Emblema de la zona alta
Café de París: sabroso regreso al pasado
El restaurante de la zona alta ha resucitado recuperando tres iconos de la antigua carta como los garbanzos Luis y estrenando platos que conservan su filosofía de siempre: cocina directa y buen producto

Garbanzos Luis, uno de los tres platos que se mantienen en la carta del renovado Café de París.


Ferran Imedio
Ferran ImedioPeriodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
Así son los clásicos: ni la jubilación del dueño del local ni una pandemia mundial desgarradora pueden con ellos. Resucitó hace unos días Alt Heidelberg tras dos años con la persiana bajada y ha vuelto Café de París, emblema de la zona alta (Mestre Nicolau, 16) desde su apertura en 1972 gracias a platos icónicos como los garbanzos Luis (salteados con jamón y salsa de tomate para complacer a un cliente llamado así), y el 'chateaubriand' y el entrecot con la salsa que da nombre al establecimiento, y gracias también a un servicio siempre atento y diligente.
Parece que nada ha cambiado y que todo sigue igual al otro lado de esa entrada con toldo de color rojo parisino y bajorrelieves que anuncian un viaje a los tiempos de chaquetilla (la de los camareros) y mantel (en las mesas), aquellos en los que la cocina era sencilla y directa, con buen producto y pocas alharacas culinarias.
Un reservado atravesando la cocina
Y así sigue Café de París, aunque una reforma en profundidad ha adecentado y mejorado el aspecto de siempre: la barra de madera de la entrada ha ganado espacio, una de las dos puertas de acceso tiene ahora una barrita con ventana y dos sillas altas para comer con vistas a la calle, la cocina es nueva, así como el reservado al que se accede atravesándola...
Rodeado de los mismos carteles que evocan la 'belle époque', se pueden comer los tres platos antes mencionados y otros nuevos que mantienen la esencia que quiere conservar el nuevo chef, Jordi Cunill: la flor de alcachofa confitada, con 'foie' y una nube de queso payoyo, los 'linguini' trufados y la milanesa, que es un señor taco de solomillo fileteado y rebozado con 'panko' sobre el que reposa un huevo frito.
Buenos ejemplos de que algún tiempo pasado fue mejor.
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