «Con los mejores deseos, Hope». Con Trump como jefe, su campo de actuación tiene límites, aunque fue ella la que gestionó el acceso de la prensa al candidato, atendiendo siempre a los humores del candidato. «Él lee algo escrito por un periodista que no le gusta y dice: ‘Menudo hijo de puta. Bueno, está bien. ¿Hope? Camina a su lado y añade: este tío está vetado, vetado por una temporada», le contó a 'GQ' una fuente cercana a Trump.
Es capaz en un mismo 'mail' de reprender a un periodista por "deshonesto" y de despedirse de él educadamente
El gran mérito de Hope Hicks consiste en haber sobrevivido a las purgas internas en el entorno del presidente. Casi ninguna de las figuras que estuvieron a su lado desde el principio, sigue en la Administración. Hicks es una excepción y, desde el martes, es también la directora de comunicación más joven que ha tenido nunca un presidente de EEUU.
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