Entrevista

Pedro Velázquez, jefe de la Guardia Urbana de Barcelona: "Hemos cerrado casi 150 narcopisos y puntos de venta de droga en un año"

El máximo responsable del cuerpo policial barcelonés advierte que "el cannabis actual tiene más repercusión en la salud"

El jefe de la Guardia Urbana defiende las pistolas eléctricas: "Neutralizar delincuentes sin generar daño es importante"

MULTIMEDIA | Cómo ha impactado en la opinión pública la inseguridad en Barcelona entre 2018 y 2023

Intendente jefe de la Guardia Urbana Pedro Velázquez

Intendente jefe de la Guardia Urbana Pedro Velázquez / Jordi Otix

Germán González

Germán González

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Hace unos cinco años que el Intendente Mayor de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, fue nombrado máximo responsable del cuerpo policial de de Barcelona. En ese tiempo ha visto como los delitos crecían en la ciudad, junto con la sensación de inseguridad de sus habitantes. A la vez, los retos de los responsables de la policía municipal se centran en dar una respuesta integral y mejorar la proximidad hacia la ciudadanía. Es lo que corresponde a un cuerpo con tanto arraigo local: casi 120 años de historia.

Los delitos en Barcelona crecieron el año pasado y la seguridad es la principal preocupación de los barceloneses. ¿Barcelona es una ciudad segura?

La respuesta tiene muchos matices. Yo estoy convencido de que Barcelona es segura, pero se enfrenta a muchísimos retos por ser una ciudad muy proyectada hacia el exterior. Aquí viven 1,7 millones de personas, a las que se suma las miles que vienen cada día. Esto genera espacios de riesgo propios de las grandes ciudades. La delincuencia siempre actúa en lugares donde hay mucho más beneficio y Barcelona es una ciudad que genera riqueza, por lo que tiene ese cierto atractivo para las personas que quieren delinquir. Es un reto que debemos asumir.

No es lo mismo la realidad en Ciutat Vella que en Sarrià-Sant Gervasi. Teniendo en cuenta que hay muchas Barcelonas distintas, ¿cómo se diseña la seguridad de la ciudad?

Creo que esa es la grandeza de Barcelona, tanta diversidad. Cada distrito es un mundo, con su perfil de habitantes y de personas que lo visitan. La Guardia Urbana también nos dividimos en 10 distritos, cada uno con una unidad territorial diferente que se adapta a esa zona. Además, dentro de cada uno hay diferentes realidades, como en Sant Martí, que tiene el barrio del Clot y el del Besòs. Creo que todas las policías locales, y especialmente la Guardia Urbana, somos especialistas en la proximidad y tenemos el carácter necesario para adaptarnos a lo que esas diferentes situaciones nos demandan. Un policía local puede estar a primera hora regulando el tráfico frente a un colegio y a las dos horas atendiendo un incidente con arma blanca, y después asistir a una persona que se ha caído dentro de un domicilio. Es un profesional que se adapta a todas esas realidades.

¿Qué tipo de delincuencia tiene Barcelona?

El delito estrella en Barcelona es el hurto, una tipología delictiva en la que se aprovecha el descuido de una persona para sustraerle algún efecto, como un teléfono móvil, una cartera o una mochila. Es una delincuencia que no utiliza la violencia. En algunos momentos muy puntuales sí puede derivar en episodios violentos, pero no es lo normal.

Junto a la gestión de la movilidad, la Guardia Urbana vela también por el cumplimiento de las ordenanzas en Barcelona. Una de ellas son las inspecciones de clubs cannábicos...

La verdad es que nos preocupa. Hay unos 250 locales en la ciudad y la actividad que realizan una parte de ellos casi puede asimilarse con la venta de sustancias ilegales. Actuamos cuando acreditamos que se ha producido un delito como el tráfico de drogas, pero también actuamos en el plano administrativo. La voluntad es poner orden. Son asociaciones locales que, en el caso de Barcelona y a diferencia de otras ciudades, han nacido al amparo de una ambigüedad legal y se ha mantenido a resguardo de un ordenamiento jurídico muy garantista.  

Intendente jefe de la Guardia Urbana Pedro Velázquez

Intendente jefe de la Guardia Urbana Pedro Velázquez / Jordi Otix

¿Ha cambiado el tipo de droga que se consume?

Se ha banalizado mucho el cannabis. No es lo mismo el cannabis de hace hace 15 o 20 años, que puede ser que tuviera un índice de sustancia THC del 5% al 10%, al cannabis que se cultiva ahora, con un 30% de sustancia activa. Tiene más repercusión en la salud, como alertan los propios médicos, especialmente cuando un cuerpo está en crecimiento, como es el caso de los adolescentes. Esto nos preocupa y tenemos que actuar desde todos los frentes para que esas dinámicas no se produzcan.

Han actuado con toda la contundencia posible, amparados en la legislación, contra los narcopisos de Barcelona.

El problema de los narcopisos no es solo de salud pública, por eso nos preocupa tanto. Nos podríamos preguntar por qué una policía local persigue tanto unos locales donde se trafica y se consume droga, alguien podría pensar que desde un punto de vista estrictamente competencial podría corresponder a otros cuerpos policiales. Pues nos preocupan porque están relacionados con conflictos vecinales muy graves. Cuando hay un narcopiso hay un problema de convivencia, de salud pública, de peleas en muchos casos o de actos ilícitos de carácter patrimonial. Por ejemplo, generan robos de oportunidad en tiendas cercanas para comprar la dosis y al final degradan mucho la convivencia.

Detrás de una incidencia local puede haber una red de mayor dimensión, pero a menudo la policía municipal es la que llega primero.

A nosotros nos entra muchas veces como un problema de ruidos, de olores, de molestias, de jeringuillas que están en el suelo. Desde hace ya unos años, nos hemos puesto a trabajar en ese ámbito de manera muy decidida, en coordinación con los Mossos d'Esquadra. Solo el año pasado cerramos casi 150 locales entre narcopisos y puntos de venta de droga en actuaciones conjuntas entre los dos cuerpos. El papel de la Guardia Urbana es muy importante por el conocimiento que tiene de lo que pasa en ese barrio.

Cada cuerpo policial tiene sus competencias definidas, aunque eso al delincuente no le importe mucho.

Nosotros planteamos un modelo que aboga por afrontar los conflictos de seguridad desde la responsabilidad. La ciudadanía necesita un acompañamiento, no se le puede decir que un narcopiso no es competencia mía o derivar a la persona que va a comisaría a presentar su denuncia. Es tremendo, porque además ese denunciante es una víctima o sufre una situación determinada. Los policías en general tenemos que tener claro que somos servidores públicos, y lo digo convencidísimo. Es el modelo que intentamos plantear aquí: abordar un conflicto en la ciudad nos da una llave para entrar en el problema. Luego veremos si es nuestra competencia o no. 

Dar respuesta, al fin y al cabo.

Por ejemplo, una ocupación de una vivienda que genera problemas. ¿Cómo voy a decir que esto es un delito que corresponde investigar a Mossos? No, esto es una situación de conflicto, con unas personas que crean dificultades de convivencia. De ahí se deriva una intervención policial y no solo policial. El modelo hacia el que tenemos que avanzar y al que aspiramos es implicar a todos los servicios posibles. Es la única manera de mejorar una situación. Y si los primeros en llegar somos la Guardia Urbana, no rehuiremos el tema e intentaremos conectar con el servicio municipal que corresponda.

Es la llamada 'seguridad integral', que se diseña contando con factores más allá de lo policial.

El concepto ‘seguridad’ vinculado a actividad delictiva está absolutamente superado, porque hablamos de percepciones ciudadanas, sobre todo después de la pandemia. Nos damos cuenta de que la gente tiene muy mucho más alteradas las sensibilidades. Cuando te encuentras con un conflicto miras más elementos, como la convivencia, que puede estar afectada. Lo abordas todo y sientas en una mesa a personas de servicios sociales, de limpieza, de Policía Nacional, etc, porque cada uno tiene que asumir su parte. Si un policía no lo hace así, no está haciendo su trabajo, estará cogiendo la seguridad desde una vertiente muy corta, desde la estadística. Los policías locales tenemos una posición de privilegio, porque tenemos perspectiva para poder activar los servicios de nuestro ayuntamiento. En Barcelona, con 3.500 guardias urbanos se llega a conocer muy bien la ciudad.

Como cuando se detecta un caso de violencia machista y se activan los servicios sociales. La Guardia Urbana puso en marcha hace un año este servicio de atención.

Está funcionando muy bien. A una mujer que ha sido maltratada le cuesta mucho presentar denuncia porque le cuesta compartir su situación. Por eso tenemos esa sensibilidad, esa formación y esa capacidad de empatizar. Ese es el primer paso. Pero una vez que te has ganado esa confianza, a veces no quiere presentar denuncia. ¿Y qué haces? ¿Le dejas que se vaya? Claro que no. El objetivo es vincularla a algún servicio asistencial. Nosotros estamos planteando un servicio de atención a la víctima en un entorno que se sale de una comisaría estándar y la conectamos con recursos sociales, tanto si presenta denuncia como si no. En caso de hacerlo también estamos coordinados con Mossos. Creo que hemos enfocado muy bien el drama de la violencia de género y el gran problema que supone para la sociedad. Eso es policía de proximidad.

La percepción individual es clave para que la inseguridad deje de ser la principal preocupación de los barceloneses.

La seguridad subjetiva se siente cuando vas a reuniones de vecinos. La gente te cuenta sensaciones y al escucharlos generamos confianza y transmitimos seguridad. Eso hace que la población se sienta más tranquila. Cuando hay una falta de seguridad se bloquean muchas dinámicas sociales, la gente se queda en casa o tiene miedo y el temor es malo para crecer y para evolucionar.

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