El Tourmalet

El Tourmalet: la historia de la 'salchicha' de la Vuelta

Hubo un tiempo en el que únicamente un vehículo formaba parte de la caravana publicitaria de la carrera hasta que un día tuvo una avería y acabó arrastrado por una grúa.

Herrada y los periodistas

Herrada y los periodistas / LA VUELTA / CHARLY LÓPEZ

Sergi López-Egea

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Hubo un tiempo en el que solo una ‘salchicha’ circulaba como representante de la caravana publicitaria de la Vuelta. Distaba años luz de la rúa que cada mes de julio presenta el Tour, con más de 400 coches, que casi se convierte en circo ambulante que hace las delicias de grandes y chicos.

Por las carreteras de la Vuelta, en la última década del siglo pasado, circulaba un ‘coche-salchicha’, fiel representante de la única marca que apostaba por la carrera en términos publicitarios. Adelantar a la ‘salchicha ambulante’ era hasta una referencia. “¿Por dónde andas?”. “Por Guijuelo, provincia de Salamanca. Acabo de adelantar a la ‘salchicha’”. Tampoco vamos a engañar, el paso por Guijuelo se aprovechaba para reponer fuerzas con algo más que una salchicha.

Había casi más azafatas que corredores

Hubo un día en el que se estropeó el ‘coche-salchicha’ y fue la comidilla de aquella etapa. No se hablaba de otra cosa. “¿Has visto a la ‘salchicha’ subida a una grúa?”. Nunca se sabrá el tiempo que tardó la reparación ni lo que costó, pero lo cierto es que se buscó más tarde a la ‘salchicha’ y ya no apareció por la ruta de la Vuelta. Nos quedamos sin caravana publicitaria.

Era la época en la que había casi más azafatas que corredores. Nunca se sabrá qué hacían tantas chicas paseando por las entrañas de la Vuelta. Caravana, lo que se dice caravana, no había en la carrera, pero sí azafatas por todas partes. Ahora, los tiempos han cambiado. Ha regresado la caravana publicitaria, que aunque no se asemeja a la del Tour, por lo menos puede presumir de que pasa por los pueblos por los que más tarde transitará el pelotón de corredores.

Y quienes trabajan en términos publicitarios, muchos chicos y chicas estudiantes que aprovechan la carrera para sacarse un dinero extra en una época todavía con los centros educativos cerrados, son contratados sin importar el sexo y sin exigírseles un tipo de ropa ombligo para abajo.

El puesto de afeitado

Nunca me canso de explicar una escena que se producía cada mañana en la zona restringida de la carrera por allá mediados de los años 90 del siglo pasado. Una conocida marca de productos de afeitado tenía un set en la salida. Dos chicas afeitaban a cualquier visitante vip de la prueba hasta que un corredor extranjero tuvo la brillante idea de pedirle a una de las mujeres si le rasuraba las piernas. Y casi hubo más interés por parte de algunos participantes foráneos en hacer cola ante el puesto de las cuchillas que en disputar la etapa. La organización tuvo que tomar cartas en el asunto porque la imagen de los corredores con las piernas llenas de espuma de afeitar y el ‘coulote’ arremangado hasta la entrepierna no era muy saludable que digamos.

Estas cosas ya no ocurren. Han pasado a la historia. La entrada del Tour, como propietaria de la prueba, impidió los pecados del pasado y dotó a la carrera de una dosis estructural similar a la de la ronda francesa. Aquí todo es un poco más pequeño porque el Tour es una locura en todos los sentidos pero la ‘salchicha’ ya ha pasado a ser una anécdota del pasado que se cuenta entre risas y hasta algún vehículo de la caravana publicitaria estos años ha repetido viaje tras pasarse el mes de julio paseando por las carreteras francesas.

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