Ya no hay buenos gregarios en el ciclismo español

Multimedia /así es Pradell, el coloso de la Volta.

Tourmalet 2024 por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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Cuando la cima de Pradell aparece sobre el horizonte de la Volta, en un sábado de magia ciclista, no puede sino echarse de menos a los antiguos guerreros de segunda línea, los que siempre brillaban en el ciclismo español. Eran corredores que difícilmente tenían como planteamiento ganar una carrera como la catalana, ni mucho menos aspirar al triunfo en el Tour, la Vuelta o el Giro, pero sus fugas, valientes, determinantes y que muchas veces llegaban a buen puerto, hasta los ubicaba entre los diez mejores en muchas carreras. Se escapaban, ganaban minutos y aparte de la recompensa del triunfo de etapa lograban una ascensión casi milagrosa en las mejores clasificaciones generales.

La edad retiró a ciclistas como Eduardo Chozas, Julián Gorospe y más recientemente a Óscar Pereiro, que obtuvo la mejor recompensa, un sueño hecho realidad, la victoria en el Tour gracias a su histórica fuga camino de Montélimar, en la ronda francesa de 2006.

Desgraciadamente, esos ciclistas ya no existen en el seno del pelotón español. Han desaparecido los gregarios de oro, los que tomaban las riendas de su equipo, los que se colocaban los galones de jefe y los que cuando se escapaban hacían de sus fugas una auténtica gesta ganándose titulares, portadas de diarios, aperturas en los telediarios y en los informativos radiofónicos. Ese prototipo ya no existe en un pelotón español que, aun gozando de mejor salud que el italiano y hasta el francés, dista mucho, sobre todo entre la clase media, de parecerse al que se ganó los aplausos a finales del siglo pasado o inicios del actual.

Los jóvenes valores

Es verdad que se cuenta con jóvenes valores como Juan Ayuso o Carlos Rodríguez, que los veteranos como Mikel Landa todavía no han dicho su última palabra y que, pese a episodios irregulares, Enric Mas continúa siendo una realidad. Pero son corredores de primera fila, para ahora y para el futuro, pero no el gregario que un día se coloca en la espalda la mochila del equipo y que es capaz de llegar a Queralt, tras sobrepasar Pradell, y así se convierte en el gran protagonista de la etapa reina de la Volta.

Si se busca y si se llena uno de valor aparece el nombre de Oier Lazkano, ausente, eso sí, de la Volta, quien va adquiriendo experiencia con la intención de ser el mejor aspirante del pelotón español, una realidad en las clásicas, las que conquistaron Alejandro Valverde y Óscar Freire, y por las que peleó Juan Antonio Flecha, otro capaz de dar el giro a una etapa para conseguir, por ejemplo, un triunfo en el Tour.

Luego llegan decepciones, ciclistas como Iván García Cortina que no consigue situarse donde le gustaría estar por la razón que sea. Pero antiguamente siempre había la confianza de que apareciese un Pepe Recio, por ejemplo, o un Pablo Lastras, más cerca del tiempo actual, que ganaban etapas y que siempre en días tranquilos eran capaces de apuntarse una etapa de la Volta. Desde 2011, cuando José Joaquín Rojas se impuso en la llegada a Mollet del Vallès, hoy segundo director del Movistar en la ronda catalana, ningún gregario ha ganado una etapa de la Volta. Y ya ha llovido, aunque menos de lo esperado desgraciadamente.

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