Justicia para Marc Soler en el Tourmalet
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
La palabra justicia significa acordarse de escribir de los protagonistas de una historia. En la Vuelta, como en las películas y casi como en la vida misma, hay actores principales y de reparto. En ocasiones, tras una actuación magnífica, el que tiene la etiqueta de secundario es el que escucha su nombre y obtiene el Óscar a la mejor interpretación. Y, en este caso, a mitad de competición, con la mirada puesta en el horizonte donde aparece la cima del Tourmalet, no cabe duda de que el premio lo merece Marc Soler.
Hace muchos años que lo conozco. Ya me hablaban de él cuando era un ciclista juvenil que apuntaba buenas formas, el mismo que el Movistar convirtió en profesional para darle luego la baja, de forma incomprensible, más teniendo en cuenta que el único conjunto español enrolado en la Champions del ciclismo -no me gusta utilizar este término, pero resulta más comprensible para el lector- está necesitado de figuras locales y, sin duda, Marc lo es.
La primera entrevista
Recuerdo que la primera vez que lo entrevisté, en 2014, cuando estaba convocado por la selección española para disputar el Mundial de Ponferrada en categoría sub-23, me confesó que le daba vergüenza saludar a Alejandro Valverde porque “era una figura mundial y yo una promesa”. Se lo dije a Valverde. Y contestó: “esta noche le doy una colleja y se le pasan todos los temores”.
Marc fue creciendo a lo largo de los años. Hasta ganó una París-Niza, que no está al alcance de muchos, precisamente su nuevo jefe, Tadej Pogacar, se la adjudicó este año. Hizo podio en una Volta y fue convirtiéndose poco a poco en uno de los grandes valores del Movistar hasta que llegó el Giro de 2021 donde se le otorgó la jefatura del equipo. Se cayó y abandonó. No tenía nada roto pero, en ocasiones, resulta difícil de calibrar hasta dónde una persona es capaz de aguantar el azote del dolor.
La burrada del Tour 2021
Posiblemente, discutido su abandono del Giro, Soler hizo una burrada en el Tour que, al final, de nada le sirvió para continuar como corredor del Movistar. Fue uno de los afectados en la masiva caída de la etapa inaugural, cuando una mujer no tuvo otra idea que sacar una pancarta para saludar a los abuelitos con el resultado de tumbar a medio pelotón. Soler se rompió los dos brazos y aguantó para llegar a meta… y abandonar.
En el UEA encontró una nueva vida, que a los 29 años lo han convertido en una pieza imprescindible de su equipo hasta el punto de que a Pogacar se le pueden ocurrir muchas ideas, brillantes o no, para la próxima temporada. Pero ni en el peor de los sueños se le pasará por la cabeza acudir al Tour sin tener a Marc a su lado, porque fue el corredor que lo acompañó, le dio moral, cariño y una rueda amiga camino de Courchevel en el peor día de la vida deportiva del ciclista esloveno.
Segundo en la Vuelta
Puestos en esta dinámica, a falta de una etapa para llegar al Tourmalet, encontramos al corredor catalán situado en la segunda plaza de la general con la aspiración de disputar el jersey rojo y como el mejor situado en su equipo donde también corren Joâo Almeida y Juan Ayuso.
¿Qué sucede? Pues que no se le está dando bola en esta Vuelta, admitiendo quien firma este artículo su culpabilidad. Todos nos estamos fijando en las estrellas llamadas Evenepoel, Roglic, Vingegaard y nos olvidamos de Marc, como el que pierde un anillo de oro en la playa.
El Tourmalet en el horizonte
Tal vez, el estar excluido del impacto mediático, de la presión, del que debe y tiene que hacer, le sienta bien a Soler, pero eso no quita el pecado de los periodistas al olvidarse de un ciclista que, hasta ahora, está realizando una Vuelta prodigiosa.
El viernes llega el Tourmalet, una montaña famosa como la que más, que se puede convertir en la joya o el azote de Soler, pero pase lo que pase en la legendaria cima de los Pirineos, que le quiten lo bailado, que se recuerde el comportamiento de Marc como ángel de la guarda de Pogacar en los Alpes, que resiste en la segunda plaza, que el jersey rojo igual no está tan lejos y que entre tanta figura puede que al final resulte que la estrella de la Vuelta es un catalán nacido en Vilanova i la Geltrú, tierra de ciclistas, que a los 29 años ha alcanzado la plenitud de su carrera deportiva.
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