Bicicleta compartida

El increíble desgaste de los frenos y otras curiosidades que no sabías del Bicing de Barcelona

La empresa pierde unas 10 bicis al año, las pastillas de la rueda trasera duran una décima parte de lo previsto y el viaje medio no llega a los 13 minutos

La inteligencia artificial, el mejor amigo del Bicing: así ha transformado el 'bicisharing' de BCN

Taller del Bicing ubicado en l'Hospitalet de Llobregat

Taller del Bicing ubicado en l'Hospitalet de Llobregat / Irene Vilà Capafons

Carlos Márquez Daniel

Carlos Márquez Daniel

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Las pastillas de freno de la rueda trasera de las bicis eléctricas del Bicing están pensadas para durar unos 4.500 kilómetros. Pero resulta que a los 450 kilómetros ya están para el desguace. Sucede que los usuarios de la bicicleta pública de Barcelona pedalean con un dedo en la maneta, cosa que hace que la goma sufra un desgaste tan inesperado como inconsciente. ¿Pero qué lleva a un ciclista a mantener pulsado el freno de manera permanente? Hagan sus apuestas, pero muy probablemente se deba al hecho de que en la jungla de asfalto, por mucho que haya más carril bici que nunca, uno no puede relajarse nunca y abunda una sensación de inseguridad que lleva la mano hacia el freno.

En el taller del Bicing, en L'Hospitalet, donde la Gran Via ya es prácticamente una autopista, los mecánicos empiezan su turno siempre de la misma manera. Reciben una caja con el kit de reparaciones más habituales: frenos, pedales, cables de cambios, luces. Lo que ya no es tan habitual son los pinchazos. Gracias a la rueda trasera maciza, sin cámara, se ha pasado de 1.200 a 400 al mes. Cada día pasan por aquí unas 250 bicicletas: las que miran para dentro esperan tratamiento, las que tienen el manillar hacia la calle, están listas para regresar al servicio.

La caja con el kit básico de reparación que reciben los mecánicos del Bicing antes de iniciar su turno

La caja con el kit básico de reparación que reciben los mecánicos del Bicing antes de iniciar su turno / Carlos Márquez Daniel

El nuevo contrato, que empezó a operar en enero de 2019 de la mano de Pedalem Barcelona (Serveo+PBSC), ha podido evitarse los jaleos de los primeros 11 años de vida del Bicing, cuando era Clear Channel el operador. Vandalismo, robos y tremendos problemas informáticos marcaron aquella primera etapa. Ahora, con más de la mitad de la flota electrificada, los problemas se centran en las bicis sin batería en las estaciones, la falta de disponibilidad en determinadas zonas o la falta de mantenimiento de algunas unidades.

La zona frontal de las bicis eléctricas del Bicing, punto de enganche y de recarga

La zona frontal de las bicis eléctricas del Bicing, punto de enganche y de recarga / Carlos Márquez Daniel

Casi sin robos

Pero ya no desaparecen 700 bicis al año como pasaba antes. Ahora, según la empresa concesionaria, solo han 'volado' unas 50 en cinco años. Es más, un lustro después de que la bici roja y blanca de Clear Channel pasara a la historia, todavía siguen recibiendo avisos de avistamientos del vetusto modelo anterior. Tampoco hay tanto gamberrismo, aunque debe ayudar y mucho el hecho de que la nueva bici esté mucho más blindada y que los cables no estén a la vista.

La limpieza, el último paso en el taller del Bicing antes de que las bicicletas regresen al ruedo.

La limpieza, el último paso en el taller del Bicing antes de que las bicicletas regresen al ruedo. / Carlos Márquez Daniel

El viaje medio de las bicicletas públicas de Barcelona es de 12,39 minutos. El menor de la historia, cosa que en el fondo es una buena noticia, pues parece demostrarse que el Bicing ya forma parte de las opciones prioritarias de muchos ciudadanos a la hora de realizar trayectos que no tengan que ver con el desplazamiento al trabajo o a la universidad. No hace demasiado, el movimiento medio superaba los 25 minutos.

En busca del ahorro

Al tratarse de una concesión con el precio cerrado -a no ser que haya ampliaciones del presupuesto, como las mil bicis y 74 nuevas estaciones por valor de 2,8 millones de euros extra-, Pedalem Barcelona se rompe la cabeza a diario para tratar de reducir gastos. Ese objetivo implica a todos los procesos del Bicing, desde la reparación hasta la operación. Pero también en la política de repuestos.

Algunos de los repuestos del Bicing imprimidos en 3D

Algunos de los repuestos del Bicing imprimidos en 3D / Carlos Márquez Daniel

La compañía dispone de una división que se encarga de diseñar e imprimir en 3D algunos de los componentes de la bici pública de Barcelona. A día de hoy, producen un total de 17 piezas (maneta, tapones laterales, bola de cambio...) que reducen mucho el gasto en repuestos. Al fin y al cabo, el Bicing es, además de un servicio público, un negocio privado.