Señoras y señores, Landa es quinto de la general

Tourmalet por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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Sin comerlo ni beberlo Mikel Landa se ha colocado quinto de la Vuelta dando la impresión, incluso, de que el ciclista vasco nunca ha querido estar en tan brillante posición. Sin embargo, sólo es necesario acercarse cualquier día por los territorios de la carrera, desde la salida a la llegada pasando por el recorrido de la etapa, para darse cuenta de que si hay un corredor aclamado, este es Landa, el único ciclista del pelotón mundial que puede presumir de haber creado una religión alrededor suyo, que se denomina ‘landismo’.

Y bien cierto que el ‘landismo’ existe porque levanta olas de admiración allí por donde pasa el corredor alavés, desde los parajes del Cid que se pisaron en la etapa castellonense, a las cuestas de Xorret de Catí, sin olvidar que se produjo una especie de estruendo en la presentación de equipos en una Barcelona que en esa ocasión se iluminó al saludo de Landa.

El año de gracia de 2015

Ha dicho que no estaba en la Vuelta para luchar por la clasificación general, que trataría de apartarse de los puestos de honor con la clásica consideración ciclista de perder tiempo en la tabla para que no sea una preocupación para nadie y así poder escaparse el día menos pensado y repetir el triunfo que Landa consiguió en Andorra por allá el año 2015.

Aquella, sin ningún tipo de dudas, fue la mejor temporada de su carrera deportiva con la tercera plaza del Giro, donde también se anotó dos triunfos parciales y hasta podía haber ganado la prueba de haber tomado una decisión táctica diferente su equipo, por aquel entonces el Astana, en la penúltima jornada de la prueba. No andaba muy fino Alberto Contador, vencedor final, y en el equipo prefirieron sacrificar a Landa en favor de Fabio Aru, en vez de lanzarlo con todas las de ley hacia la victoria final.

Por aquel entonces, comenzó a nacer la fe hacia el ‘landismo’. Muchos lo vieron como el reflejo de un corredor que podía aspirar a lo más grande en carreras como el Giro, la que más le gusta, el Tour o la Vuelta.

Los Tours 2017 y 2020

La verdad es que Landa siempre ha tenido una chispa de mala suerte. En 2017 fue cuando llegó al Tour en mejor forma, pero por el camino equivocado de ser en el Sky el principal gregario de Chris Froome, ganador de la prueba, y tuvo que sacrificarse al servicio del jefe. Perdió la tercera plaza, o lo que es lo mismo el premio de subir al podio de los Campos Elíseos, por un segundo. Y eso duele.

Aun así, la cuarta plaza conseguida en 2020 quedó ensombrecida, en una de sus mejores contrarrelojes, porque aquel día, a uno de París, Tadej Pogacar detuvo la tierra, de forma prodigiosa tumbó a Primoz Roglic y le arrebató el jersey amarillo. Sólo hubo ojos para el prodigio esloveno mientras Landa llegaba a París instalado en el cuarto lugar de la general.

Y, mira por dónde, ahora lo vemos quinto de la Vuelta, casi por azar, porque se coló en la escapada buena de Teruel y porque, pese a perder tiempo, anduvo en el segundo pelotón de figuras de la carrera en la subida y la bajada a Xorret de Catí.

Álava y la ronda francesa

Por eso, el ‘landismo’ está que se sale… “¿y sí?” ¿Y si se anima? La alegría será total, sobre todo en tierras alavesas, por donde pasó el Tour al segundo día y donde todos los compañeros de pelotón vieron y comprobaron que Landa no iba de farol al atravesar las carreteras por los que normalmente entrena; una fiesta, cientos de personas entregadas al ciclista como practicantes del ‘landismo’.

El tiempo, como ocurre en las lesiones deportivas, determinará la recuperación de Landa para la general. O si decide jugar la moneda de las escapadas. Lo que sí está claro es que el año que viene correrá como gregario de Remco Evenepoel, un hecho que no hará que pierda ni un practicante en su culto y hasta es posible que el astro flamenco se convierta en todo un ídolo, principalmente en el País Vasco, si termina la mayor de sus obras llegando de amarillo a París con Mikel a su lado. Por los siglos de los siglos. 

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