La ronda española

Vuelta 2021: Roglic, demasiado rápido, muy inconsciente

El ciclista esloveno ataca en la subida a Almáchar y se va al suelo en el descenso.

La bajada era muy resbaladiza y un peligro en la décima etapa ganada por Storer y donde el principal favorito dejó que el noruego Eiking se vistiera de rojo.

Caída de Roglic bajando el puerto de Almáchar

Caída de Roglic bajando el puerto de Almáchar

Sergi López-Egea

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La Vuelta, el Tour o el Giro se ganan a base de piernas pero también con la cabeza fría. Cuando se ataca, sobre todo siendo el líder, hay que analizar la situación antes de demarrar. Los viejos cronistas siempre se preguntan: ¿lo habría hecho Miguel Induráin? Y cuando la respuesta es un no rotundo, entonces entran las dudas. Y cuando se ve al líder por los suelos, aunque este martes cediera el jersey rojo, todavía más. Sobre todo cuando era una voz a gritos en el pelotón que el descenso a Almáchar, una trampa de zorros, era más resbaladizo que una pista de hielo.Entonces la cuestión no tiene debate: ¿adónde iba Primoz Roglic?

La décima etapa fue una sorpresa y el día que el Jumbo de Roglic permitió una fuga consentida que llegó a tener más de 12 minutos, con el vencedor, Michael Storer, el mismo del Balcón de Alicante, y con el nuevo líder, el noruego Old Christian Eiking, sin nada destacable en su carrera ciclista.

Fue una sorpresa porque nadie creía lo que iba a ocurrir. De repente, casi por magia, a 16 kilómetros de la meta y a tres de la cima, se vio a Roglic. No era un espejismo. Era el líder que atacaba al resto, que saltaba en solitario, a por todas, que me siga el que pueda. Y el que podía, Enric Mas, prefirió actuar con cautela y esperar el auxilio de Superman López, que mantuvo al ciclista esloveno bajo control, con un máximo de 18 segundos de ventaja, mientras que por detrás Egan Bernal volvía a ceder para demostrar que su batería está muy por debajo de la carga que exhibió para ganar el Giro.

¿Por qué no salió Mas a su captura? ¿Piernas extrañas tras la jornada de descanso en Almería? Pues todo lo contrario. "Sabía que era una bajada peligrosa, y que quizá quien lo intentara y se pasara un poco resbalaría en alguna curva, porque el asfalto estaba muy peligroso. Yo mismo he bajado con mucha cautela porque no quería caerme".

Coronó Roglic la trampa de Almáchar, cima del cicloturismo malagueño, con 18 segundos de ventaja sobre la capa de Superman, que marcaba otra vez a Mas el camino a seguir. Y en pleno descenso, en una curva de asfalto tan fino como un rostro recién afeitado, la rueda trasera de Roglic derrapó, patinó el corredor esloveno, se fue a la tierra y quedó semi atrapado en el hueco del guardarraíl con la fortuna que le faltó a Alejandro Valverde en su caída de Alicante. Rasguños, la cadena salida y Mas y Superman que lo capturan para dejar su ataque en agua de borrajas y para otro día una nueva ofensiva, quizá más fructífera en segundos, tal vez este miércoles en la empinadísima llegada a Valdepeñas de Jaén.

Fue valiente, pero ¿fue inconsciente? Y es ahí dónde debe considerarse una circunstancia remarcable. Roglic no conoce este año el recorrido de la Vuelta. La corre a ciegas con el convencimiento de que la fuerza lo acompaña y que estando bien no hay muro que se le resista ni bajada que pueda echar al traste todos sus planes.

Este martes, arriesgar podía tener consecuencias. Se vio entre los ciclistas de la escapada. Cuando trataban de acelerar más de la cuenta se quedaban sin carretera y hasta Álex Aranburu se fue al suelo. Y se vio por detrás, con un Enric Mas que prefirió entregar unos segundos que darse un coscorrón de consecuencias imprevisibles.

"¿Estás bien?", le preguntó el ciclista mallorquín a Roglic cuando acabó el descenso y ya estaban en la playa de Rincón de la Victoria. Y este le respondió que sí. Ya hacía un buen rato que el esloveno había sido capturado por sus perseguidores. Ya había desistido viendo que la carretera era una llamada al dicho que el cementerio está lleno de valientes.

Una vez dijo Jacques Anquetil que para ganar el Tour había que subir rápido y bajar con cautela. Esta frase forma parte casi de la prehistoria de este deporte. Pero, tal vez este martes, trasladada a la Vuelta, habría venido bien que Roglic la aplicase. La suerte está echada.