Ciclismo

Volta a Catalunya: Roglic le demuestra a Evenepoel que es un perro viejo

El ciclista esloveno toma el mando de la ronda catalana con 10 segundos de diferencia sobre el campeón del mundo a falta de dos etapas tras ganar en la cumbre de Lo Port.

Roglic Lo Port

Roglic Lo Port / LA VOLTA

Sergi López-Egea

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Primoz Roglic es perro viejo. Es el que deja hacer a Remco Evenepoel, que vuele exhibiendo su dulce pájaro de juventud. Es el que necesita sentirse superior al campeón del mundo, porque después de la Volta llega el Giro, y porque ambos, sobre el papel, serán los que se deberán jugar la victoria en territorio italiano. Roglic solo ataca al final sabiendo que es imposible, no estando su compatriota Tadej Pogacar, que nadie, ni siquiera Evenepoel, pueda batirlo en un esprint en montaña si se siente el más fuerte, al contrario de lo que sucedió el miércoles en La Molina.

Podía haber sido el día de Marc Soler, en el puerto del mundo que mejor le va al corredor catalán. Pero tuvo la desgracia de que su compañero portugués Joâo Almeida se jugaba el podio después de observar que fallaba Giulio Ciccone y que Mikel Landa, sin estar mal, tampoco tenía el día muy fino. Era la ascensión a Lo Port, al que antes llamaban Mont Caro, allí donde en 1991 firmaron una ascensión memorable Miguel Induráin, Pedro Delgado y Lucho Herrera.

Era el puerto del viento. Era el día más importante de la Volta. Y fue la etapa que tampoco acabó de resolver la general, a falta de dos días, primero Molins de Rei con sus carreteras plagadas de trampas, y luego Montjuïc, el lugar donde Evenepoel puede restarle a Roglic los 10 segundos de renta que le saca, aunque en una carrera de una semana como la Volta casi se asemejan a minutos.

El más listo de la clase

Roglic ganó la etapa y dejó hacer el trabajo a otros. Que se quemara el equipo de Evenepoel. Que rompieran la ascensión los compañeros del ciclista belga. Él, arropado del viento. Él, comiendo y bebiendo, todo con el mínimo esfuerzo, si esto es posible cuando se rueda por encima de los 20 por hora escalando un puerto de curvas y carretera rugosa.

Ocurrió lo que anunciaba Evenepoel como si fuera un libro abierto y lo que sabían Roglic y todo el pelotón. A cuatro kilómetros de la meta demarró Evenepoel. ¿Quiénes lo siguieron? Pues Roglic y un Marc Soler que parecía que subía Lo Port sin cadena hasta que llegó su compañero portugués. Roglic no dio ni un relevo hasta que en el último kilómetro trató de situarse primero para controlar y para que no le pillase Evenepoel por sorpresa en un último ataque, donde se ahogó para mayor placer de Roglic que desempató la general a tiempos ante la flaqueza final de Evenepoel.

¿El campeón del mundo podrá contrarrestar esta diferencia? ¿Podría acabar la Volta en un empate técnico entre dos ciclistas y que todo se resolviese por la suma de las posiciones de Roglic y Evenepoel en el total de las etapas? Pasaría si el ciclista belga gana y Roglic no bonifica en Montjuïc, al margen de lo que pase en Molins de Rei. Pero el corredor esloveno, aparte de clase, tiene callos en el trasero de tanto montar en bici.