UNA HISTORIA DE CIUTAT VELLA

La historia del Romea, donde se cocina la escena

Desde 1863, el Teatre Romea se mantiene como un icono del teatro en catalán

Vestíbulo del Teatre Romea, en el que hay un piano y una imponente escalera.

Vestíbulo del Teatre Romea, en el que hay un piano y una imponente escalera.

ANNALISA PALUMBO

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En el solar de la calle del Hospital, 51, en el Raval, donde antaño surgía el Casino d'Artesans y una sociedad llamada Tertúlia Progressista, se edificó el Teatre de l'Hospital, inaugurado el 18 de noviembre de 1863. Diez años más tarde, volvió a ser bautizado bajo el nombre de Teatre Romea, en homenaje al popular actor Julián Romea Yangüas, y desde entonces el Romea ha representado la excelencia del teatro.

Fundado por Miguel Gasset Bosch, el Romea competía con otro teatro construido justo al lado, el Teatre Odeón, que cerró en 1887. La programación del Romea, desde sus inicios, estuvo muy enfocada a obras en catalán, en su mayoría escritas por Frederic Soler Humert, que fue coempresario del teatro y director artístico entre 1870 y 1890.

En los años de la guerra civil, el escenario del Romea permaneció vacío y en silencio, hasta el 15 de diciembre de 1943, cuando sus puertas volvieron a abrirse. En estos años, el Romea fue comprado y reformado por el empresario madrileño José Cadenas. El teatro pasó de mano en mano hasta ser gestionado, en 1949, por los hermanos Fernández Castanyer, que volvieron a fomentar la representación de obras en catalán.

Unos 15 años más tarde, tras nuevos cambios de propiedad y a pesar de ser una sala icónica, el Romea estuvo a punto de cerrar. "Se habría convertido en un párking, de no haber sido por Josep Canals, Agustí Pedro Pons, Francesc Recasens, Rossend Riera y Domingo Valls Taberner, unos mecenas que rescataron la sala", afirma el actual director artístico del Romea, Carles Canut.

Primeras películas

Innovador en muchos aspectos, este teatro también lo fue en el sector del cine. El 21 de diciembre de 1897 en sus salas se realizó una de las primeras proyecciones de cine de la ciudad utilizando en su sala el Heliocinegraphe, una cámara para proyectar fotos animadas inventada el año anterior por los fotógrafos Fernand Perret y Joseph Lacroix. Sin embargo la vocación del Romea nunca estuvo orientada hacia el celuloide. Después de algunas experiencias más, el camino del cine fue abandonado, y los actores volvieron a su escena.

El Romea fue tan importante en el panorama cultural catalán que, a partir de 1981, esta sala cubrió funciones de teatro nacional hasta la creación del Teatre Nacional de Catalunya (1996). Desde 1998, Focus gestiona con éxito el Romea.

"Desde siempre el Romea, a pesar de ser una sala privada, tuvo vocación de teatro público", explica Jordi González, vicepresidente de arte y contenido de Focus. "Teníamos una sala estrella de nuestra cultura y apostamos por directores artísticos valientes", sigue.

El fantasma de Xirgu

Gracias a una gestión vanguardista reconocida en toda Europa, el Romea pudo presumir durante unos años de una propia compañía de actores, la Companyia del Teatre Romea, que actuó en todo el mundo con obras como La ópera de cuatro cuartos, de Bertold Brecht, dirigida por Calixto Bieito, que también dirigió Peer Gynt, de Henrik Ibsen. Por sus pasillos, cuenta Canut, los más afortunados pueden charlar con el fantasma de la actriz Margarita Xirgu, fallecida en Montevideo en 1969 y estrella del Romea.

La entidad ha recibido varios importantes galardones, como el Premio a la Mejor Programación del Teatro de España (2005) y la Creu de Sant Jordi (2015).

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