Entrevista con seis voces de la competición
Las ingenieras de la Copa América de vela: en minoría en sus equipos pero con un trabajo clave
Seis mujeres que participan en la histórica competición que se celebra este verano en Barcelona reivindican su papel en un mundo completamente masculinizado
El día a día de una ingeniera de la Copa América de vela
Guillermo Altadill, director de SailTeam BCN: "El equipo de mujeres y jóvenes de esta edición de Barcelona servirá de embrión para otro grande"
Cristina Buesa
Periodista
Especialista en infraestructuras de movilidad, me ocupo de los temas de economía azul y de la Copa América de vela.
Son pocas, muy pocas. Pero su función en los seis equipos es clave. Tienen entre 26 y 48 años, para la mayoría es su primera competición en Barcelona y comparten ilusión y tesón a partes iguales. Son las ingenieras de la Copa América de vela.
La más veterana, la mallorquina Elvira Llabrés (Ineos Britania), tiene pocas manías a la hora de describir el papel de las mujeres en las históricas regatas, que datan de 1851 y que hasta la edición número 37 no se ha decidido a incorporarlas en una competición femenina específica. "No tiene sentido que la Louis Vuitton sea solo con atletas hombres, los equipos llegarán a ser mixtos como ya ocurre en los juegos olímpicos", zanja.
Los equipos de la Copa América acabarán siendo mixtos como ya ocurre en los juegos olímpicos, solo necesitamos algo más de experiencia
Casi la única
Pero Llabrés, igual que las otras cinco mujeres, no serán del grupo que va a bordo del monocasco volador AC75 que librará la batalla por la jarra de las 100 guineas. Todas ellas trabajan como ingenieras de datos, hidráulicas, mecánicas, en las seis escuadras, la neozelandesa (defensora del título), la británica, la italiana, la suiza, la francesa o la americana.
Su trabajo -ultracompetitivo, estresante pero cautivador, coinciden- consiste en garantizar que el velero de su equipo dé el mejor rendimiento posible, sea el más veloz. Para ello, llevan casi dos años dejándose la piel en entrenos y pruebas de todo tipo, en estrecha colaboración con los atletas, diseñadores, programadores y estrategas, que son quienes les trasladan si el barco está yendo como quieren. "Años atrás era casi la única ingeniera de la competición: había chicas en administración o 'hospitality', pero no en los equipos", recuerda la profesional de Ineos, que se especializó en informática.
Me encantan los retos y toda la vida he estado en minoría por ser mujer, no me preocupa
17 ingenieras entre 668 personas
Están en franca minoría. Son, como mucho, 6 de un equipo de 150 personas en Alinghi (de las que 21 son chicas, sumando las atletas), o 4 ingenieras de 17 mujeres en el Emirates Team New Zealand, con 130 miembros en total. O solo una en el italiano de 138 (18 féminas). Del total de los seis equipos, a falta de los datos de los británicos, con 668 personas, solamente 103 son mujeres y, de estas, hay 17 ingenieras. Pero están valoradas, bien reconocidas, la gente habla con un respeto reverencial sobre ellas.
"El hecho de haber sido regatista de alta competición ayuda, efectivamente", admite la valenciana Andrea Emone (Alinghi Red Bull Racing) con un mohín de modestia. Tanto ella como la americana Helena Scutt, la italiana Clelia Sessa, la neozelandesa Elise Beavis o la francesa Céline Le Berre, además de Llabrés, blanden medallas olímpicas, títulos mundiales de vela de diversas categorías... son mujeres top dentro y fuera del agua.
En mi universidad éramos pocas chicas, ahora hay alguna más, pero a mí me encantaba y disfruté de mis estudios
Regatistas de primer nivel
Beavis se decantó por la ingeniería rápidamente. Cuenta que en su casa detectaron que se quería dedicar al mundo náutico y que, a pesar de que pensaban que no lo lograría porque era un mundo cerrado y masculino, no la disuadieron. Y triunfó. "En mi universidad éramos pocas chicas, ahora hay alguna más, pero a mí me encantaba y disfruté de mis estudios", confiesa. Su reto es todavía superior al de sus otras cinco rivales: ya cuenta con dos Copas América en la vitrina (la de 2017 y la de 2021) y, si contribuye a revalidar el triunfo de los kiwis en Barcelona en octubre, sería la tercera. Nada mal.
La tradición náutica en Nueva Zelanda es enorme: casi todos los niños y niñas navegan. Pero cuando Andrea Emone era pequeña, en su València natal, no era así. Pero llegó la ola de la competición náutica con la celebración del evento en 2007 y 2020 y ella se enamoró. Su sueño desde entonces fue trabajar en uno de aquellos equipos. Pero, ¿cómo sumarlo a la otra devoción que tenía, las matemáticas y la física? Pues siendo ingeniera. "Era capaz de pensar que los datos de navegación eran matemáticas... que la física tenía que ver con la hidráulica.. que la química la vinculaba con los fluidos... " razona Emone, en las filas de Alinghi Red Bull Racing.
Me ayuda mucho ser navegante porque puedo ofrecer diversos puntos de vista gracias a mi experiencia a bordo y en tierra
Más Lego que muñecas
A la ingeniera mecatrónica del Orient Express Racing Team Celine Le Berre le pasó algo parecido. Siempre le gustó más entretenerse con las piezas de Lego que con muñecas, recuerda, así que tuvo claro que se decantaría por un oficio técnico. "Me encantan los retos y toda la vida he estado en minoría por ser mujer, no me preocupa", aclara la bretona de 42 años que lleva desde junio en las filas francesas. Le Berre cree que el hecho de que se celebre por primera vez una Puig Women America's Cup (del 28 de septiembre al 13 de octubre, alternándose con la 'absoluta') hará crecer el seguimiento entre el público y más aún entre las chicas.
Helena Scutt es la única de las seis que tiene un doble rol. Además de formar parte del equipo de ingeniería de American Magic, es una de las atletas que competirán en la cita femenina a bordo de un AC40. "Me ayuda mucho ser navegante porque puedo ofrecer diversos puntos de vista gracias a mi experiencia a bordo y en tierra", razona la americana, ingeniera mecánica gracias al aliento de su padre, que desde pequeña le mostraba cómo arreglar barcos, coches o lo que tocara.
Por las venas de Clelia Sessa corre agua salada. Su progenitor fue uno de los patrones de uno de los veleros míticos italianos, el Moro di Venezia, así que navegar fue lo siguiente que hizo después de tenerse en pie. Con 26 años, esta ingeniera mecánica de Luna Rossa Prada Pirelli desborda motivación y pasión por lo que hace. "Es un estilo de vida. Si tienes la suerte como yo de poder unir tus dos pasiones, la ingeniería y el mar, eres muy afortunada", describe.
Mis padres me enseñaron que no existen deportes de hombres y de mujeres sino que somos buenas en lo que nos propongamos
Sessa tiene una sobrina de dos años a quien quiere dar ejemplo, ser el espejo en el que mirarse, como le ocurría a ella con la regatista Giulia Conti. "De pequeña corría con motos de trial y mis padres me dijeron siempre que no existen deportes de mujeres o de hombres sino que nosotras somos buenas en lo que nos propongamos", rememora. Se estrena en la Copa América de vela, todo un sueño para ella, y le dedica todas las horas del día. Las seis mujeres coinciden en que es un trabajo absorbente pero que vale la pena.
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