'Ready to drink'
¿Cócteles enlatados? La sorprendente, divertida y concienciada apuesta de Libertine
La coctelería del Hotel Casa Bonay propone cuatro combinados que se pueden consumir fuera del bar
Cata Mayor
Detrás de la firma 'Cata Mayor' se encuentra el colectivo que elabora los contenidos del canal gastronómico de 'El Periódico' y que recurre a la firma coral a la hora de hacer recomendaciones generales de lugares y productos.
La coctelería del Hotel Casa Bonay, Libertine, ofrece cuatro cócteles enlatados 'ready to drink' para poder ser consumidos fuera del bar. Todos ellos han sido creados por Eric Stephenson, 'head bartender' del establecimiento. La gama de cócteles, que destaca por ser burbujeante y muy refrescante, está compusta por Gin & Tonic ('dry gin', tónica artesanal y cítricos), Moscow Mule (vodka, 'ginger beer' y cítricos), Paloma (tequila, mezcal, soda de pomelo, cítricos y sal marina) y Shiso + Manzana ('shiso' vodka, 'yuzu', manzana verde, calvados y agua con gas).
Todos ellos deben servirse siempre fríos y están diseñados para consumirse directamente de la lata, ya que vienen diluidos con agua y el agua suele ser un subproducto de agitar o revolver un cóctel.
La categoría de cócteles 'ready to drink' o 'RTD' se ha disparado a nivel mundial, particularmente desde pandemia. Stephenson empezó a trabajar con este estilo de elaboración de bebidas en 2013, en Hong Kong, con cócteles de barril, que permiten preparar una gran cantidad de bebidas a la vez, lo que garantiza la consistencia y optimiza la velocidad del servicio en el bar.
Además, el uso de latas permite implementar texturas interesantes mediante la introducción de gases como el dióxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, que alteran drásticamente la estructura de las bebidas.
Más adelante, Stephenson emprendió su trabajo con cócteles 'RTD' de una sola porción en 2016, en Ámsterdam, donde utilizó gran parte de la teoría de los cócteles de barril para crear una gama de bebidas clásicas clarificadas y carbonatas. Esta marca salió al mercado recientemente en los Países Bajos.
"Las botellas, aunque son estéticamente agradables, no son tan funcionales ni prácticas como las latas de aluminio, más livianas, por lo que tienen un coste de transporte reducido y una huella de carbono más pequeña que el vidrio. Además, conservan mejor los líquidos, lo que alarga significativamente su vida útil", destaca Stephenson.
El barman subraya que "desde cervezas artesanales hasta marcas de vino han comenzado a hacer el cambio, y, con el tiempo -vaticina- las botellas se volverán obsoletas; una reliquia de las bebidas del viejo mundo que ya no es práctica para un mercado cambiante y un planeta que se calienta".
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