Por fin, David de la Cruz tuvo un día con suerte
El ciclista de Sabadell, afincado en Palafrugell, llevaba tres años cruzados con caídas, lesiones y enfermedades hasta que se vistió de rojo en la Vuelta
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
SERGI LÓPEZ-EGEA / OVIEDO
Hubo un día no muy lejano, en la galaxia del Tour, en el que David de la Cruz se cruzó con Alejandro Valverde en el camino hacia el control de firmas. "Hoy es tu día, escápate", le recomendó el corredor murciano. Y De la Cruz pilló entonces la fuga buena cuando era corredor del conjunto alemán del Net App (hoy, Bora Argon). Pero, a diferencia de la felicidad vivida en Asturias y en la Vuelta, en una curva francesa en ruta hacia Saint Etienne se le fue la bici y cayó al suelo con tan mala suerte que se fracturó la clavícula.
Había que ver, una semana antes de iniciar el Tour, la felicidad que desbordaba De la Cruz, en una mañana soleada y de descanso, en Andorra, adonde se había subido a preparar la 'grande boucle'. "¿Y por qué no puedo pelear por el jersey a lunares de la montaña?". Soñaba David con hacer cosas grandes en el Tour del 2014, el que ganó Vincenzo Nibali y donde, como él, se cayeron Chris Froome y Alberto Contador. Quería dejar de ser una promesa del pelotón. Ya había tenido mala suerte, un año antes, en la Vuelta, donde había atacado, donde se sentía fuerte y poderoso. Y una tendinitis le obligó a retirarse. ¿Dónde? En Castelldefels, el día que tenía a la familia esperándolo en la meta.
Él tiene 27 años. Él iba para atleta, hasta que un día, en Sabadell, cambió el tartán por la bici y fichó por el Club Ciclista Sant Boi, una de las principales escuelas catalanas de ciclismo. Y otro día se fue a vivir a Palafrugell con su novia Bianca, odontóloga, a quien le dedicó el triunfo del Naranco. Y se enamoró también del paisaje ampurdanés.
Y, de nuevo, la mala suerte. El Etixx lo mandó en agosto del año pasado a la Vuelta a Polonia para preparar la ronda española: otra caída y otra fractura de clavícula. Se operó deprisa y corriendo, pero a las primeras de cambio, el dolor le obligó a apearse de la Vuelta.
¿Más desgracias? Pues sí, porque esta primavera estaba seleccionado para el nueve del Etixx que corría el Giro y cuando ya tenía las maletas preparadas sufrió un ataque de apendicitis. En Asturias, De la Cruz cerró su capítulo personal de mala suerte para firmar su primer triunfo profesional y vestirse con el jersey de líder. "Es increíble. Es increíble", repetía. Sí, increíble, pero real.
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