Noxe: un restaurante japonés de altura

Apagado el antiguo Eclipse, la coctelería y 'night club' que rebosaba cosmopolitismo en la planta 26ª del Hotel W, ahora brilla en su lugar Noxe. El espacio, con unas vistas fabulosas de Barcelona, sigue teniendo el glamur de antacho y se ha reconvertido en un restaurante japonés de altura (y no solo por los casi 100 metros que le separa del suelo) que también tiene sitio para ofrecer cócteles de autor y alguna cosa para picar a media tarde si tienes hambre y no has reservado mesa, y para tomar unas copas y bailar hasta la madrugada con la ciudad a tus pies.

Sorprende Noxe por el nivel de su propuesta gastronómica, solo disponible en horario de cenas. Su cocina tradicional nipona elaborada con productos mediterráneos es un trabajo, a veces, de orfebrería, con platos muy trabajados.

En ocasiones con sutilidad, como sucede con ese sensacional 'nigiri' de salmón que esconde en su interior un poco de 'wasabi' y sal de 'yuzu'; a veces rondando el barroquismo, como pasa con algunos de los 'makis' (el 'uramaki' relleno de langostino, crema de aguacate y salsa de anguila con tempura de harina de maíz de arroz, el 'futomaki' envuelto con hoja de soja, tempura de calamar y langostino dulce...).

El plato de la abuela (nipona, claro)

No faltan guiños a la fusión japocatalana como las 'gyozas' rellenas de cerdo ibérico y 'calçot', de sabor más suave de lo que esperable, ni platos de la abuela (nipona, claro), como el salmón 'nanbanzuke', una receta de la yaya del chef, que aquí, en vez del pescado azul de la fórmula original, lleva salmón pasado por la brasa y después marinado en salsa de 'yuzu' que se acompaña en el plato con verduras agridulces. Tiene cierto aire acevichado debido al cítrico de la salsa.

Para beber, un catálogo no muy extenso vinos en el que destaca la profusión de referencias internacionales, y una larga carta de cócteles, con más de una veintena de brebajes, que en muchos casos pueden combinan bien con los bocados que salen de la cocina.

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