LA COMUNICACIÓN NO VERBAL INVADE LA POLÍTICA

La democracia de los gestos

La irrupción de la llamada 'nueva política' ha tenido su primer reflejo en el campo de los gestos, los símbolos y la estética. Una mirada al hemiciclo del Congreso permitió la pasada semana ver un paisaje muy lejano al de tono gris marengo habitual. ¿Es solo un cambio superficial? Varios expertos responden a esta pregunta.

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POR juancho dumall

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Miércoles, 13 de enero del 2016. La elección del socialista Patxi López como presidente del Congreso, tras un pacto entre el PSOE y Ciudadanos, era el primer efecto político de las elecciones del pasado 20 de diciembre. Sin embargo, el flamante presidente de la Cámara no fue el protagonista de las portadas del día siguiente. Carolina Bescansa, con su bebé, y las rastas del diputado Alberto Rodríguez acapararon el interés de los medios. 11 de noviembre del 2013. El diputado David Fernández blande su sandalia durante su interpelación a Rodrigo Rato en el Parlament de Catalunya. Fue la imagen del día. 16 de septiembre del 2015. El diputado Sabino Cuadra arranca unas páginas de la Constitción mientras defendía en la tribuna el derecho de autodeterminación de los catalanes. El diputado de Amaiur alcanzó su minuto de gloria en todos los telediarios.

Son solo tres ejemplos de políticos que recurren a los gestos para impactar en el público. La peculiar situación política en España y en Catalunya ha producido estos meses una efervescencia en la vertiente simbólica de la política. ¿Vivimos en una democracia de gestos? Pablo Simón, doctor en Ciencias Políticas, cita al teórico francés Bernard Manin para señalar que estamos en la «democracia de las audiencias», que nace en los años 70 u 80 del siglo XX. «Las audiencias de los medios audiovisuales alcanzan una gran importancia y de ahí se deriva una política mediática o efectista. Se trata de una tendencia inevitable», afirma Simón. Por lo tanto, estamos ante un fenómeno que no es nuevo. «Ahora hay una emergencia de nuevos actores políticos que coincide con una oferta mediática más fragmentada y algunos de cuyos contenidos son más viralizables», añade el politólogo.

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El sociólogo Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública y autor del libro 'El poder político en escena', coincide en que el poder siempre ha buscado una representación. «Los nuevos partidos tienen una dimensión de pandilla, dicho sea con respeto, de grupo, de pertenencia, y tienen un enemigo nítido. Por eso recurren mucho a la representación simbólica».

IMPACTO EMOCIONAL

En un artículo en 'infoLibre' ('Querida Carolina'), Arroyo se mostraba muy crítico con el gesto de Carolina Bescansa de ir al Congreso con su bebé.

«Es cierto, como dice Luz Sánchez Mellado, que la historia se hace con fotografías. Pero a veces, las fotos no dicen nada aunque sean históricas, o dicen chorradas», escribió. Diferente es la opinión de Toni Aira, doctor en Comunicación por la Universidad Ramon Llull y presidente de la Societat Catalana de Comunicació i Estratègia Polítiques: «Vivimos en una sociedad hipermediática donde priman los conceptos de personificación, identificación e impacto emocional. Hay gestos que apelan a la razón a través de las emociones. Por eso Bescansa ha conseguido la foto y ha funcionado de forma viral».

Lluís Orriols, doctor en Ciencia Política y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, señala que «cuando nos ponemos puristas con el uso de los símbolos, olvidamos que ese lenguaje sirve para conectar mejor con los ciudadanos, con esos que decimos que deben participar más en el debate público. Los gestos impactantes hacen que los mensajes sean más atractivos y se recuerden más». En unos tiempos de «política de ¡zascas!», Orriols distingue entre símbolos que tienen un componente incívico y otros que no. «Los primeros tienen efectos perversos. Suelen mostrar falta de respeto por el adversario y aumentan la desafección hacia la política».

Como recuerda Toni Aira, en Estados Unidos se dice que «el candidato es el mensaje»es decir, que la imagen del individuo representa mejor unos valores que una ideología abstracta. En eso coincide Patrycia Centeno, periodista que mantiene el blog 'Política y Moda. La imagen del poder'«Se suele hablar de forma peyorativa de la imagen y de los gestos, se les trata como algo banal. Pero la imagen es más sincera que la ideología. Con la palabra se puede mentir, como hemos visto sobradamente, pero con la imagen es más difícil. Tienes que ser un gran actor».

FUERA CORBATAS

Para Centeno, «la comunicación no verbal es muy importante. Una buena imagen tiene mucha importancia. La estética, la apariencia y la actitud deben ser coherentes con los que se defiende verbalmente». Le da tanta importancia esta periodista a la comunicación no verbal que confiesa que aconseja a sus alumnos ver los discursos en 'modo mute'.

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Los tiempos nuevos en la política española y catalana se aprecian muy bien en el vestuario. Menos corbatas en los hemiciclos, consellers que toman posesión sin esa prenda, despachos oficiales con el Rey en mangas de camisa, camisetas de colores con mensajes que refuerzan la ideología de quien las viste, peinados poco convencionales... La sesión de constitución del Congreso se convirtió la pasada semana en todo un escaparate de los nuevos aires de la política. «La camiseta es como un nuevo uniforme», sentencia Centeno.

Los diferentes expertos consultados señalan los límites de una estética excesivamente atrevida: «Te identifica con los tuyos, pero te aleja de los otros. Los políticos tienen que hacer un cálculo coste-beneficio cuando tienen una estética muy marcada», afirma Pablo Simón. Y Luis Arroyo va más lejos: «No vamos a ver a una persona con el aspecto de Pablo Iglesias de presidente del Goberno».

Pero estos días se subraya que la imagen menos ortodoxa de los parlamentos representa mejor al ciudadano medio. Y recuérdese que uno de los lemas del 15-M fue 'No nos representan'. Pero, como opina Simón, «se trata de una representación descriptiva: el que está en el Parlamento se parece a mí. Y eso se acentúa cuando se trata de políticos que viene del activismo social». Y aunque es evidente que no es lo mismo ir al Parlamento vestido de obrero que defender políticas obreras, Centeno celebra esos cambios en la estética de nuestros representantes: «Llegó un momento, tras la crisis, en el que hacía falta que la gente se mojara también a nivel de imagen». En cualquier caso, como dice Aira, el debate de la imagen interpela a la sociedad: «Porque somos nosotros quienes compramos imágenes efímeras».